«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

sábado, 27 de septiembre de 2008

EN EL ANIVERSARIO DEL ALCAZAR



Toledo era una ciudad que, en julio de 1936, se encontraba prácticamente sin guarnición por lo que en toda la provincia su fuerza básica era la Guardia Civil con unos setecientos hombres que, por orden de su jefe el Teniente Coronel Pedro Romero Basart, se concentraron en el Alcázar a partir del 19 de julio.

Al día siguiente, el Coronel jefe de la Fábrica de Armas, Mario Soto, vacila ante una orden del Gobierno para que entregue las existencias de cartuchería; entonces los oficiales de la ciudad, reunidos con el director de la Escuela Central de Gimnasia y Comandante Militar en funciones por antigüedad, Coronel José Moscardó, deciden al atardecer del 20 de julio declarar el estado de guerra a la mañana del día siguiente. Pronto llegarían las primeras fuerzas ofensivas procedentes de Madrid.

Finalmente los defensores acabaron reuniéndose en el Alcázar, que resistiría increíblemente hasta su liberación el 27 de septiembre con lo cual, escasamente 30 hectáreas serían un baluarte en una provincia dominada por los frentepopulistas. Después del paso de las columnas nacionales camino de Madrid (septiembre-octubre de 1936), el frente se estabilizaría permaneciendo parte de la provincia en zona republicana hasta marzo del 39. En ese tiempo, los frentepopulistas cometieron un número muy elevado de asesinatos como demuestran las siguientes estadísticas:

REPRESIÓN EN LA RETAGUARDIA REPUBLICANA. PROVINCIA DE TOLEDO
Número de víctimas por Partidos Judiciales
Escalona
106
Illescas
118
Lillo
134
Madridejos
357
Puente del Arzobispo
222
Quintanar
304
Talavera la Real
186
Navahermosa
341
Orgaz
563
Ocaña
347
Toledo
454
Torrijos
195
TOTAL
3327

Fuente: Archivo Histórico Nacional, “Causa General”. Leg. 1045-1048.
Elaboración propia
Número de víctimas por fecha
VII-36
362
VIII-36
1130
IX-36
530
X-36
399
XI-36
215
XII-36
126
1937
73
1938
8
1939
5
No consta
479
Fuente: Ibid.

Procedencia socioprofesional

Artesanado
283
9.43 (%)
Comerciantes
155
5.16 (%)
Eclesiásticos
305
10.16 (%)
Empleados
87
2.90 (%)
Estudiantes
175
5.83 (%)
Ff.Armadas
57
1.90 (%)
Funcionarios
70
2.33 (%)
Industriales
205
6.83 (%)
Jornaleros
196
6.53 (%)
Labradores
656
21.86 (%)
Mujeres
113
3.77 (%)
Prof.liberales
243
8.10 (%)
Propietarios
456
15.19 (%)

Fuente:Ibid.

Especial relevancia tendría en la provincia de Toledo la persecución religiosa, la norma general fue la detención de los sacerdotes, siendo fusilados casi todos los que no pudieron o no quisieron huir. Se cuenta un reducido número de sacerdotes a quienes se les facilitó salvoconducto para salir de la localidad donde no se les ofrecía garantía de seguridad y otro mucho menor de aquéllos a quienes se les guardó en sus pueblos, sancionados con multas u obligados a prestar servicios burocráticos en las oficinas y comités o condenados a trabajos forzados.

Paralelamente se produjo la destrucción de los templos que habían sido cerrados inmediatamente al culto, saqueados; incendiadas o mutiladas las imágenes, quedando los edificios, después de despojados, incautados por los Comités y destinados a los usos profanos más diversos: salones de cine, teatro, centro de reunión, cocheras, cuadras, graneros, etc. Los conventos corrieron suerte análoga y los religiosos también fueron asesinados. Las religiosas hubieron de desalojar sus casas aunque ninguna de ellas fue fusilada.

Por citar algún caso ocurrido en la provincia, en Ocaña, la noche del 19 al 20 de octubre de 1936 un grupo de unos trescientos milicianos al que se unieron fuerzas del la guardia exterior del reformatorio, entraron en el despacho del director a quien pidieron la entrega de detenidos para su traslado a lo que se negó. Finalmente consiguieron, con amenazas y violencias, llegar a las celdas de donde, a golpes y culatazos, fue sacado un grupo muy numeroso de personas. Atados de dos en dos, sin cesar en sus malos tratos, los subieron en cuatro camiones que habían colocado en la puerta del establecimiento y al llegar a las tapias del cementerio les bajaron a bayonetazos y culatazos y fueron fusilados. A la mañana siguiente los enterraron cuando algunos aún se encontraban con vida.

En la capital, una parte de las milicias estaba constituida por hombres de los partidos del Frente Popular locales y provinciales e incluso de otras provincias. Su número fue superior al millar y quedaban fuera de las atribuciones del Comandante Militar. Formaban los grupos pequeños y sanguinarios que ostentaban nombres rimbombantes y que se caracterizaron por su cobardía frente al enemigo y su crueldad en la retaguardia.

Los asesinatos, en número aproximado de trescientos, comenzaron en fecha muy temprana (el mismo 23 de julio, cuando la ciudad podía considerarse en manos de los revolucionarios excepto el enclave del Alcázar). Los valores de la segunda quincena de julio vuelven a alcanzarse en las mismas fechas de agosto para remitir lentamente en septiembre conforme aumentaba el cansancio y disminuía la seguridad de los sitiadores.
Eby afirma que desde el 23 de julio bandas de milicianos recorrían las calles cogiendo “fascistas” y curas. Los primeros eran encerrados para interrogarles y los segundos asesinados donde se les encontraba. Los jefes de Estado Mayor de la “Columna Toledo”, responsable del asedio, dejan ver este clima de terror en sus informes.
El más sonado de los fusilamientos practicados en Toledo mientras se atacaba el Alcázar tendría lugar días después, la noche del 22 de agosto. Un avión nacional había logrado situarse a escasa altura sobre el patio central del Alcázar y dejado caer con éxito un saco de víveres y un mensaje alentador. En cambio, un intento de la aviación roja para bombardear la fortaleza tuvo fatales resultados para los sitiadores que murieron por decenas al caer las bombas extramuros de la fortaleza. La reacción no tardó en estallar. Aquella misma noche era asaltada la cárcel por turbas de milicianos que se hicieron cargo de las listas y fueron nombrando hasta 70 presos:
“Atados de dos en dos, la fila se iba alargando; una vez terminada la operación
preliminar, se descorrieron los cerrojos carcelarios, y entre las sombras
de la noche, en procesión dantesca que rezaba el rosario y cantaba
himnos religiosos, fueron llevados los detenidos por el paseo del Tránsito y San
Juan de los Reyes hasta la puerta del Cambrón. Aquí se dividió el grupo. Unos
quedaban en la parte exterior de la puerta, los otros son apostados en la Fuente
del Salobre. Frente a los grupos hay unas ametralladoras preparadas y varios
automóviles, con cuya luz se ilumina macabramente aquella escena...” (Juan Francisco RIVERA, La persecución religiosa en la diócesis de Toledo, Toledo, 1995, p.365).
Perecieron allí el deán de la catedral primada, doctor Polo Benito, once hermanos maristas y diez sacerdotes. Entre los paisanos se encontraba el joven Luis Moscardó, hijo del defensor del Alcázar. Merece reproducirse aquí la conversación telefónica sostenida por el Coronel Moscardó tal y como aparece en su diario:
“El día 23 de julio por la tarde, sonó el teléfono, pidiendo hablar conmigo. Me
pongo al aparato y resultó ser el jefe de las milicias de Toledo, quien, con voz
tonante, me dijo: -Son ustedes responsables de los crímenes y de todo lo que
está pasando en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el
Alcázar, y, de no hacerlo, fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí a mi lado.
Contesté: -No lo creo. Jefe de milicias: -Para que vea que es verdad, ahora se
pone al aparato. Hijo: -¡Papá! Yo: -¡Qué hay, hijo mío? Hijo: -¡Nada; que dicen
que si no te rindes me van a fusilar! Yo: -Pues encomienda tu alma a Dios y
muere como un patriota, dando un grito de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!
Hijo: -¡Un beso muy fuerte, papá! Yo, al jefe de milicias: -¡Puede ahorrarse el
plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, pues el Alcázar no se rendirá jamás”.
(Cit. Por MARTINEZ BANDE, José M.: Los asedios; San Martín, Madrid,
1983; p. 41.)
El 2 de septiembre se constituyó en el que fue Palacio Arzobispal el Tribunal Popular bajo la presidencia de Juan José González de la Calle y formado por el Magistrado Leoncio Rodríguez Aguado y el Juez de Primera Instancia Domingo Segarra Armengot, como tribunal de Derecho, y representantes del P.S.O.E., Partido Comunista, U.G.T., J.S.U., Izquierda Republicana, F.A.I. y C.N.T. como jurado. En una memoria auto-justificativa redactada con posterioridad, el fiscal del tribunal Popular relataba así el significado de este nuevo organismo:

“En Toledo, dominado de facto por turbas políticas mayoritariamente procedentes
de presidios por causas no políticas, la presencia del Tribunal fue acogida con
hostilidad. Un órgano jurisdiccional constituido con arreglo a normas de derecho
como exponente de una justicia oficial que hasta entonces brilló por su
ausencia, habría de representar forzosamente un freno a los desmanes de los
primeros días ... En este ambiente de violencia y amenaza, del que también eran
víctima muchas personas republicanas e incluso socialistas disconformes con
el terrorismo, se constituyó el Tribunal Popular de Toledo...” (“Memoria
expresiva del funcionamiento y resultados de la actuación del Tribunal Popular
de Toledo por el Ldo. Nicolás González Domingo, fiscal que fue del citado
organismo jurisdiccional” (8-diciembre-1940) en Archivo Histórico Nacional,
"Causa General” Leg. 1049).