«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

jueves, 30 de octubre de 2008

LOS QUE ENTONCES HABLARON (II): Don Juan Carlos de Borbón


Juramento de D.Juan Carlos ante las Cortes Españolas
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El 22 de julio de 1969 el Jefe del Estado acudió al Palacio de las Cortes para pronunciar un histórico discurso en el que anunciaba la designación como sucesor de don Juan Carlos de Borbón. La votación nominal de los procuradores arrojó el siguiente resultado: 491 votos afirmativos, 19 negativos y 9 abstenciones.

En la mañana del 23 de julio, tuvo lugar en el Palacio de la Zarzuela el acto solemne de comunicar el acuerdo adoptado por las Cortes Españolas a don Juan Carlos de Borbón y Borbón quien lo aceptó con un «sí» pronunciado de forma clara y, a continuación, adelantándose a los micrófonos instalados en el centro del salón, pronunció las siguientes palabras:

«Excmo. Sr. Presidente de las Cortes:
Estoy profundamente emocionado por la gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del Estado, al proponer a las Cortes, haciendo uso de la facultad que le concede el artículo 6 de la Ley de Sucesión, mi nombramiento como sucesor a título de rey, así como el altísimo honor que me ha hecho el supremo órgano legislativo del país al aprobar la propuesta que sancionada, ha quedado convertida en Ley.
Me acabáis de comunicar oficialmente su contenido y plenamente consciente de la enorme responsabilidad que sobre mí va a recaer acepto, en mi nombre y en el de mis sucesores, las obligaciones y deberes que me impone esta designación, pues considero que en definitiva se trata de obedecer un mandato de nuestro pueblo expresado en forma legítima y fehaciente a través de su representación genuina, que son las Cortes Españolas.
Formado en la España surgida el 18 de Julio, he conocido paso a paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mandato magistral del Generalísimo.

Este acto trascendental para mí, representa mi entrega total al servicio de la patria.

Mi aceptación incluye una promesa firme que formulo ante VV. EE. Para el día, que deseo tarde mucho tiempo, en que tenga que desempeñar las altas misiones para las que se me designa, dedicando todas mis fuerzas no sólo al cumplimiento del deber, velando porque los principios de nuestro Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino sean observadas, sino también para y dentro de esas normas jurídicas, los españoles vivan en paz y logren cada día un desarrollo creciente en lo social, en lo cultural y en lo económico.

Os ruego, pues, señor vicepresidente del Gobierno y señor presidente de las Cortes, que así se lo comuniquéis respectivamente a Su Excelencia el Jefe del Estado y a las Cortes Españolas.

Que Dios me ilumine y me ayude en un perseverante servicio a nuestra amada España y que cada día sea una realidad plena de nuestros anhelos de unidad, grandeza y libertad de la patria.»

El 23 de julio por la tarde, el Generalísimo fue con el Príncipe a las Cortes. El Jefe del Estado anunció que se iba a proceder a tomar juramento al Príncipe. Don Juan Carlos pasó entonces a la derecha de Franco. Ante el Jefe del Estado y el presidente de las Cortes, el Príncipe hincó las rodillas sobre un cojín de terciopelo granate, colocado sobre una tarima de madera. Sobre la mesa, el libro de los Santos Evangelios. El presidente de las Cortes preguntó al Príncipe:

En nombre de Dios y sobre los Santos Evangelios, ¿juráis lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás leyes Fundamentales del Reino?
Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino.

El presidente de las Cortes, don Antonio Iturmendi Bañales, concluyó
Si así lo hiciereis que Dios os lo premie, y si no, os lo demande.

A continuación S. A. R. pronunció el siguiente discurso:

«Mi General, señores Ministros, señores Procuradores: Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como Sucesor a título de Rey, lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino.

Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino.

España, en estos últimos años, ha recorrido un importantísimo camino bajo la dirección de Vuestra Excelencia. La paz que hemos vivido, los grandes progresos que en todos los órdenes se han realizado, el establecimiento de los fundamentos de una política social son cimientos para nuestro futuro. El haber encontrado el camino auténtico y el marcar la clara dirección de nuestro porvenir son la obra del hombre excepcional que España ha tenido la inmensa fortuna de que haya sido, y siga siendo por muchos años, el rector de nuestra política.

Pertenezco por línea directa a la Casa Real española y, en mi familia, por designios de la Providencia, se han unido las dos ramas. Confío en ser digno continuador de quienes me precedieron.

Deseo servir a mi país en cauce normal de la función pública, y quiero para nuestro pueblo: progreso, desarrollo, unidad, justicia, libertad y grandeza, y esto sólo será posible, si se mantiene la paz interior. He de ser el primer servidor de la Patria en la tarea de que nuestra España sea un Reino de justicia y de paz. El concepto de justicia es imprescindible para una convivencia humana, cuyas tensiones sean solubles en la Ley y se logren dentro de una coexistencia cívica en libertad y orden.

Ha sido preocupación fundamental de la política española en estos años la promoción del bienestar en el trabajo, pues no puede haber un pueblo grande y unido sin solidaridad nacida de la Justicia Social. En este campo nunca nos sentiremos satisfechos.

Las más puras esencias de nuestra gloriosa tradición deberán ser siempre mantenidas, pero sin que el culto al pasado nos frene en la evolución de una sociedad que se transforma con ritmo vertiginoso en esta era apasionante en que vivimos. La tradición no puede ni debe ser estática: hay que mejorar cada día.

Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando.

Estoy muy cerca de la juventud. Admiro en ella, y comparto, su deseo de buscar un mundo más auténtico y mejor. Sé que en la rebeldía que a tantos preocupa está viva la mejor generosidad de los que quieren un futuro abierto, muchas veces con sueños irrealizables, pero siempre con la noble aspiración de lo mejor para el pueblo.

Tengo gran fe en los destinos de nuestra Patria. España será lo que todos y cada uno de los españoles queramos que sea, y estoy seguro de que alcanzará cuantas metas se proponga, por altas que éstas sean.

La Monarquía puede y debe ser un instrumento eficaz como sistema político si se sabe mantener un justo y verdadero equilibrio de poderes y se arraiga en la vida auténtica del pueblo español.

A las Cortes Españolas, representación de nuestro pueblo y herederas del mejor espíritu de participación popular en el Gobierno, les expreso mi gratitud. El juramento solemne ante vosotros de cumplir fielmente con mis deberes constitucionales es cuanto puedo hacer en esta hora de la historia de España.

Mi General: Desde que comencé mi aprendizaje de servicio a la Patria me he comprometido a hacer del cumplimiento del deber una exigencia imperativa de conciencia. A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro que “mi pulso no temblará” para hacer cuanto fuere preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de jurar.

En esta hora pido a Dios su ayuda y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy seguro, con nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de ella.»

Texto completo publicado en:

LOS QUE ENTONCES HABLARON (I): Don Juan Carlos de Borbón


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Primer discurso de D.Juan Carlos I ante las Cortes Españolas
(22-noviembre-1975)

En esta hora, cargada de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la Corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pueblo español y de la honrosa obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una tradición centenaria que ahora coinciden en el Trono.

Como Rey de España, título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles, me honro en dirigiros el primer mensaje de la Corona que brota de lo más profundo de mi corazón.

Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para, mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio.

Yo sé bien que los españoles comprenden mis sentimientos en estos momentos. Pero el cumplimiento del deber está por encima de cualquier otra circunstancia. Esta norma, me la enseñó mi padre desde niño, y ha sido una constante de mi familia, que ha querido servir a España con todas sus fuerzas.

Hoy comienza una nueva etapa de la historia de España. Esta etapa, que hemos de recorrer juntos, se inicia en la paz, el trabajo y la prosperidad, fruto del esfuerzo común y de la decidida voluntad colectiva. La Monarquía será fiel guardián de esa herencia y procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo.

La institución que personifico integra a todos los españoles, y hoy, en esta hora tan trascendental, os convoco porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional.

El Rey es el primer español obligado a cumplir con su deber y con estos propósitos. En este momento decisivo de mi vida, afirmo solemnemente que todo mi tiempo y todas las acciones de mi voluntad estarán dirigidos a cumplir con mi deber.

Pido a Dios su ayuda para acertar siempre en las difíciles decisiones que, sin duda, el destino alzará ante nosotros. Con su gracia y con el ejemplo de tantos predecesores que unificaron, pacificaron y engrandecieron a todos los pueblos de España, deseo ser capaz de actuar como moderador, como guardián del sistema constitucional y como promotor de la justicia. Que nadie tema que su causa sea olvidada; que nadie espere una ventaja o un privilegio. Juntos podremos hacerlo todo si a todos damos su justa oportunidad. Guardaré y haré guardar las leyes, teniendo por norte la justicia y sabiendo que el servicio del pueblo es el fin que justifica toda mi función.

Soy plenamente consciente de que un gran pueblo como el nuestro, en pleno período de desarrollo cultural, de cambio generacional y de crecimiento material pide perfeccionamientos profundos. Escuchar, canalizar y estimular estas demandas es para mí un deber que acepto con decisión.

La patria es una empresa colectiva que a todos compete, su fortaleza y su grandeza deben de apoyarse por ello en la voluntad manifiesta decuantos la integramos. Pero las naciones más grandes y prósperas, donde el orden, la libertad y la justicia han resplandecido mejor, son aquellas que más profundamente han sabido respetar su propia historia.

La justicia es el supuesto para la libertad con dignidad, con prosperidad y con grandeza. Insistamos en la construcción de un orden justo, un orden donde tanto la actividad pública como la privada se hallen bajo la salvaguardia jurisdiccional.

Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del Reino y del Estado las peculiaridades regionales, como expresión de la diversidad de pueblos que constituyen la sagrada realidad de España. El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición.

Al servicio de esa gran comunidad que es España, debemos de estar: la Corona, los ejércitos de la nación, los organismos del Estado, el mundo del trabajo, los empresarios, los profesionales, las instituciones privadas y todos los ciudadanos, constituyendo su conjunto un firme entramado de deberes y derechos. Sólo así podremos sentirnos fuertes y libres al mismo tiempo.

Esta hora dinámica y cambiante exige una capacidad creadora para integrar en objetivos comunes las distintas y deseables opiniones, que dan riqueza y variedad a este pueblo español, que lleno de cualidades, se entrega generoso cuando se le convoca a una tarea realista y ambiciosa.

La Corona entiende como un deber el reconocimiento y la tutela de los valores del espíritu.

Como primer soldado de la nación me dedicaré con ahínco a que las Fuerzas Armadas de España, ejemplo de patriotismo y disciplina, tengan la eficacia y la potencia que requiere nuestro pueblo.

El mundo del pensamiento, de las ciencias y de las letras, de las artes y de la técnica tienen hoy, como siempre, una gran responsabilidad de compromiso con la sociedad. Esta sociedad en desarrollo que busca nuevas soluciones, está más necesitada que nunca de orientación. En tarea tan alta, mi apoyo y estímulo no han de faltar.

La Corona entiende, también, como deber fundamental el reconocimiento de los derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a todos los españoles las condiciones de carácter material que les permitan el efectivo ejercicio de todas sus libertades.

Por lo tanto, hoy, queremos proclamar, que no queremos ni un español sin trabajo, ni un trabajo que no permita a quien lo ejerce mantener con dignidad su vida personal y familiar, con acceso a los bienes de la cultura y de la economía para él y para sus hijos.

Una sociedad libre y moderna requiere la participación de todos en los foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles educativos y en el control de la riqueza nacional. Hacer cada día más cierta y eficaz esa participación debe ser una empresa comunitaria y una tarea de gobierno.

El Rey, que es y se siente profundamente católico, expresa su más respetuosa consideración para la Iglesia. La doctrina católica, singularmente enraizada en nuestro pueblo, conforta a los católicos con la luz de su magisterio. El respeto a la dignidad de la persona que supone el principio de libertad religiosa es un elemento esencial para la armoniosa convivencia de nuestra sociedad.

Confio plenamente en las virtudes de la familia española, la primer a educadora y que siempre ha sido la célula firme y renovadora de la sociedad. Estoy también seguro de que nuestro futuro es prometedor porque tengo pruebas de las cualidades de las nuevas generaciones.

Me es muy grato en estos momentos expresar mi reconocimiento a cuantos enviados de otras naciones han asistido a esta ceremonia. La Monarquía española, depositaría de una tradición universalista centenaria, envía a todos los pueblos su deseo de paz y entendimiento, con respeto siempre para las peculiaridades nacionales y los intereses políticos con los que todo pueblo tiene derecho a organizarse de acuerdo con su propia idiosincrasia.

España es el núcleo originario de una gran familia de pueblos hermanos. Cuanto suponga potenciar la comunidad de intereses, el intercambio de ideales y la cooperación mutua es un interés común que debe ser estimulado.

La idea de Europa sería incompleta sin una referencia a la presencia del hombre español y sin una consideración del hacer de muchos de mis predecesores. Europa.deberá contar con España, pues los españoles somos europeos. Que ambas partes así lo entiendan y que todos extraigamos las consecuencias que se derivan es una necesidad del momento.

No sería fiel a la tradición de mi sangre si ahora no recordase que durante generaciones los españoles hemos luchado por restaurar la integridad territorial de nuestro solar patrio. El Rey asume este objetivo con la más plena de las convicciones.

Señores Consejeros del Reino, señores Procuradores, al dirigirme como Rey, desde estas Cortes, al pueblo español, pido a Dios ayuda para todos. Os prometo firmeza y prudencia. Confío en que todos sabremos cumplir la misión en la que estamos comprometidos.

Si todos permanecemos unidos habremos ganado el futuro.

¡Viva España!

ALGUNAS CITAS PARA CONOCIMIENTO DEL JUEZ GARZÓN


Los Generales Franco y Mola en Burgos (1-octubre-1936)
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El auto del juez Garzón (16-octubre-2008) cita entre sus “Razonamientos Jurídicos” [sic!] algunas frases aisladas, sacadas de contexto en unos casos y en otros, simplemente atribuidas a dirigentes de la zona nacional, con el intento de probar (recurriendo a tan endebles argumentos) que la llamada “represión franquista” tuvo carácter institucional desde el principio y que se trataba de una represión de Estado programada. Ignoro cómo se pensará poner en práctica el principio jurídico de "oír al acusado" una vez que, suponemos, le habrá sido comunicada la defunción del anterior Jefe del Estado y demás militares que combatieron a sus órdenes.

Se cuenta del emperador Carlos V que cuando era incitado ante la tumba de Lutero a buscar los restos del heresiarca para entregarlos a la hoguera, respondió: “Ha encontrado a su juez. Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos”. Sea o no cierta la leyenda, el juez Garzón prefiere hacer su particular guerra contra los muertos. Ahora bien, no olvidemos que el Cid, también ganaba así las batallas.

Conviene advertir, en primer lugar, que para comprobar las semejanzas y diferencias entre lo ocurrido en los dos bandos no basta citar frases escritas y pronunciadas por determinados personajes en momentos de especial acaloramiento (aunque tampoco hubiera sido ocioso recordar de paso la trayectoria republicana de algunos de estos militares como Queipo de Llano). Como ha señalado el historiador José Andrés-Gallego, incitaciones expresas al aniquilamiento y textos que reclamaban el respeto a la vida del enemigo son abundantes en las fuentes de ambas zonas. El expediente habitual consiste en rechazar las llamadas a la serenidad que proceden del bando nacional aduciendo que se trata de voces aisladas y de escasa relevancia política, eso cuando se admite que existieron, porque lo más cómodo resulta decir que este tipo de declaraciones ni siquiera se produjo.

Una valoración semejante podría hacerse de los pronunciamientos de la zona sometida al control revolucionario, pues quienes realmente eran responsables de la situación que se vivía allí eran personas como Largo Caballero, Galarza, García Oliver o Negrín, por citar a algunos, y las llamadas a la moderación las hicieron otros mientras que los citados articularon un durísimo sistema represivo en el que no faltaban ni los campos de trabajo forzado. Por ejemplo, Negrín, siendo presidente del Gobierno, autorizó al Comisariado para suprimir físicamente «a aquellos que no estuviesen de nuestra parte y fueran enemigos declarados del régimen». Es una orden que lleva fecha de 18 de marzo de 1938 (siendo Prieto ministro de Defensa) y que originó un número muy elevado de ejecuciones, especialmente en las unidades militares. Según el también socialista Julián Zugazagoitia, Negrín llegó a decir que «El terror también es un medio legítimo cuando se trata de salvar al país»[1].

Pero lo cierto es que también en zona nacional hubo pronunciamientos en altas instancias para evitar las actuaciones arbitrarias e incontroladas. Dejando aparte las conocidas intervenciones de Manuel Hedilla, Yagüe, Monseñor Olaechea, Cardenal Gomá, la orden dada por el jefe regional carlista de Navarra... podemos aducir algunos testimonios de los primeros meses. El 11 de agosto, el jefe del Ejército del Norte, General Mola, dirigió instrucciones:

«Ordenando a todas las agrupaciones políticas o militarizadas que luchan a nuestro lado por la causa de España que es necesario cesen los actos de violencia en las personas y cosas cometidos por iniciativas de individuos aislados o pequeñas agrupaciones pertenecientes a estas instituciones, así como las detenciones sin causa justificadas, por estimar podría ser causa que nos comparasen en procedimiento a los bárbaros empleados por las hordas comunistas, que en patriótica cruzada y en lucha noble y honrada tenemos que aplastar para salvar a nuestra querida Patria».

Y pocos días más tarde concretaba:

«Prohíban en forma terminante que falangistas o fuerzas similares practiquen detenciones sin orden escrita y cometan actos de violencia. Estoy dispuesto a castigar severamente, en juicio sumarísimo, los crímenes que se cometan, llegando incluso a la disolución de las agrupaciones que los realicen»[2].

En el mismo sentido, una nota del gobernador civil de Valladolid volvía a recordar el 14 de agosto de 1936 las instrucciones que se habían dictado el 28 de julio anterior para restringir las detenciones y registros domiciliarios a los agentes directos de la autoridad:

«6°. Los registros y detenciones no se podrán efectuar sin orden de este Gobierno Civil, para lo cual los voluntarios de España que procedan a estas operaciones deberán solicitarlo por sus jefes responsables de este Gobierno, en la inteligencia de que, normalizadas por fortuna las circunstancias no son precisos los procedimientos expeditivos que en los pasados días se utilizaron para la salvación de la Patria»[3].

El 14-septiembre se insistía:

«Por esto se hace otra vez público, que cuantos actos están relacionados con el citado orden público, como detenciones, registros, informaciones, etc. se ejecutarán por Guardia Civil, de Asalto, Seguridad o Cuerpos de Investigación y Vigilancia, utilizando solo en contados casos y cuando las circunstancias lo aconsejen individuos de las milicias patrióticas, los que serán provistos por las autoridades de la correspondiente orden por escrito para cada caso particular. Ello es una prueba más de la normalidad que reina en todo el territorio de la provincia»[4].
En el sentido de evitar toda crueldad hay que aludir a un informe del Comandante Militar de Badajoz, Eduardo Cañizares, fechado el 22 de agosto de 1936, es decir, pocos días después de su ocupación por las tropas nacionales, y en el que informa a Franco sobre la situación de la ciudad y provincia. Entre otras cosas dice:

«HUIDOS: A mi juicio la posible excesiva represión en la totalidad de los mozos que se apresan va a originar un problema de fondo; el de las concentraciones primero y las partidas de bandoleros después. En mi opinión hay muchos que no vienen a nuestro lado por temor a ser ejecutados y como creo que convendría atraerlos de no recibir contraorden inspiraré mi conducta en el sentido de exigirles un arma como promesa de que abandonan propósitos de lucha y solamente aplicar duras sanciones y muy ejemplares en los que tengan delitos de sangre y en los directivos, los demás así podrían volver sin temor y mi parecer es que están muchos deseosos de hacerlo».

La nota lleva una anotación marginal manuscrita que indica «completamente conforme» y en el borrador de la respuesta de Franco puede leerse: «Por lo que se refiere a los huidos estoy completamente de acuerdo con Vd. y deben proceder en la forma que expresa en su carta»[5].

Comentando esta nota, afirma Luis Suárez que esta resolución responde a lo que sería criterio de Franco: distinguir entre delitos de sangre, que merecen la muerte, y políticos, con penas de prisión, pero nunca recomendó blandura[6]. Iribarren recoge unas palabras de Millán Astray que confirman este modo de actuación:

«Habla de Franco, de su serenidad, de sus dotes de mando, de la presteza sagaz con que respondía a sus objeciones. Cuando recién tomado Badajoz le preguntaron qué se hacía con los prisioneros contestó: -Justicia implacable con los traidores, con los cabecillas. Y a esos pobres diablos engañados, dejadlos en paz»[7].

Y el informe de un General Jurídico pone de relieve la sintonía de Franco y Yagüe en relación con este tema:

«Creo que las “normas” y los principios en que se basan están del todo conformes con las normas que ha dado el Generalísimo y con el espíritu de justicia que le ánima, que no es ciertamente de tiránica arbitrariedad; por tanto con urgir se cumplan las ordenaciones dadas por Su Excelencia se ha dado la solución por la que clama en las cartas y escritos del P.Huidobro.
He tenido la satisfacción de sostener una conversación esta mañana con el Coronel Yagüe e incidentalmente se ha tocado el punto de los castigos, cosa que ha suscitado él, y he visto que participa absolutamente de la mente del Generalísimo en esta materia y que él, el coronel Yagüe, lo aplica en todo lo que de él depende, y además condenaba agriamente el proceder de algunos que no lo hacen con las debidas cautelas
»[8].

Cuando D.Carlos Díaz Varela, Teniente Coronel Ayudante del Jefe del Estado, hizo llegar las observaciones del P.Huidobro a Franco, la respuesta de éste fue en la misma línea:

«Pude al fin enterar de sus quejas a la persona que deseaba, que las encontró justificadísimas y condenó como se merecen los excesos que denuncia. Enemigo sincero de ellas, le aseguro que solo desea puedan ser señalados sus autores o inductores para ser sancionados con el rigor que merecen. Son muy lamentables esas extralimitaciones de algunos locos que solo sirven para desprestigiar la causa y ofender seriamente a Dios. El mando ha prohibido taxativamente lo que en conciencia es rechazable, y velará porque esa desobediencia no se repita»[9].

En octubre de 1936 apareció una traducción de la entrevista concedida por Franco durante su estancia en Cáceres al semanario de París Je suis partout. En ella volvía a insistir en la necesidad de castigar únicamente a los culpables de los terribles sucesos que habían ocurrido durante el período de control revolucionario:

«En la mayoría de las ciudades y de los pueblos que ocupamos, los horrores cometidos por los rojos exceden a cuanto puede imaginarse. En mi visita a Talavera, he visto a una desgraciada mujer cuyos hijos habían sido largamente torturados y muertos ante sus propios ojos. A veces los agonizantes piden justicia a nuestros soldados, cuando éstos vienen a libertarlos. En estas condiciones la ejecución de los culpables es imposible de evitar, tanto más cuanto que un falso humanitarismo en estos casos parecería una culpable tolerancia de los crímenes cometidos, tendría un efecto moral lamentable; nadie que tenga conciencia de su responsabilidad puede adoptar semejante actitud»[10].

El 4 de marzo de 1937, Radio Castilla de Burgos dio a conocer unas declaraciones hechas a R.Churchill, corresponsal del Daily Mail, y en las que Franco no hablaba precisamente de exterminar a todos los enemigos:

«Clemencia y generosidad para los que se encontraron entre los rojos, obligados a seguirles y para los engañados por sus campañas. Sanción capital para los dirigentes y asesinos. El acto de haber hecho armas contra nuestras fuerzas no será considerado por nosotros como un crimen. Preferimos considerarlo como una locura o una desgracia. omos bastante fuertes para ser humanos. Al restaurar la Ley y el orden y construir la nueva España evitaremos dejar huellas de cicatrices»[11].

Mola se había manifestado en enero de 1937 en términos semejantes:

«Están fueran de la ley y la ley ha de ser inexorable con los traidores, con los incendiarios, con los asesinos y con los salteadores de Bancos. Los demás nada tienen que temer, pues la España nacional y los hombres que la rigen, como buenos cristianos que son, gozarán practicando la caridad y el perdón. En la España nacional no habrá ni rencores ni odios, ni tampoco miseria. Abiertos están nuestros brazos para recibir a cuantos equivocados nos han combatido y nos combaten. Pueden dar fe de ellos los cientos de milicianos y soldados que han pasado a nuestras filas. Si, una vez ante nosotros, quienes vengan no encuentran cariño, pan y sosiego, franca tendrán la salida, que a nadie queremos retener. Pero tenemos la seguridad absoluta, absolutísima, que ni uno solo nos abandonará»[12].

Por último, al lado de testimonios airados como el de Sáinz Rodríguez sobre la intervención de Franco en la revisión de las sentencias que llegaban a sus manos, hay que poner otros que no pueden silenciarse:

«Uno de los jefes más distinguidos del Cuartel General de Franco fue el comandante jurídico don Lorenzo Martínez Fusset, encargado de asesorar al Jefe en todo lo relacionado con la Justicia Militar. El Generalísimo, falto siempre de tiempo, aprovechaba sus largos viajes a los frentes, que, desde la muerte de Mola, realizaba en coche, para administrar justicia; sobre todo para examinar las causas en que la pena a que había sido condenado el procesado fuera la de muerte. El auditor iba sentado en la parte posterior del coche al lado del Generalísimo; yo iba delante al lado del chófer. Por lo anterior puedo dar fe de la minuciosidad con que mi general se enteraba de todas las causas que su auditor le leía, aclarando con todo detalle los aspectos que S.E. necesitaba conocer. Muchas veces Franco decía a Fusset: “Léame usted literalmente la declaración de testigo A o B”. Otras, la acusación fiscal, otras la de defensa, etc. Se quedaba un momento pensando para decir: “Conforme con la sentencia, o indultarlo”. Daba la sensación de la mayor serenidad y espíritu de justicia en sus decisiones. Si encontraba un resquicio para el indulto lo aplicaba inmediatamente. El competente asesor si alguna vez intervenía era para aconsejar benevolencia»[13].

También resulta falsa la impresión que se quiere dar de que Franco firmaba las penas de muerte:

«De acuerdo con la legislación española las sentencias dictadas por tribunales militares son ejecutivas cuando las confirma el jefe superior: pero al Rey, Presidente o Jefe de Estado corresponde ejercer la prerrogativa del indulto. Franco, que sabía que había indultado a más de la mitad de los condenados a muerte, y montado un sistema que permitió reducir la muy elevada población penal, tenía el convencimiento contrario, de que había tendido más a la indulgencia que a la crueldad. Lo mismo repiten quienes con él colaboraron en tareas de Gobierno. Y en cierta ocasión [...] Serrano Suñer le hizo seria advertencia de los peligros que incluía la indulgencia excesiva»[14].

En el mismo sentido, García Escudero ha hecho también interesantes precisiones:

«Que Franco no era inmune a las peticiones de piedad lo demuestra el que, de las 40 veces que su antiguo ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, se dirigió a él para pedirle, no clemencia, sino que examinase personalmente las causas por las que aquél se interesaba, en 39 concedió el indulto. Pero recuérdese lo que hizo Franco: estudiar las causas, no saltarse una ley cuya inexorabilidad había aprendido a respetar desde niño y de la que incluso fue víctima, como demuestran los dos casos que voy a citar
El primero es el de su primo, el comandante Ricardo de la Puente, que defendió el aeródromo de Tetuán contra los rebeldes en la noche del 17 de julio. Franco le tenía mucho afecto, pero todo lo que creyó que podía hacer fue poner la decisión final en manos del general Orgaz. El otro caso es el del general Campins, gobernador militar de Granada, que se niega inicialmente a secundar a Queipo, pero acaba sumándose al alzamiento. Había sido su segundo en la Academia de Zaragoza y Franco multiplicó los esfuerzos para convencer a Queipo de que al menos le conmutase la última pena. Campins, condenado a muerte, fue ejecutado
»[15].

Como puede verse, al lado de frases tantas veces repetidas como las de Azaña, Prieto y algunos pocos más, puede presentarse una lista de parecida entidad en el otro bando. Las diferencias no son tantas, excepto en un detalle de no poca importancia: en la retaguardia nacional estas intervenciones resultaron mucho más eficaces, el período de furor ciego fue más corto y las autoridades en ejercicio le pusieron coto tan pronto como el Gobierno de Burgos adquirió consistencia y el régimen naciente fue afirmando su autoridad en el territorio bajo su control.

· Más información sobre este tema en los libros de Ángel David Martín Rubio: Paz, piedad, perdón...y verdad (La represión en la guerra civil: una síntesis definitiva), Fénix, Madrid, 1997 y Los mitos de la represión en la Guerra Civil, Grafite, Ediciones, Madrid, 2005

NOTAS
[1] Cit.por SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Los fusilados en Navarra en la guerra de 1936, pp.74-75, remite a: ZUGAZAGOITIA, Julián, Historia de la Guerra de España, Buenos Aires, 1940, t.II, p.434.
[2] Cit.por CHAVES PALACIOS, Julián, La represión en la provincia de Cáceres durante la guerra civil (1936-1939), Cáceres, 1995, pp.102-103. En un discurso con ocasión de la toma de San Sebastián el propio Mola puso de relieve como «tanto en el Norte como en el Sur el Mando militar se esforzaba —consiguiéndolo cumplidamente— en evitar represalias, tornando odios en amores» MOLA VIDAL, Emilio, Obras Completas, Valladolid, 1940, p.1182.
[3] El Norte de Castilla, Valladolid, 29-julio-1936.
[4] El Norte de Castilla, Valladolid, 15-septiembre-1936.
[5] Archivo General Militar de Ávila; Fondos de unidades militares de la zona nacional durante la Guerra Civil española, Cuartel General del Generalísimo, Leg.344; Carpeta 5, 95-96 y 99.
[6] SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis, Franco: Crónica de un tiempo. I. El General de la Monarquía, la República y la Guerra Civil. Desde 1892 a 1939, Madrid, 1999, p.738.
[7] IRIBARREN, José María, Con el General Mola, Zaragoza, 1937, p.280.
[8] Cit.por SANZ DE DIEGO, Rafael María, «Actitud del P.Huidobro, S.J., ante la ejecución de prisioneros en la guerra civil, Nuevos datos», Estudios Eclesiásticos 60(1985)474.
[9] Cit.por SANZ DE DIEGO, Rafael María, «Actitud del P.Huidobro...», op.cit., p.475.
[10] El Correo de Andalucía, Sevilla, 9-octubre-1936.
[11] Cit.por GARCÍA MERCADAL, J., Ideario del Generalísimo, Zaragoza, 1937, pp.32-33.
[12] MOLA VIDAL, Emilio, Obras Completas, op.cit., p.1189.
[13] FRANCO SALGADO-ARAUJO, Francisco, Mi vida junto a Franco, Barcelona, 1977, p.239.
[14] SUAREZ FERNANDEZ, Luis, en Aportes 26(1994)138.
[15] GARCÍA ESCUDERO, José María, «La política» en Historia General de España y América. XIX-2. La época de Franco, Madrid, 1987, p.68.

SEGUNDO AVANCE DEL INFORME OFICIAL (III): Mérida, Santa Marta y Talavera la Real

Mérida (prov. Badajoz)
Hasta la entrada de las fuerzas libertadoras cometieron las turbas rojas en este pueblo DOCE ASESINATOS. No realizaron otros crímenes, entre los innumerables que tenían proyectados, por creer que esta Plaza no seria tan prontamente tomada por el Ejército. Por la misma razón, solamente sa­quearon unas seis o siete casas particulares antes de su huida.

Las detenciones de gente de orden llegaron a unas ochenta o cien. Entre las distintas vejaciones de que fueron objeto estas personas debe citarse por su crueldad la obligación impuesta a los presos, bajo pena de muerte, y du­rante las horas de más calor, de cavar las fosas en que luego habrían de ser enterrados, no llegando a realizarse este criminal propósito por la oportuní­sima llegada del Ejército. Fueron sin embargo asesinados por los rojos antes de su huída, los vecinos don Francisco López dc Ayala y de la Vera, don Antonio Ma. Fernández Domínguez, don Mario Balanzategui, don Manuel Herranz, don Federico Manresa, don Antonio Pardo, don Mateo Durán, don Antonio Rodríguez, don Victoriano Pacheco, don José Tabares, don Juan del Río y don Antonio Díaz. Todos fueron fusilados sin formación de causa, y enterrados en los lugares mismos donde les ejecutaban, o sea en las eras del pueblo y proximidades del Cementerio. Posteriormente, cuando fueron trasladados los restos de estas víctimas al Camposanto, pudieron apre­ciarse mutilaciones en algunos de los cadáveres.

Dan testimonio de estos hechos D. Narciso Rodríguez Ramírez, actual presidente de la Gestora, y D. Carlos Jaque Amador.

Santa Marta (prov. Badajoz)
Durante el periodo rojo fueron detenidos en este pueblo ciento catorce varones y nueve mujeres, personas todas de orden. Seis de estos detenidos, ellos el Cura párroco y el Secretario del Ayuntamiento, fueron objeto te su cautiverio de malos tratos, siendo golpeados con porras y otras contundentes con verdadero ensañamiento, a tal extremo que el detenido D. Urbano Gámiz, que antes de su entrada en la Cárcel había perdido la vista de un ojo, quedó ciego a consecuencia de un golpe recibido en el que tenía sano. Se cita también, para demostrar la crueldad de los dirigentes ­marxistas en este pueblo, que un guardia civil, herido por las turbas el día 10 de Agosto, fue trasladado al Hospital y allí atado a una cama de pies y manos, en cuya posición le encontraron las fuerzas del Ejército que liberaron a este pueblo.

La madre del Jefe de Falange D. Julián González Rodríguez, fue asesinada a tiros cuando llevaba la comida a su hijo, detenido en la Cárcel, que­dando en la vía pública el cadáver de la infortunada señora, que contaba setenta y tantos años de edad.

El resto de los detenidos se salvó milagrosamente por la inesperada llegada ­del Ejército que puso en precipitada fuga a los rojos.

José Tovar Fernández da testimonio, por haberlos presenciado, de los tratos dados a los detenidos, siendo testigo de referencia de los hechos acaecidos D. Manuel Sampelayo Tovar.

Talavera la Real (prov Badajoz)
Durante el mando de las turbas rojas en este pueblo se cometieron VEINTE ASESINATOS, a más de innumerables saqueos en los domicilios de las personas de orden.

En la noche del 18 de Julio comenzaron las detenciones arbitrarias, siendo el vecino Jesús Pertegal el primer encarcelado y deteniéndose hasta unas cien personas más. Todas ellas fueron encerradas en el calabozo del Ayuntamiento, comenzando así sus suplicios. El mencionado calabozo, de área reducidísima, y capaz sólo para contener quince o veinte reclusos, fue ocupado por los cien detenidos, que apenas podían respirar, y que estaban completamente hacinados y estrujados unos contra otros. Conforme entraban en el calabozo, tenían que pasar entre una doble fila de jóvenes bárbaros marxistas, quienes, provistos de sendas porras de cabeza metálica, golpeaban sañudamente a los detenidos; uno de éstos cayó al suelo desvanecido a causa de los golpes. Al cabo de unos días, y previa la liberación de unos cuantos de estos infelices, trasladaron al resto a la Ermita de San José, y el día 4 de Agosto por la noche libertaron a todos, excepto los siguientes: Isidoro Durán, Antonio Salguero y Salguero, Ramón Juez Fernández, José Ardila Crespo, Regino Gómez Ordóñez, Ramón Ordóñez Ardila, Juan Ordóñez Ardila, Fidel Martín y Martínez, Antonio Villalobos Viscar, Teodoro Ardila Barrera, Rafael Fernández Díaz (Sacerdote), Juan Matías Martínez, Ma­nuel Melchor, Jesús Pertegal Cortés, Juan Riera Arillas (Juez municipal), Miguel Doncel Villalobos, Antonio Doncel Villalobos, José Basago Durán, Agustín García Sierra y Francisco Anaya y Anaya. Pasaron éstos nuevamente al calabozo del Ayuntamiento, donde sufrieron diariamente dos o tres pa­lizas, hasta el 13 de madrugada, y este día, atados de dos en dos, fueron lle­vados a las afueras del pueblo y allí muertos por descargas de fusilería y es­copetazos.


Tomado de: Segundo avance del informe oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y demás depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del Mediodía de España por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid. Julio, agosto y septiembre MCMXXXVI, Estado Español, [Burgos]?, 1936, pp.

domingo, 26 de octubre de 2008

SEGUNDO AVANCE DEL INFORME OFICIAL (III): Fuente de Cantos y Granja de Torrehermosa

FUENTE DE CANTOS (PROV. Badajoz)

El 19 de julio y para que pudiesen incautarse las turbas amparadas por las autoridades municipales de las armas que estaban en poder de las per­sonas de orden, se detuvo a mas de sesenta personas de derechas, entre las cuales se encontraban elementos civiles, militares retirados y hasta el Sr. Juez de Instrucción del partido. Algunas de ellas, las menos, fueron llevadas a la Cárcel, y a las demás, en número de cincuenta y cuatro, se les condujo pri­meramente a los locales del Ayuntamiento, donde permanecieron tres horas y media, y después a la sacristía de la Iglesia parroquial, situada frente a aquél.

A las tres y media del referido día y previo toque de campanas, las tur­bas tirotearon a los que se hallaban en la referida Iglesia, que fue rociada con gasolina. Los disparos se sucedían sin interrupción y empezaba a arder el templo, por lo que los detenidos sufrieron los primeros síntomas de asfixia. Mientras unos buscaban la salida, donde fueron sacrificados sin piedad por descargas de los rojos, otros se refugiaron en la torre ancha de la Iglesia, dominada por otra torre desde la cual también se les hacían disparos. A las siete aproximadamente, fueron sacados uno a uno de la mencionada Iglesia y conducidos nuevamente al Ayuntamiento, donde permanecieron hasta el día siguiente, en que fueron trasladados a la Cárcel del partido.

Consecuencia de los disparos de las turbas fue la muerte de D. Manuel Macías Tomás, D. José María Manzano Marín, D. Francisco Álvarez Rojas, D. Fernando Carrascal Salamanca. Otras doce personas perecieron abrasadas o carbonizadas, entre ellas D. Juan Esteban Pagador, D. Luis Ibarra Pé­rez, D. Francisco Bermejo Rubio, D. Andrés García Gómez, D. Antonio Díaz Lancharro, D. Manuel Sánchez Boza, D. Manuel Iglesias González y D. Fernando Pagador Rosario.

Las turbas profanaron las Iglesias de Nuestra Señora de la Hermosa, la de la Misericordia y la del Carmen, cuyas religiosas Carmelitas fueron obje­to de infames vejaciones por rameras de la localidad, que actuaron con permiso de la autoridad gubernativa roja. Fueron pasto de las llamas los archivos ­del Juzgado de Instrucción, Registro de la Propiedad y Protocolo corrien­te de la Notaría.

Puede añadirse a todo lo relatado los innumerables atropellos cometidos en las propiedades y personas de orden del pueblo que ha quedado sumido en la pobreza más absoluta.

GRANJA DE TORREHERMOSA (PROV. Badajoz)

Durante el tiempo que estuvo este pueblo en poder de los rojos, se cometieron toda clase de desmanes, calculándose aproximadamente en un total de treinta y cinco hombres, once mujeres y dos niñas las víctimas de la barbarie marxista Los templos fueron saqueados y destrozadas las imágenes y objetos de culto, con cuyos restos hicieron hogueras. Todos los domicilios de personas de orden fueron objeto de saqueos, llevándose los rojos dinero, joyas y enseres, y, destrozando lo restante.

A Continuación damos un informe médico pericial sobre los cadáveres hallados a las puertas del Cementerio al llegar las tropas libertadoras y de los cuales insertamos algunas fotografías.

Informe médico pericial acerca de los cadáveres encontrados insepultos en el pueblo de Granja de Torrehermosa

Los Doctores J.Derqui y Goyena, Manuel Reyero Trulías y José Reyero Trulías, encargados de redactar este informe, certifican con su firma la veracidad de lo que posteriormente expresan:

En el exterior del Cementerio de dicho pueblo, y al lado izquierdo de la puerta que le da entrada, se encontraba profusamente hacinado un montón de cadáveres en número de once, de los cuales ocho eran de mujeres de diversas edades, dos de niñas y uno de hombre. El estado de descomposición de tales cadáveres dificultaba extraordinariamente un reconocimiento minucioso y detallado de los mismos. Con toda seguridad la muerte violenta que han sufrido estas víctimas se produjo de cuarenta y ocho a setenta y dos horas antes de hacerse este informe.

La identificación de las víctimas se hizo difícil por la causa antes dicha y no pudo ser completa. Sin embargo, los datos conseguidos son los siguientes:

1º.Cadáver de hombre de unos 60 años de edad, herida de hacha en la región parietal izquierda y herida de bala en la región precordial.
2º. Cadáver de niña de unos 5 años de edad, herida de hacha u otro instrumento cortante y pesado, en el parietal derechos, fractura completa del brazo y antebrazo derecho y extensas contusiones en la región lumbar y dorsal. La muerte fue producida, al parecer, por golpe violento de la víctima contra el suelo o pared, con fractura de la extremidad superior derecha y contusiones, y una vez en el suelo herida en el cráneo.
3º Otro cadáver de niña de unos 9 a 10 años, fractura con magullamiento del cráneo, sin herida aparente, fractura completa del brazo derecho y signos de violación o intentos.
4º Cadáver de joven de 22 a 26 años, con tremendo golpe entre el parietal izquierdo y el occipital, con hundimiento de la bóveda craneana, salida de la masa encefálica e inclusión del pelo dentro del cráneo, balazo en la región maxilar derecha, sin orificio de salida, seguramente producido por bala de plomo de un calibre de 44 a 48.
5º Cadáver de mujer de unos 58 a 60 años de edad, extensa herida por hacha al lado derecho del cráneo y cara.
6º Cadáver de joven de unos 30 años de edad, con desarticulación completa de la cabeza, contusión extensa en la región frontal izquierda y desgarramiento de la vulva por objeto contundente. En esta víctima hubo posible violación hecha con anterioridad.
7º Cadáver de mujer con extensa herida cortante, posiblemente producida por hacha en la ingle derecha, con rotura del paquete básculo-nervioso y capas musculares, no pudiéndosele hacer una inspección persecución religiosa encontrarse debajo de los otros cadáveres.
8º Cadáver de mujer con extensa herida en la cara interna de la pierna izquierda, producida por hacha, con desgarramiento de todos los tejidos.
9º Cadáver de mujer de unos 24 a 26 años de edad, con magullamiento del cráneo, desarticulación de la cabeza, fractura del brazo derecho, exostalmia del ojo izquierdo, contusiones en la región genital producidas por una posible violación.
10º Cadáver de mujer con herida extensa por instrumento muy cortante en la región maxilo-parietal-temporal izquierda.
11º Cadáver de mujer que por encontrarse completamente debajo de los demás no pudo ser reconocido.

Granja de Torrehermosa a las trece horas del día 27 de Septiembre de 1936. (Firmado): Dres. Carlos J.Derqui y Goyena, Manuel Reyero Trulías y José Reyero Trulías
.- Rubricado

Tomado de: Segundo avance del informe oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y demás depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del Mediodía de España por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid. Julio, agosto y septiembre MCMXXXVI, Estado Español, [Burgos]? , 1936, pp.

viernes, 24 de octubre de 2008

LOS CAÍDOS DE CASTUERA

Afirma un anónimo comentarista de nuestro Blog en relación con las víctimas de la represión republicana en Castuera:
"Siendo numerosos los represaliados, y dramáticas las circunstancias de los hechos, no alcanzan ni por asomo la cifra que pregonas insistentemente"
En mi artículo aludido se afirma que: "en total fueron asesinadas en Castuera ochenta y seis personas; si nos referimos a todos los vecinos de este pueblo, incluyendo a los fusilados en otros lugares, el número total de víctimas de la represión frentepopulista se sitúa en ciento nueve"
En la siguiente relación se incluye solamente a los asesinados, no a los muertos en acción de guerra. Juzguen los lectores:

1. Mariano Borrachero García: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
2. Pedro Borrachero Moreno: +”El Quintillo”, 22-ago-36
3. Pablo Caballero Alfaro: +Fte.Ebro, ago-38
4. José María Caballero García: +”El Quintillo”, 22-ago-36
5. León Caballero García: +”El Quintillo”, 22-ago-36
6. Manuel Caballero Morillo: +Peraleda del Zaucejo, 7-ene-39
7. Fernando Cáceres Caballero: +Fte.Castellón, jun-38
8. Manuel Cáceres Calderón: +Pozoblanco (Córdoba), 6-ene-38
9. Antonio Cáceres Gómez: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
10. Adolfo Bonifacio Camacho Caballero: +Castuera (Ermita Sta.Ana), 25-jul-36
11. Diego Carrasco Fernández-Blanco: +”El Quintillo”, 22-ago-36
12. Francisco Carrasco Fernández-Blanco: +”El Quintillo”, 22-ago-36
13. Justo Chamizo Acedo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
14. Julián Chiscano Pérez-Cortés: +Castuera (Plaza), 25-jul-36
15. Hipólito de la Cruz Benítez-Donoso: +”El Quintillo”, 22-ago-36
16. Víctor de la Cueva Godoy: +”El Quintillo”, 22-ago-36
17. Juan María Custodio Tena: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
18. José Delgado López: +”El Quintillo”, 22-ago-36
19. Jerónimo Domínguez Fernández: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
20. Eugenio Donoso Pozo: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
21. Mariano Donoso Pozo: +”El Quintillo”, 22-ago-36
22. Valentín Donoso Sánchez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
23. Antonio Fernández López: +Madrid, 2-sep-37
24. José María Fernández Santamaría: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
25. Tomás Fernández Tejeda: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
26. Juan Manuel Gallego Cáceres: +Cabeza del Buey, 5-ago-38
27. Juan Gallego Sánchez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
28. Antonio García Blanco: +Fte.Toledo, 29-may-38
29. Vidal García Caballero: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
30. Rosendo García Casasayas: +“El Quintillo”, 22-ago-36
31. Sotero García Sobrado: +Castuera, 23-jul-38
32. Fernando Gavilán Ruiz: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
33. César Gironza de la Cueva: +Madrid, 25-nov-36
34. Faustino Gironza de la Cueva: +Villanueva de la Serena, 9-ene-37
35. Ricardo Gironza de la Cueva: +Madrid, 25-nov-36
36. Juan Godoy Benítez-Donoso: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
37. José Manuel Gómez Romero: +”El Quintillo”, 22-ago-36
38. Advianor González Cabanillas: +”El Quintillo”, 22-ago-36
39. Manuel González Cabanillas: +Paracuellos del Jarama (Madrid), 24-nov-36
40. Antonio González Guisado: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
41. Mateo González Manzano: +Fte.Granja-Fuente Obejuna, ene-38
42. Leandro Guisado Delgado: +Castuera, 3-sep-37
43. José Habas Ramos: +Fte.Ebro, may-38
44. Manuel Habas Ramos: +Fte.Toledo, sep-38
45. Andrés Helguera Muñoz: +”El Quintillo”, 22-ago-36
46. Juan Pedro Hernández Cachadiña: +Castuera (Ctra.Navalpino, Km.24), 6-sep-36
47. Plácido Hidalgo Morillo: +Granjuela (Córdoba), 27-sep-36
48. Juan Francisco Hidalgo Sánchez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
49. Jacinto Holguín Alonso: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
50. Francisco Holguín Fernández: +”El Quintillo”, 22-ago-36
51. Manuel Holguín Fernández: +Fte.Toledo, 15-sep-37
52. Domingo Isidoro Donoso: +Castuera (Balcón Comercio), 24-jul-36
53. Juan León Domínguez: +”El Quintillo”, 22-ago-36
54. Joaquín López Moreno: +Castuera, 18-jul-37
55. Manuel Marín Morillo: +”El Quintillo”, 22-ago-36
56. José Martí Mercader: +Castuera, 23-jul-38
57. Antonio Martín Cascos: +Ciudad Real, 17-dic-36
58. Alejandro Martín Murillo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
59. Gerardo Martín Sánchez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
60. Mario Luis Méndez-Benegassis García-Mora: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
61. Moisés Méndez-Benegassis García-Mora: +Zalamea de la Serena, 27-ago-36
62. Julián Mendoza Tena: +”El Quintillo”, 22-ago-36
63. Pedro Molina Rodríguez: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
64. Julián Morillo Cabanillas: +”El Quintillo”, 22-ago-36
65. Benito Morillo Domínguez: +Castuera, 24-sep-36
66. Pedro Antonio Morillo Morillo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
67. Antonio Morillo Ortiz: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
68. Antonio Morillo Sánchez: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
69. Pablo Morillo Tena: +”El Quintillo”, 22-ago-36
70. Juan Morillo Urrejola: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
71. Bernardo Morillo-Valdivia Fernández-Canedo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
72. Vicente Morillo-Valdivia Martínez-Matamoros: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
73. Emilio Muñoz Chaves: +Castuera, 23-jul-38
74. Gerardo Muñoz Gutiérrez: +Castuera, 23-jul-38
75. Galo Núñez Fernández: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
76. Isidoro Ortiz Caballero: +Castuera (C/Buensuceso), 25-jul-36
77. Eldiberto Pantoja Corrochano: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
78. José Pozo Hidalgo: +Castuera (Tejado C/Iglesia nº1), 25-jul-36
79. Luis Robado Ayala: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
80. Lorenzo Atanasio Rodríguez Cortés: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
81. Manuel Rodríguez Pizarro: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
82. Paulino Romero Dávila: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
83. Manuel Romero García: +Teruel, 8-feb-38
84. Camilo Salamanca Jimenez: +”El Quintillo”, 22-ago-36
85. Antonio Sánchez Gallego: +Fte.Granja-Fuente Obejuna, ene-38
86. Joaquín Sánchez García: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
87. Antonio Sánchez Gutiérrez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
88. Guillermo Sánchez Martín: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
89. Manuel Sánchez Martín: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
90. Aniceto Sánchez Mora: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
91. José Sánchez Mora: +”El Quintillo”, 22-ago-36
92. Antonio Sánchez Sánchez: +Elías (Castellón), 6-sep-38
93. Juan Sánchez Sánchez: +Fte.Cataluña, sep-38
94. Tomás Sánchez Tena: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
95. Alberto Somoza de la Cámara: +”El Quintillo”, 22-ago-36
96. César Somoza de la Cámara: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
97. Manuel Soto López: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
98. Martín Soto Lozano: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
99. Gabriel Soto Morillo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
100. Antonio Tamayo Tena: +Fte.Cataluña, oct-38
101. Antonio Tena Méndez: +Castuera (Hospital Militar), 1-abr-37
102. Jacinto Tena Rojas: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
103. José Tena Sánchez: +Castuera ("El Arenal"), 25-jul-36
104. Juan Tena Sánchez: +Hinojosa del Duque (Córdoba), 2-ago-38
105. Juan de Tena-Dávila Benítez-Donoso: +Castuera (C/Benquerencia, 4), 29-jul-36
106. Luis de Tena-Mora Acedo: +”El Quintillo”, 22-ago-36
107. Manuel de Tena-Mora Acedo: +”El Quintillo”, 22-ago-36
108. Antonio Tosina Hidalgo: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36
109. José Vázquez Sánchez: +Castuera (Cementerio), 12-sep-36

Por otro lado, dicho comentario comenzaba así: "La cifra de "Caídos por Dios y por España" en Castuera se puede consultar en la lápida que durante años presidió la fachada de la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena hasta su posterior traslado a la capilla de la epístola que precede el acceso a la sacristía, donde se encuentra en la actualidad"

Cualquier persona mínimamente relacionada con Castuera sabe que esto no es cierto, que la lápida fue arrinconada en un trastero del Cementerio después de quitarla e ignoro si sigue allí pero nunca fue trasladada al interior de la Iglesia, algo que hubiera sido mucho más correcto con la memoria de aquellos Mártires.

"Como historiador te harías un gran favor abandonando el camino panfletero y caricaturesco que has elegido" Es el consejo que me da mi anónimo comentarista; sobra cualquier comentario... si de algo que somos testigos él tiene la información que revelan sus palabras me gustaría saber qué hay de verdad en el resto de su alegato.

Tal vez, la misma que cuando afirma que haberse enterado de que "Castuera había sido masacrada por la aviación franquista". Este pueblo -de gran importancia estrategia por haber sido constituido a manera de "Capital" de la Extremadura Roja- sufrió el primer bombardeo de la aviación nacional el 24 de noviembre de 1936, causando un muerto y siete heridos; el 5 de mayo de 1937, causó diecinueve muertos y setenta y nueve heridos, el 26 del mismo mes, un muerto y ocho heridos, el 13 de junio del mismo año, tres heridos, el 28 de igual mes, sin causar muertos ni heridos; el 19 de febrero de 1938, hubo seis muertos y doce heridos. La aviación republicana bombardeó el pueblo unas siete u ocho veces causando catorce muertos y veinticinco heridos. El total de los desperfectos ocasionados por los bombardeos fueron sesenta y nueve edificios.

Si para el autor, esto es una masacre ¿Qué términos reservará, por ejemplo, para lo ocurrido en la vecina localidad de Campanario? Aquí el 28 de agosto de 1938 la aviación republicana bombardeó la estación férrea y la localidad, causando 96 víctimas, muriendo además algunos heridos en los hospitales y ocasionando desperfectos en los edificios...

martes, 21 de octubre de 2008

EL CAMINO DE LA HISTORIA Y LA ENTELEQUIA DE LA MEMORIA


Iglesias de Baena (Córdoba) y Usagre (Badajoz) después de su incendio y profanación. Escenas como ésta se repitieron en toda la zona de España sometida al Frente Popular

Me resultó muy revelador conocer una serie de artículos en la línea de lo que se ha llamado “recuperación de la memoria histórica” que han aparecido en una revista digital llamada Entelequia (http://www.eumed.net/entelequia/). Por encima de la mayor o menor calidad de los trabajos allí reunidos, en todos latía una voluntad, en algunos casos paladinamente confesada, de construir un proyecto socio-político basado sobre una re-lectura neo-socialista del pasado de la España contemporánea. Lo dicho, una entelequia, es decir, como define el diccionario de la RAE, una cosa irreal, en utilización irónica de un concepto empleado por la filosofía aristotélica para referirse al fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona.

A mi pueblo natal, Castuera (Badajoz), le ha cabido la desgracia de ser elegido en el contexto de esta estrategia gramsciana como lo que a algunos les gustaría que hubiese sido: el Auschwitz extremeño del franquismo. La razón, que en sus inmediaciones se estableció de manera provisional durante menos de un año (1930-1940) un campo de concentración de prisioneros transformado después en una institución aneja a la Prisión Provincial. Basta, por lo tanto, de recordar viejas glorias históricas. Para los defensores de la entelequia, de lo irreal, el recuerdo no es algo dado sino algo que se construye y se impone, incluso a pesar de las resistencias. Por eso, afirman: «Para un pueblo acostumbrado a verse reflejado en la tradición, en la repetición de sus ritos, en una mirada nostálgica a los años pasados, en definitiva a forjarse una identidad basada en el reconocimiento de nuestros mayores, visualizar como identidad, como pasado común, el gran escenario de una guerra y una posguerra sin cuartel para el vencido supone sin duda un hecho difícil de gestionar en el presente […]» (Antonio D. López Rodríguez y Guillermo León Cáceres, artículo en el lugar citado).

¡Pobre objetivo! Basar la identidad de un pueblo en la derrota sufrida por el Frente Popular en 1939. Quizás por eso, desde hace unos años al llegar el mes de abril unos cuantos ―nostálgicos la mayoría de un ayer que no conocieron― se dirigen en procesión cívica al escenario de su peculiar memoria agitando banderas inconstitucionales, manchadas de morado, y pasando a pocos metros de las tapias del cementerio, lugar en el que las milicias del Frente Popular asesinaron en el verano de 1936 a decenas de vecinos de esta población extremeña. Poco parece importarles a los herederos de una ideología que ha causado más de cien millones de muertos.

Y es que frente al sinsentido de la memoria solo se puede edificar sobre el rigor de la historia.Desde que en julio de 1936 quienes habían recibido armas del Gobierno de la República al margen de cualquier consideración legal aprovecharon las circunstancias para desencadenar su anunciada revolución en aquellos lugares en que los militares y paisanos sublevados no lograron imponerse de manera definitiva, el terror iba a mantenerse durante los casi tres años de guerra. Varios centenares de personas perdieron la vida en las matanzas con las que socialistas y comunistas regaron de abundante sangre las comarcas pacenses de La Serena y Los Montes, lo que ellos mismos llamaban la Extremadura Roja; miles de vecinos de estos pueblos pasaron por las cárceles o dejaron en ellas la vida y la salud; durante meses milicianos y dirigentes políticos se convirtieron en dueños de la vida y hacienda de muchas de personas cuya vida podía depender del capricho de uno de aquellos flamantes dirigentes. Por eso resulta trágico, tener que escuchar a los hijos de aquellos criminales, convertidos ahora en locuaces testigos por ciertos historiógrafos o por las cámaras de televisión, para darnos su versión de lo ocurrido.

Solo por citar uno de los casos ocurrido precisamente con vecinos de Castuera, en la mañana del 22 de agosto, veinticuatro detenidos fueron montados en el tren y, al llegar a las inmediaciones del apeadero de El Quintillo, les obligaron a bajar, les hicieron varios disparos en las piernas, al caer al suelo les echaron encima leña y los rociaron con gasolina, prendiéndole seguidamente fuego y quemándolos cuando aún estaban con vida. La lista de los asesinados había sido seleccionada la noche antes en una reunión del Comité revolucionario que se celebró en el Ayuntamiento. Entre ellos figuraban el Párroco y el primer alcalde que tuvo la República en esta población. Si a las “sacas colectivas” añadimos otras muertes que se produjeron en forma aislada (las últimas en julio de 1938) en total fueron asesinadas en Castuera ochenta y seis personas; si nos referimos a todos los vecinos de este pueblo, incluyendo a los fusilados en otros lugares, el número total de víctimas de la represión frentepopulista se sitúa en ciento nueve, una de las cifras más altas de la provincia. Por lo que a su origen socio-profesional se refiere, predomina un grupo de modestos empleados y obreros de distintos oficios, en su mayoría vinculados a Falange Española, organización que ya había sufrido en esta localidad un atentado contra el jefe provincial Arcadio Carrasco (marzo-1936) y el asesinato de uno de sus militantes, Leopoldo Sánchez Hidalgo, pocos días antes de comenzar la guerra. Teniendo en cuenta que las “sacas” se llevaban a cabo con un gran despliegue de medios, en la inmensa mayoría de estos crímenes puede hablarse de la participación de las autoridades locales así como de un contingente de milicias y guardias de asalto a las órdenes de sus respectivos mandos. El mito de la espontaneidad en la violencia revolucionaria resulta insostenible y únicamente se puede hablar de asesinatos irregulares por carecer de toda norma jurídica no por haberse llevado a cabo sin la anuencia de los dirigentes.

Castuera fue escenario, al igual que otros lugares de la provincia de Badajoz, de varias decenas de ejecuciones irregulares durante los meses de abril y mayo de 1939 y de otras como resultado de las penas de muerte impuestas por consejo de guerra. Las tapias del cementerio volvieron a mancharse de sangre, aunque ahora era la de aquéllos que habían participado en las detenciones, fusilamientos y demás excesos cometidos en la retaguardia, tanto en Castuera como en otros pueblos de la comarca o siguieron practicando actos de bandolerismo en la posguerra. Las represalias alcanzaron en ocasiones a familiares de los más directamente implicados.

Trágica historia para pretender edificar sobre ella la identidad de todo un pueblo. A uno de aquellos jóvenes falangistas de Castuera, le preguntaron sus asesinos por qué no había utilizado los últimos cartuchos que le quedaban “para levantarse la tapa de los sesos”, a lo que el camisa azul respondió que “el último cartucho también era para defender a España”.

Defender a España de los que hoy quieren liquidar su existencia como nación, pactando con terroristas, imponiendo la cultura de la muerte y el laicismo. Como programa, me parece mucho más atractivo que la entelequia que nos proponen los radicales de izquierda.

¿Nos animamos a ser rebeldes frente a este sinsentido?
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INTERVENCIÓN EN LIBERTAD DIGITAL TV y CNN+

El próximo miércoles 22 de octubre a las 22.15h intervención de Angel David Martín Rubio, junto a otros invitados, en el espacio "DEBATES EN LIBERTAD" dirigido por Javier Somalo acerca de la intervención de Baltasar Garzón en el debate sobre la memoria histórica.
El programa podrá verse en: http://www.libertaddigital.tv/programas

Huyendo del circo, sin tiempo tasado ni complejos ideológicos, Javier Somalo abordará en Debates en Libertad cada miércoles, a partir de las 22:15, un asunto de interés para comprender mejor la actualidad. Testimonios clave, análisis de expertos y discusión argumentada en 60 minutos y siempre con recomendaciones bibliográficas para conocer a fondo los asuntos políticos, económicos y sociales más importantes del momento.

El mismo día, intervención en El debate de CNN+ junto a Javier Rodrigo, historiador especialista en los campos de concentración. Más información en:
http://www.cnnplus.com/codigo/noticias/noticias.asp

INTERESANTE COMENTARIO DEL DR.CAPPONETTO


La ciudad de Cáceres, hoy Patrimonio de la Humanidad, sufrió los efectos destructores de la Aviación marxista. Así quedó el Palacio de Mayoralgo, situado junto a la entonces Parroquia de Santa María en el centro de la ciudad

En esta imagen pueden observarse los arcos de la Plaza Mayor protegidos por sacos terreros para evitar los daños de la aviación

El ilustre ensayista y pensador argentino D.Mario Capponetto, ha difundido el siguiente comentario:

¿Tendrá en cuenta esta historia Su Señoría D Baltasar Garzón?

La prestigiosa revista española, Altar Mayor, órgano de la Hermandad del Valle de los Caídos, en su número 122, de junio de 2008, trae un interesante artículo titulado El bombardeo de Cáceres y la aviación en Extremadura durante el primer año de guerra (1936-1937), cuyo autor es el historiador, Profesor de Historia en la Universidad de San Pablo, Madrid, D Ángel David Martín Rubio.

Transcribimos algunos fragmentos de esta interesante nota. Remitimos a su texto completo que puede hallarse en el sitio: http://www.hermandaddelvalle.org/categories.
¿El Señor “juez” Garzón se hará cargo de investigar estos hechos?

El bombardeo de Cáceres y la aviación en Extremadura durante el primer año de guerra (1936-1937)

El bando republicano fue el primero en bombardear ciudades, de forma que antes de finalizar el mes de julio de 1936 ya habían sufrido estas agresiones Zaragoza, Córdoba, Sevilla y otras, según se reconoce en sus propios partes oficiales de guerra. Ahora bien, mientras que el Gobierno republicano inició una activa campaña propagandística internacional frente a los bombardeos nacionales, que llegó incluso al Vaticano, la propaganda nacional, mucho menos preocupada por estas materias, sólo acertó a responder tardíamente con unos folletos que registran menos bombardeos y muertos que los que hubo realmente.

Veamos en este trabajo el uso que se hizo de la Aviación en un frente de las características del extremeño, definido tradicionalmente como secundario y establecido en una región cuyas dos provincias sufrieron una suerte muy distinta: En Cáceres una vez dominada la capital por los sublevados, las nuevas autoridades organizaron sus fuerzas que fueron controlando el resto del territorio sin grandes complicaciones. En Badajoz, las fuerzas armadas permanecieron en un principio al lado de la República y únicamente en Castuera y Villanueva de la Serena se llegó a consolidar precariamente un enclave dominado por los alzados pero pronto sería sofocado y el 30 de julio toda la provincia quedaba en manos de la República [...]

III. El Bombardeo de Cáceres

La Ofensiva Nacional sobre Vizcaya (del 31 de marzo al 29 de junio de 1937) supuso un duro revés para el Gobierno republicano pues suponía la incorporación a la España de Franco de las zonas más importantes en recursos minerales e industria estratégica. La única manera de evitar este desastre era crear ataques de diversión y quebrantadores contra otros frentes. Tal era una de las razones principales de la primera gran ofensiva de la República, en Brunete (del 5 al 25 de julio de 1937).

Una respuesta secundaria menos conocida fue una campaña de bombardeos contra ciudades de la retaguardia nacional, iniciada poco después del comienzo de la campaña del Norte y antes de los ataques a Durango y Guernica. Por ejemplo, el 12 de abril un avión bombardeó Valladolid y la carga cayó sobre varias casas próximas a la Academia de Caballería y una escuela en el momento en que salían de ella los niños. Murieron 30 personas y hubo 100 heridos, algunos de los cuales fallecieron más tarde. Palma de Mallorca, Granada, Sevilla, Talavera de la Reina, Burgos, Alba de Tormes (Salamanca), Navalcarnero, Segovia, Cantalejo (Segovia), Cáceres, Córdoba, Daroca y Calatayud (Zaragoza), Miranda de Ebro, Granada, Zaragoza... serían entre otras, las ciudades convertidas durante los meses de abril a diciembre de 1937 en objetivos de la Aviación republicana que causó centenares de víctimas entre la población no combatiente.
La incursión aérea contra la ciudad de Cáceres fue organizada durante la batalla de Brunete que se venía desarrollando en las inmediaciones de Madrid durante el mes de julio de 1937. En la mañana del 23 de julio cinco de los aviones de bombardeo soviéticos llamados Katiuskas sobrevolaron la ciudad sobre las nueve y media de la mañana, descargando sobre su núcleo urbano dieciocho bombas que afectaron a lugares como el Mercado de Abastos, Instituto de Enseñanza Media, Gobierno Civil, Plaza de Santa María, calles Santi Espíritu y Nidos y traseras del cuartel de la Guardia Civil. De poco habían servido las medidas preventivas que se habían tomado días antes de producirse la agresión por parte del Gobernador Militar y del Alcalde. Así, en la Plaza Mayor, la noche del 22 de julio se trabajaba activamente en la colocación de sacos terreros.

Especialmente dramáticas fueron las circunstancias ocurridas en la Plaza de Santa María. Unos cacereños murieron postrados ante la Patrona pues la Virgen de la Montaña se encontraba en la hoy Concatedral de Santa María; otros cuando abandonaban el Templo y otros al dirigirse a él. El Obispo Fray Francisco Barbado Viejo, con sus ropas manchadas por los cascajos y la sangre de los heridos, se adentró entre las ruinas para confortarlos y auxiliar en los últimos momentos a los más graves. Grave confusionismo reinó también en el Mercado de Abastos por la aglomeración existente en el mismo al estallar en sus proximidades algunos explosivos.

Dos de estas bombas cayeron frente a una de las puertas de Santa María y su metralla cruzada penetró en la Iglesia dejando sin vida o malheridos a todos los que estaban al fondo, por debajo de las pilas del agua bendita; otros murieron en la plazuela; el Palacio de Mayoralgo se vino abajo, como varios edificios de la Plaza y las traseras del Ayuntamiento, con personas muertas o heridas en todos ellos. Quienes eran niños entonces todavía recuerdan el episodio:

A mí, como a otros niños, nos cogió en el colegio de don Ponciano, que nos mandó a casa y con el temor y la curiosidad infantil, atravesamos ese espectáculo dantesco... No se me olvidará la figura del Obispo, el dominico Fray Francisco Barbado Viejo, con su blanco hábito cubierto de sangre, reconfortando a los heridos, ayudando a todos y dando la «extremaunción»” a los muertos; los legionarios escayolados evacuando heridos, y algunos miembros, seccionados brutalmente por la metralla, colgando de la bóveda del palacio de Canilleros, que era cuartel de milicias.
“En las carpinterías de Cáceres se terminó la madera para hacer ataúdes. Se autorizó a llevar, sin muchos trámites, a los muertos a enterrar a los pueblos de los que procedían... Treinta y tres personas fueron enterradas en el Cementerio de Cáceres, aparte de miembros amputados de algunas otras... y se decretó el silencio oficial por razones de guerra
” (Testimonio de Fernando García Morales, consultado el 12 de julio de 2007).

La información sobre lo ocurrido en Cáceres fue recogida en el Parte Oficial de Guerra en los siguientes términos:

La aviación enemiga, siguiendo su criminal costumbre de bombardear poblaciones indefensas de la retaguardia, sin finalidad militar alguna, ha bombardeado hoy la capital de Cáceres con cinco aviones causando muertos y heridos en la población civil, la mayor parte mujeres y niños. Este criminal proceder obliga a llevar a cabo las naturales y prontas represalias que ya hemos tenido que ejercer en otras ocasiones iguales”.

El Parte Oficial republicano únicamente afirmaba, con evidente escarnio de la verdad, que se habían bombardeado «diversos objetivos militares en las cercanías de Cáceres»

El resultado fueron 31 muertos y 64 heridos, cuatro de los cuales murieron después elevando a 35 el número de víctimas del bombardeo. De éstos 12 eran hombres y 23, mujeres. La víctima más joven era una niña de 4 años y la de más edad un anciano de 87. 14 de ellos pueden considerarse de edad madura, 15 eran menores de 25 años y 6 mayores de 60.

Sospechándose que esta acción formaba parte de un plan previamente trazado por el Gobierno republicano, sospecha que se iba a reforzar al descubrirse en las Navidades de 1937 el proyecto de infiltración en la propia retaguardia cacereña llevado a cabo por Máximo Calvo, las autoridades nacionales reforzaron las defensas antiaéreas en las poblaciones extremeñas más importantes: se crearon refugios, se construyeron trincheras, se implantaron servicios de vigilancia y escuchas, instalándose sirenas que anunciaban de la presencia de aviones. Todo ello ocurría sobre todo a partir del otoño de 1937, afortunadamente los bombardeos republicanos en la retaguardia extremeña descendieron notablemente hasta que tuvo lugar la ofensiva del verano de 1938 en La Serena.

lunes, 20 de octubre de 2008

INTERVENCIÓN EN "LA ESTRELLA POLAR" (Cadena Cope)



En el programa "La Estrella Polar" que dirige Javier Esparza en la Cadena Cope se emitirá en la madrugada del veintiuno al veintidós de octubre una breve intervención de Ángel David Martín Rubio en relación con el Congreso La Guerra de la Independencia. Conflicto bélico y cambio socio-político que tendrá lugar en Cáceres el próximo 15 de noviembre.

Todos los detalles sobre dicho congreso en:


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Más información sobre el programa en:
http://www.cope.es/laestrellapolar

viernes, 17 de octubre de 2008

SEGUNDO AVANCE DEL INFORME OFICIAL (II) AZUAGA Y BURGUILLOS DEL CERRO

AZUAGA (Prov. Badajoz)

Desde el glorioso día del levantamiento militar hasta el 24 de Septiembre, estuvo este pueblo en poder de las turbas marxistas, que durante este tiempo cometieron CIENTO CINCO ASESINATOS y saquearon las casas de todas las personas de orden.

Empezaron sus crímenes asesinando a D.Plácido Durán, hiriéndole gravemente de un pistoletazo e impidiendo durante día […] que se le prestase asistencia facultativa, hasta que murió después de atroces sufrimientos.

Por ser insuficiente la Cárcel, donde tenían detenidas a más de cincuen­ta personas, trasladaron otras personas a un depósito de abonos minerales en cuyo techo hicieron grandes boquetes, por los que amenazaban arrojarles bombas de mano; de noche, los sacaban uno a uno de la prisión y los apa­leaban con porras, vergajos, barras de hierro, etc., etc. Un testigo presencial cita el caso de que uno de los apaleados, que regresó con una gran herida en la cabeza, le curaron los rojos, mofándose de él, aplicándole estiércol, lo que le produjo una grave infección.

El día 25 [sic, 7] de Agosto fusilaron en el Cementerio a veinticinco de estos detenidos, atados de tres en tres, dándose el caso de que el sepulturero pro­testase ante el Comité rojo, diciendo que él estaba allí para dar tierra a los muertos y no a personas vivas, pues por falta de puntería muchos de los fusilados eran enterrados antes de morir, como le sucedió a D. Manuel Álva­rez. Una de las víctimas, D. Fernanulo Morillo, fue castrado antes de su fu­silamiento.

El día 29 de Agosto fue degollado D. José [Sánchez] Moya; D. José Antonio Cas­tillo, murió el mismo día como consecuencia de innumerables golpes; D. Juan Ortiz fué muerto a balazos, así como D. José Martín. El día 30 organizaron las hordas la verdadera caza del hombre. Noticiosas del desastre sufrido por los suyos en el ataque contra Llerena, sacaron a veintiún presos y con las manos fuertemente atadas a la espalda les invitaron a que huyeran mientras grupos de forajidos apostados en sitios estratégicos se dedicaban a cazarlos; sólo escapó uno de estos desgraciados, llamado Cándido Delgado Ortiz.

Se cita también como caso extremo de crueldad las torturas sufridas por siete frailes y siete seglares, traídos de Fuenteovejuna, a los que recluyeron primeramente en una celda de reducidísimas dimensiones, teniéndolos allí durante cuarenta y ocho horas sin comer ni beber e invitándoles a blasfemar, sin conseguirlo. Relata un testigo presencial que entre los frailes torturados había uno que se distinguía por su templanza y heroísmo; a él se dirigieron los rojos, que, desesperados, le dispararon un tiro, hiriéndole de gravedad. Una vez caído y agonizante le rodearon, cantándole coplas alusivas a su sagrado cargo, hasta que el mártir murió dando vivas a Cristo Rey. Los restantes frailes y seglares perecieron también, sufriendo antes análogas torturas.

Puede citarse como testigo presencial en muchos de estos hechos, entre otros, a D. Manuel González.

Relación de los individuos asesinados por los marxistas durante los dos meses que fueron dueños de la población de Azuaga (Badajoz).- D. Plácido Durán Alejandre, fabricante de harinas; don Manuel Álvarez Morillo, abogado; don Ramón Álvarez Morillo, abogado; don Jose Morillo Gómez Álvarez, propietario; don Plácido Alejandre Moreno, propietario; don Jose Durán Hidalgo, propietario; don Juan Rosell Delgado, fabricante de aguardientes; don Juan Tovar Clemente, fabricante de aguardientes; don José Calero Chavero, labrador; don Sebas­tián García Toledo, fabricante de mosaicos; don Gonzalo Cabezas Gálvez, Secretario judicial; don Francisco Guerra Morillo, Teniente de artillería; don José Antonio Gómez Álvarez, sacerdote; don Victoriano Trimiño, sacerdote; don Gumersindo Navarro, Cura párroco; don Emilio Gómez Álvarez, Secretario judicial; don Fernando Lozano Calleja, abogado; don Secundino Coleto, obrero agrícola; don Eustaquio Vallejo Durán, abogado; don Narciso Bustamante Mejías, obrero agrícola; don José Rivera Arana, Sargento de la Guardia Civil; don Carmelo Rodríguez Durán, Guardia civil retirado; don Agustín Jerez Martín, propietario; don Juan Diego Cantón Castilla, médico dentista; don Marcial Paniagua, labrador; don Da­niel Soriano de León, propietario; don José Centeno Moruno, labrador; don Pedro Corchero, cajista; don Felipe Moreno Carrizosa, carpintero; don Pedro Acedo Sabido, cartero; don Pe­dro Delgado Llorán, propietario; don Juan Antonio Montero de Espinosa y Rengifo, propietario; don Emilio Esquivel Centeno, labrador; don Francisco Moruno Cabeza, abogado; Antonio Mellado, jefe de estación de los ferrocarriles; don José Antonio Spínola Carras­cal, abogado; don Manuel Ortiz de la Tabla Barragán, abogado; don Domingo Rubio Durán, depositario de fondos; don Manuel Durán Redondo, herrero; don Adriano Nogales Calderón, administrador; don Alfonso Morillo, farmacéutico; don Manuel Vizuete Pulgarín, labrador; don José Naranjo Gómez, veterinario; don Rosendo Garrido García, empleado; don José Chavero Durán, propietario; don Ramón Fernández Alvarez, labrador; don Fernando Morillo Gómez-Álvarez, industrial; don Hilario Molina Pérez, abogado; don José Martín Alvarado, pro­pietario; don Sergio Moruno, Guardia civil retirado; don Francisco Ruiz Alejandre, fabrican­te de harinas; don Manuel Durán García, propietario; don José Antonio Sevillano, empleado; don José Antonio del Castillo Amaya, empleado; don José Sánchez Moya, médico; don Francisco Díaz Montalbo, seminarista; don Juan Robledo y Robledo, sombrerero; don Francisco Ro bledo de la Gala, sombrerero; don Ricardo Tena Montero de Espinosa, jesuita; un señor de Ahillones, labrador; otro ídem, ídem; otro del Tercio; don Juan García Toledo, industrial; don Alfonso García, industrial; un forastero en las cercanías del pueblo; otro idem idem, y catorce individuos que trajeron de Fuenteobejuna (entre ellos siete frailes). Faltan muchos cuyos nombres no se recuerdan.

BURGUILLOS DEL CERRO (Prov. Badajoz)

Estuvo sometido a la barbarie roja, desde el 15 de Julio hasta el 14 de Septiembre, en cuya fecha entraron las fuerzas del Ejército. Durante ese período asesinaron las turbas marxistas a treinta y seis personas de orden, y antes de abandonar el pueblo saquearon todas las casas clasificadas por el Comité rojo como pertenecientes a propietarios derechistas.

La primera víctima fue D. Laureano Mellado, quien, sorprendido en el campo por una cuadrilla marxista, fue agredido a tiros de escopeta; una vez en el suelo y agonizante le pisotearon hasta causarle la muerte. Al vecino D. Román [sic, Ramón] García, paralítico de unos ochenta años de edad, le sacaron de su domicilio, y después de llevarlo arrastrando por un largo trecho de camino le dispararon varios balazos rematándolo seguidamente a puñaladas. A Don Manuel Álvarez Moriche, considerado por los rojos como propietario adinerado, le exigieron en rescate veinticinco mil pesetas, cantidad que dicho señor entregó inmediatamente, no obstante lo cual, le dieron un balazo en la cabeza y le arrojaron aún vivo a un pozo. De las diligencias practicadas por el médico se deduce que D. Fernando Calvo corrió la misma suerte.

Cuando las turbas rojas huyeron de Burguillos, por haberse acercado a dicho pueblo las fuerzas del Ejército salvador, se llevaron a treinta y dos detenidos cuyos cadáveres aparecieron más tarde en un lugar llamado «El Pontón», término de Jerez de los Caballeros. Del reconocimiento realizado por los médicos se desprende el salvajismo y crueldad que caracteriza a las hordas marxistas, pues estos infelices sufrieron antes de morir los más atroces suplicios, siendo asesinados a escopetazos y pedradas. Tres o cuatro presen­taban señales inequívocas de haber sido quemados vivos. Otros aparecían mutilados por golpes de hacha y armas blancas y la mayoría tenía el cráneo destrozado por pedradas, y rotos los brazos y las piernas. A continuación damos los nombres de estos desgraciados:

Don Eusebio Fernández Salguero Liaño y sus hijos Manuel y Francisco, don José Durán Candileja y sus hijos Juan y Antonio, don Juan Díaz Calvo y su hijo Aurelio, don Luis del Rivero y su hijo Luis, don Juan Fernández Salguero Arillo y su hijo Juan, don Pe­dro Rodríguez, don Leopoldo Herrera Gallego, don Juan Pozón Carretero, don Rafael Requejo Santos, don Antonio Carvajal Hidalgo, don Antonio Cumplido Martínez, don Grego­rio Lozano Calvo, don Santiago Cinta Pérez, don Aurelio Cumplido Bravo, don Fernando Zapata Rodríguez, don Narciso Rodríguez F.Salguero, don José Vázquez Díaz, don José Castilla Fernández, don José Carretero Peláez (estos tres últimos sacerdotes), don Francisco Benítez Domínguez, don Miguel Vargas Salguero, Alférez de la Guardia Civil, de Cumbres Mayores, un cabo del mismo Cuerpo y don Antonio Testal Fernández Salguero.

Mientras permanecieron en la cárcel estos señores, fueron maltratados de palabra y obra, complaciéndose sus verdugos en anunciarles la proximidad de su fin, que recalcaban con simulacro de fusilamiento.El asesinato del Cura Párroco D. José Vázquez Díaz, demuestra la ferocidad de las hordas rojas, ya que este santo varón consagraba su vida a procurar el bien de los habitantes del pueblo, llegando su caridad al limite de ceder íntegramente a los pobres su humilde paga y vivía de las limosnas que para su sustento recibía de las almas piadosas.

Tomado de: Segundo avance del informe oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y demás depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del Mediodía de España por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid. Julio, agosto y septiembre MCMXXXVI, Estado Español, [Burgos]? , 1936, pp.

jueves, 16 de octubre de 2008

SEGUNDO AVANCE DEL INFORME OFICIAL (I): Aljucén y Almendralejo

Terminada la publicación de los capítulos más relevantes del libro "Extremadura bajo la influencia soviética" comenzamos a dar conocimiento a nuestros lectores del
"Segundo avance del informe oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y demás depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del Mediodía de España por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid. Julio, agosto y septiembre MCMXXXVI", publicado por el Estado Español en 1936


ALJUCÉN (Prov. Badajoz)

En este pueblecito, de unos seiscientos vecinos, cometieron las hordas marxistas durante la dominación roja ONCE ASESINATOS, más innume­rables saqueos en los domicilios de las personas de orden.

Comenzaron los crímenes el día 25 de Julio, fecha en que fue asesinado el médico titular D. Luis Alberto de Mena y San Millán, quien, requerido por los rojos para que prestase sus auxilios a un supuesto enfermo fue tiro­teado por la espalda; le remataron con otra descarga cuando yacía herido en el suelo.

Culminó la ferocidad de los rojos al asesinar a los vecinos Victoriano Solís Cordero, Gumersindo Solís Conde, Agustín Belvís Hidalgo, Juan José Polo Burgos, Julián Fernández Robles, Manuel Tirado Esteban, Juan Larios Poncela, Antonio Pérez Barahona, Adolfo Galles Guijo y Daniel Peña Muñoz, hechos prisioneros el día 20 de Julio y encerrados en el salón de baile del pueblo. En la madrugada del 9 de Agosto, se les dio muerte de la si­guiente forma: Después de hacer los rojos nutridísimas descargas de fusilería en los alrededores el pueblo, para amedrentar a los vecinos y fingir un ata­que de las tropas salvadoras, grupos de forajidos se dirigieron al local donde se hallaban los presos y rompiendo a culatazos las ventanas, arrojaron unas ochenta bombas de mano al interior, sin compadecerse ante los desgarradores gritos de angustia que daban las víctimas, las cuales, en su indescriptible pánico, se refugiaban heridos por la metralla tras un pequeño mostrador. Uno de los detenidos, ileso aún, abrió violentamente una puerta y escapó entre el nutridísimo fuego de los guardianes, que se encontraban apostados en la calle. Cuando los marxistas se dieron cuenta de que los ametrallados vivían aún, penetraron en la estancia, rematando a sus víctimas a tiros y culatazos, con tal saña, que quedaron como montón informe de carne.

Cometido este horrendo crimen, y antes de su huída, intentaron las hordas marxistas atropellar a distintas mujeres indefensas, principalmente a la esposa del muerto Daniel Peña Muñoz, intento frustrado por la providencial llegada de las fuerzas salvadoras.

Las imágenes de la Iglesia Parroquial, fueron profanadas y mutiladas, especialmente la de la Patrona del pueblo.

ALMENDRALEJO (Prov. Badajoz)

A raíz de estallar el movimiento salvador de España, se desató la furia marxista en Almendralejo. Fue tal el número de encarcelamientos, que pronto se vieron llenos los dos pisos de la cárcel, siendo preciso habilitar como prisión el Matadero municipal, y, por último, el convento de Santa Clara, del cual se habían expulsado a las monjas. Se detuvo a todo el que no simpatizase con los grupos marxistas, fuese rico o pobre, propagandista político (como D. Francisco Elías de Toro), o ajeno a la política (como el Sr. Gerente de la Compañía Hidro-eléctrica). Las detenciones duraron desde el 18 de Julio hasta el 6 de Agosto, víspera de la entrada de las tropas en esta ciudad, y fueron hechas con el más cruel refinamiento; detenían a un individuo a cualquier hora de la noche, lo ponían en libertad y lo volvían a detener, jugando con sus esperanzas y sus temores. Tal sucedió con D. Juan Limón, que acabó muriendo en presidio. Los marxistas dispusieron que fuesen las seño­ras o sus hijas quienes llevaran la comida a los presos, obligándolas a formar cola en la puerta de la cárcel, bajo un sol aplomador, la amenaza de las es­copetas y las injurias de la chusma.

En una celda pequeñísima, sin más ventilación que una mirilla en la puerta, encerraron a los presos, llegando a estar juntos seis individuos (entre ellos Diego Garrido, Manuel Loza, Máximo Álvarez y Juan Alcántara), a los que obligaron a hacer sus necesidades en esta misma habitación. Muchos de los presos fueron brutalmente apaleados, entre ellos D. Gabino Merino, D. José Carrasco de la Barrera, D. Jesús Gómez, D. Francisco Blanco y otros muchos, a quienes torturaron tres individuos armados de porras. Esto suce­día mientras dos más apuntaban con pistolas o escopetas, para que los agre­didos no pudieran defenderse. Hubo algunos que quedaron como muertos, teniendo que sacarlos en brazos de la habitación donde les habían pegado.

Para mayor vejación de las personas detenidas, se les obligó a aumentar los fondos rojos. El comité exigió de los Bancos una lista de cuentas corrien­tes y un talonario de cheques; con estos instrumentos, y siempre bajo la amenaza de las pistolas, forzaron a los cuenta-correntistas (que en su mayoría estaban ya presos) a entregarles sus fortunas.

Los marxistas llevaron su ensañamiento hasta el punto de detener y en­carcelar a la esposa del comandante Blanco, contra la que no había más car­go que la presunción de que su marido se hubiese puesto en Sevilla a dispo­sición del Ejército salvador.

Los pocos individuos que pudieron librarse de los horrores de la cárcel, también fueron objeto de vejaciones. Nadie podía salir de su casa sin expo­nerse a que lo detuvieran, pues las milicias obraban por su cuenta, y se in­cautaron de todos los aparatos de radio para que las noticias de Sevilla no pudiesen ser oídas. De la Iglesia Parroquial tomaron posesión los marxistas convirtiéndola en reducto defensivo y garaje.

La noche del 6 de Agosto avisaron las campanas la llegada de seiscientos fusiles, que se repartieron entre los milicianos, los cuales poseían con anterioridad escopetas y pistolas, robadas a las personas de orden. El día 7, a las once de la mañana, acercose a Almendralejo el Ejército salvador. Enton­ces los rojos reunieron a los presos de la cárcel en el patio de la misma, cerrando todas las puertas que daban a dicha dependencia. Los detenidos en Convento fueron agrupados en la Iglesia, y al oírse los primeros disparos de las tropas, los marxistas comenzaron a arrojarles bombas y botellas de inflamables.

Estos horrores duraron hasta las cinco de la tarde, hora en que los que quedaron vivos fueron puestos en libertad por los Regulares.

Relación de muertos en la cárcel de Almendralejo.- D. Javier Merino Martínez, don Antonio ­Merino Garrido, don Saturnino Merino Garrido, don Pedro López Cabeza, don José López Cabeza, don Antonio López Cabeza, don Manuel González y González, don José Terrón Vargas, don Ángel López Crespo, don Francisco Cabezas Gallardo, don Juan Alcántara Alcántara, don Juan Pedro Arias Merchán, don José Cano Gómez, don Manuel González Ojeda, don Domingo García Vélez, don Manuel Nieto Marín, don Antonio Santos Alcañiz, Máximo Álvarez García, don Miguel Villena Ballesteros, don Alberto Elías de Toro, don Francisco Mejías Barrientos, don Miguel Bordallo Vicioso, don Agustín López Navarrete, don Manuel Guillén Ramos y don Juan Limón Barrero.

Muertos en el Convento de las Monjas.- D. José Jiménez Marcos, don Guillermo Barrientos Álvarez y don Manuel González Dorado.
Total: VEINTIOCHO MUERTOS.

Mutilados.- D. Francisco Elías de Toro, perdió una pierna y don Aquilino de la Hera.
Heridos.- D. Francisco Montero de Espinosa (quemaduras en todo el cuerpo), don Ale­jandro Vargas (herida de bala en una pierna), don Alfonso Iglesias (quemaduras en un pie), don Jesús Gómez (mutilación general y heridas en los ojos), don Luis Espinosa (lesión en los ojos con quemaduras), don Jaime Ozores Marquina (diversas heridas de metralla), don Al­fonso Rodríguez Ferro (ídem). don Antonio Cabezas (idem), don José Pérez Sánchez (idem). don José Moreno (ídem) y un hijo del apoderado del Conde de Bagaes (quemaduras en la córnea y pérdida probable del ojo).

Un sacerdote llamado D. Medardo, fue insultado groseramente, golpeándosele en la cara con una llave inglesa. D.Félix García de la Peña fue incomunicado en el cuartito de la Cárcel, sufriendo un ataque de enajenación mental; a pesar del certificado médico siguió detenido. Lo mismo ocurrió a otros presos que enfermaron gravemente en la Cárcel, como D. Pedro Barrera ­Morán (pulmonía), D. Saturno Merino (apendicitis) y D. Manuel Espinosa (enfermedad crónica).

No mataron únicamente a personas de posición acomodada; asesinaron a pobres obreros, como los hermanos López Cabeza, Manuel Nieto Marín, Manuel Guillén Ramos y José Jiménez Marcos, sin más sustento que su jornal, ni más delito que el de no pensar como los marxistas.