«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

jueves, 24 de diciembre de 2009

NAVIDAD, por Juan Vázquez de Mella



¡Cuántos recuerdos y alegrías encierra para el cris­tiano aquella noche memorable, que fué día espléndido para la humanidad, porque sobre las pajas de un pese­bre brilló el astro de la verdad y los divinos heraldos anunciaron la paz a los hombres de buena voluntad!


El Libertador del mundo levanta su trono en un pe­sebre para darnos ejemplo de humildad, y nace pobre, y sin abrigo, como si quisiese demostrar a los hombres y a las sociedades redimidas y regeneradas por Él, que la civilización que brota de su doctrina como magnífico rau­dal ha de tener, como caracteres indelebles, no la inde­pendencia racionalista, sino la sumisión y obediencia, y ha de colocar la virtud sobre la riqueza, y los progresos morales sobre los materiales, uniendo con el brazo de la caridad a los débiles con los poderosos.


Los Reyes Magos, guiados por celeste luz, van a pos­trarse ante la cuna del Dios Hombre como ejemplo del deber que tienen todas las potestades de rendirse ante la suya, y como muestra de la obligación que pesa sobre los reyes de hincar la rodilla y ofrecer la corona al que da y quita los reinos, y juzga las justicias de los hombres.

En el portal de Belén comienza aquella frontera que termina en el Calvario y que separa perpetuamente dos mundos.

El que se engrandece y prospera a la sombra protecto­ra de la Cruz, porque es libre al amparo de su Ley; y el que esclaviza al hombre con la cadena del naturalis­mo y ahoga la sublime tendencia de la naturaleza a la posesión del bien infinito, encerrándola en el estrecho círculo de la vida presente y mostrándole como único por­venir este valle de lágrimas, convertido en tenebrosa mazmorra, cuando no le iluminan los eternos resplandores.


Sobre Belén y el Calvario se levanta el arco triunfal de la civilización cristiana rematada por la Cruz.


El apetito rebelde, que no sufre la ley del deber, y las debilidades y errores de la razón que trata de cohones­tar sus desórdenes, han hecho que muchos hombres, repi­tiendo el perpetuo non serviam, de Luzbel, hayan dicho, como la muchedumbre deicida: «No queremos que Cris­to reine sobre nosotros».


Y creen progresar cuando, vueltas las espaldas a la Cruz, retroceden hacia el paganismo que ella derribó.


Este retroceso, disfrazado con el nombre de progreso, es la mayor aberración que se ha visto en el mundo.

La Nochebuena, para las víctimas del error moderno, es un recuerdo ridículo, o, a lo más, la conmemoración del nacimiento del Sócrates judío.


Para el católico es el más grande y sublime de los recuerdos, porque señala la fecha en que, cumpliéndose las profecías, apareció el Hijo de Dios en la tierra para rescatar al humano linaje de la servidumbre del pecado y otorgarle la inmortal libertad del deber, que es la ci­fra y compendio de todas las justas libertades.


Y por eso, en la familia cristiana es la Nochebuena la fiesta de religiosa intimidad, en que se avivan los afec­tos con la cordial y amorosa alegría, pero también con solemne tristeza, porque en esa noche memorable evoca la memoria el recuerdo de las personas queridas y siente el corazón mortal angustia al ver que ya no se congregan bajo un mismo techo aquellos que formaban, en cierto modo, parte de nuestro ser y de nuestra vida.


¡Las dulces horas de la infancia, los regocijados dúos de la primera juventud cómo asaltan la memoria en esta noche, pintándonos lejanas perspectivas de ventura que ya no volverán!


Alegrías y tristezas, melancolías y placeres, forman la trama de la vida del corazón y parece que el día de No­chebuena nuestra inteligencia se esfuerza en resumir tan­tos recuerdos y afectos, como si antes de mirar al porve­nir quisiese recorrer de nuevo la senda emprendida. Que el corazón encierra tantos misterios que se complace en renovar sus propias heridas, y recordar los días felices para atormentarse con la amargura de haberlos perdido.

Así lo comprende ese gran poeta que se llama el pue­blo, y por eso ha sabido expresar las tristezas de la No­chebuena en aquel sencillo e inspirado cantar:


La Nochebuena se viene,

La Nochebuena se va,

Y nosotros nos iremos

Y no volveremos más.


Vázquez de Mella

martes, 22 de diciembre de 2009

Probablemente, el más bello villancico



Probablemente el más bello villancio de la Historia.
Completamente pos-conciliar (del posconcilio de Trento, por supuesto): compuesto en 1755 por San Alfonso María de Ligorio.
Teología de la buena y una música inolvidable para quien ha vivido en Roma

Bajas desde las estrellas
¡Oh, Rey del Cielo!
y vienes a una gruta,
al frío y al hielo.
Y vienes a una gruta, al frío y al hielo

Oh, mi Niño divino,
te veo aquí, temblando
Oh, bendito Dios!
¡Cuánto te costó el haberme amado!
¡Cuánto te costó el haberme amado!

A Ti, que eres el Creador del mundo
faltaron pan y fuego, oh mi Señor!
faltaron pan y fuego, oh mi Señor!
Querido elegido, pequeñín,
¡esta tu pobreza cuánto me enamora!
Ya que te hiciste amor aún más pobre
Ya que te hiciste amor aún más pobre

Tu scendi dalle stelle
O Re del cielo!
e vieni in una grotta, al freddo e al gelo
e vieni in una grotta, al freddo e al gelo

O bambino, mio divino,
io ti vedo qui a tremar
O Dio beato!
Ah! Quanto ti costò l’avermi amato!
Ah! Quanto ti costò l’avermi amato

A te che sei del mondo il Creatore
mancano pane e fuoco, o mio Signore
Mancano pane e fuoco, o mio Signore
Caro eletto, pargoletto, quanto questa pobreta
più mi innamora
giacchè ti fece amor povero ancora
giacchè ti fece amor povero ancora

¡Que vergüenza!

Un lector de nuestro Blog nos manda el siguiente comentario que compartimos en su totalidad.

Únicamente quedaría por preguntarle a los concejales socialistas y peperos del Ayuntamiento de Badajoz y a su alcalde, del Partido Popular, quiénes merecen un homenaje: quizás sean los dirigentes revolucionarios como Puigdengolas o Granados que huyeron cobardemente antes de que llegaran las tropas de Yagüe. Por cierto, que al primero lo asesinaron después unos milicianos al servicio del pseudo-Gobierno frentepopulista. El "antifranquista", convertido en una víctima de esa misma República que presuntamente estaba defendiendo ¿Dónde lo catalogamos? ¿Era de "los buenos" o de "los malos"? Demasiado complicado para la Memoria histórica...

Que triste es ver que estos dos partidos coinciden en lo sustancial en lo ideológico y que solamente les separa la disputa por las parcelas de poder y de corrupción.

Esta mañana informan los periódicos de que el Ayuntamiento de Badajoz ha retirado el nombramiento de Hijos Adoptivos a los Generales Yagüe y Queipo de Llano, y al Comandante Cañizares.

Son tres de los militares que en 1936 vencieron a los republicanos en la guerra. Hecho que, 70 años después sigue requemando a los derrotados, que, manteniendo aún su escozor, quieren cambiar la historia, eliminando de ella a los que de modo tan contundente les ganaron la contienda.

Ante tan infame acto, tolerado por la pusilanimidad de quienes no tienen los redaños necesarios para mantener el criterio y los sentimientos de la mayoría de sus votantes, me vienen a la memoria unos geniales versos de Calderón de la Barca, de su obra, "Para vencer amor, querer vencerlo"; la misma a la que pertenecen los tan conocidos de la Milicia como religión de hombres honrados.

Se refiere a un episodio en que Don Luís de Haro, mal político y peor militar, se enfrentaba con un fuerte ejército a otro mucho más reducido:

Si vuestras armas encuentran la victoria,
ante tan corto vencido, poca gloria.
Si vuestras armas encuentran quien las venza,
para tanto vencido, que vergüenza.

Ante la vergonzosa claudicación que supone la retirada de los títulos mencionados, y lo que ello representa de falsificación de la historia, y de fomento de la división y el odio, solo cabe repetir con calderon

¡¡ Qué vergüenza ¡¡

domingo, 20 de diciembre de 2009

ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO: ¿Puede negar el Monarca la sanción de una Ley?

El nuevo proyecto de ley despenalizadora del aborto, segundo en la corta historia de la “democracia” española, ha superado en el Congreso el trámite parlamentario y, a las pocas horas, han sido varias las instancias que se han alzado para pedir que el Jefe del Estado S.M. D.Juan Carlos no sancione en su día el precepto legal ahora aprobado mayoritariamente por los Diputados.

Gran repercusión ha tenido la campaña promovida desde Religión en Libertad aunque voces críticas han venido a recordar la inoperancia que un reclamo semejante ha tenido en ocasiones no menos graves y otros nos resistimos a que nuestra firma aparezca al pie de un documento en que se caracteriza de valiente en la defensa de los valores morales a quien ha respaldado leyes como la del divorcio, manipulación genética o la propia del aborto ahora vigente.

Ahora bien, en medio de estos pronunciamientos me parece delenazble que —para justificar su apoyo al nuevo proyecto de Ley— algunos recurran desde medios de información religiosa a ridiculizar estas iniciativas bajo el señuelo de que, según la Constitución, el rey actúa como mero notario y no puede negarse a sancionarla. Dicha argumentación carece de sentido en el terreno jurídico y menos aún en el moral o religioso.

Posibilidad jurídica de negar la sanción


En el primer campo, el jurídico, hay que reconocer que respecto al poder de sanción real discuten los especialistas. Es cierto que algunos de ellos, como Antonio Torres del Moral sostienen que la facultad de sanción real de las leyes sería una mera función de promulgación de los textos legales, casi notarial, producto poco jurídico de una mera «inercia de ciertas fórmulas de nuestro derecho histórico y del mimetismo del derecho comparado». Con esta interpretación, «tal como ha quedado definida entre nosotros, la función moderadora (que no poder) es solo una capacidad de influencia en los engranajes constitucionales para su más lubricado funcionamiento» (cfr. «La monarquía parlamentaria como forma política del Estado», en La Corona y la monarquía parlamentaria en la Constitución de 1978 (comp. Pablo Lucas Verdú), Universidad Complutense, Madrid, 1983, pp. 60, 64, 65).

Pero esta postura se alienta desde posiciones extremas que tienden a llevar a sus últimas consecuencias la ambigüedad constitucional acerca de las facultades y funciones reconocidas al rey. Por el contrario, y amparándose en el carácter híbrido del régimen político español (a medio camino entre la monarquía constitucional y la república coronada) sostienen otros la capacidad del Rey para negar la sanción a una Ley. Si no fuera posible reconocer con rigor jurídico esta posibilidad, sería necesario que la Monarquía hubiera renunciado a esta facultad y dicha función se hubiese suprimido del texto constitucional. Cosa que hasta ahora no se ha hecho. El catedrático de Derecho de la Universidad Complutense Eustaquio Galán Gutiérrez era explícito a este respecto en 1985: 
«Interpretar asimismo que el artículo 91 de esa supuesta Constitución impone al Rey la obligación de sancionar las leyes, es asimismo falso, pues para ello tenía que decir que el Rey ‘sancionará obligatoriamente en el plazo de quince días las leyes aprobadas por las Cortes Generales’, y no dice ‘obligatoriamente’ ni usa otra locución semejante. De modo que ese artículo sólo le señala al Rey un plazo para sancionar, si quiere. Pero nada dice para el caso de que el Rey no quisiere sancionar, o sea, que respeta, clara aunque implícitamente, el derecho de veto real. Y para colmo de la confirmación de que el Rey tiene potestad legislativa, al artículo 90 se le escapa decir literalmente —y así es— que antes de la sanción de Rey, todavía no hay ley, sino solo proyecto de ley. Y esto constituye una prueba contundente de que la sanción real perfecciona la formación de la ley, de que es el acto culminante del proceso legislativo que convierte en ley lo que antes sólo es un proyecto de ley, y no, como sostiene ‘Ya’, un trámite irrelevante y automático» (en El Alcázar, 25-julio-1985).

Obligación moral de negar la sanción en este caso


Sentado pues, que cabe la negación de la sanción al menos como posibilidad jurídica, la cuestión no plantea ninguna duda desde el punto de vista moral. De entrada porque el Jefe del Estado al promulgar la Ley no dice solamente —como si fuera mero notario de la voluntad popular— «doy fe» sino «MANDO A TODOS LOS ESPAÑOLES, PARTICULARES Y AUTORIDADES QUE GUARDEN Y HAGAN GUARDAR ESTA LEY ORGANICA» (términos en los que concluye la Ley 9/1985 actualmente vigente y por la que se despenalizó el aborto en tres supuestos). Como bien recordaba en 1983 el entonces Obispo de Orense Monseñor Temiño si las leyes «se oponen claramente al bien común es deber de todos procurar que no se promulguen, y promulgadas no cumplirlas. No pueden obligar. Antes bien, obliga lo contrario. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (El Periódico, 16-enero-1983). Si el Rey, por el hecho de la sanción —sea o no mecánica— manda guardar y hacer guardar una ley gravemente atentatoria a los principios de la Ley de Dios está incurriendo en las altísimas responsabilidades que la moral católica demanda en la autoridad que pone su poder al servicio del mal moral.

Por otro lado, la sanción real es un acto humano y no mecánico como el de una máquina registradora. Por su naturaleza racional el hombre es libre y responsable de sus actos y nadie puede sancionar una Ley como la del aborto y eximirse de la responsabilidad del acto. Incluso en el caso de que se considerase obligatoria la sanción, entonces sería gravemente inmoral el sistema mismo y no habría otra disyuntiva que modificarlo o abstenerse de intervenir en él.

Consecuencias


Ante la gravedad de la situación en que nos encontramos y en defensa del más elemental de los derechos del hombre, el de la vida, ya conculcado por la legislación vigente y más amenazado aún por la que se proyecta, estimamos oportuno poner al Jefe del Estado ante la disyuntiva de su responsabilidad histórica y moral.

Pero pensamos que eso debe hacerse si ninguna adulación a un Monarca que no merece elogio por su trayectoria demoledora de los más elementales principios morales y sin que se convalide su actuación en 1985 que también habrá de ser reparada pues no hay un aborto malo (el que propone el PSOE) y un aborto bueno (el que acepta el PP) como recordaba recientemente el profesor Javier Paredes

Parece preferible la vía de un requerimiento por parte de la Jerarquía de la Iglesia. Por requerimiento entendemos el aviso, manifestación o pregunta que se hace a alguien de manera pública exigiendo de él que exprese y declare su actitud o su respuesta. De esta manera se evitará que, como en circunstancias anteriores, el Rey responda con el silencio a iniciativas semejantes y, en caso de una respuesta negativa, se podrán tomar las medidas disciplinares que afectan a los bautizados que formen parte de los autores de la Ley. Autores que son no solamente el presidente del Gobierno y su Consejo de Ministros o los diputados que la han votado favorablemente y los senadores que lo hagan en su día sino tambien el Jefe de Estado que la sancione.

Publicado en Religión en Libertad

viernes, 18 de diciembre de 2009

Duelo poético en Badajoz

En los Jueves Literarios del Gran Café Victoria de Badajoz, autores -noveles o consagrados- leen sus poemas, en un tono cultural muy entrañable. La calidad es variable, pero el ambiente es bueno. El pasado jueves 10, intervino alguien de nombre Eladio que se despachó con un conjunto de soflamas versificadas sobre la memoria histórica, el dictador Franco, los asesinos falangistas, los fascistas y la derechona ... "Poesía" staliniana al más puro estilo del peor Machado (Antonio) o de Alberti. Ya se sabe, las checas y el gulag eran lugares que inspiraban al vate menos motivado.


Afortunadamente había en la sala un poeta de esos que aprendieron a poner en su sitio al prójimo en castellano como hacían nuestros clásicos. Y una semana después, en un café de Badajoz se dedicaron estos dodecasilabos "a uno que se equivocó de sitio".


Con la péndola mojada en sangre roja,

pero no del rojo limpio de la vena,

sino el rojo de la inquina y la gangrena,

en que la pluma siniestra hurga y moja.


Con la ponzoña que el rojo siempre arroja,

supurada del pasado que les quema,

y el afán de revanchismo que es su lema,

un reconcomido más, se despioja.


Y creyendo que el Victoria es un estadio,

en lugar de declamar allí un poema,

se despacha con un mitin partidario.


Por su hechura del patio de Monipodio,

quien de tan mala color tiene la flema,

No merece haber por nombre, sino Elodio.


AGR.

Libro recomendado: España turbulenta (Alteraciones, violencia y sangre durante la II República)



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER LA RESEÑA BIBLIOGRÁFICA EN "HISTORIA EN LIBERTAD"

Algunas citas para la reflexión

  • "No estamos a estas alturas en un Estado confesional ni se pretende con este acto recuperar aquel status que hoy no se considera conveniente, en línea con el Vaticano II. [...]"

D.DEMETRIO FERNÁNDEZ, OBISPO DE TARAZONA en Actualidad de la Consagración al Corazón de Jesús

  • "Vaya por delante que, la reciente Instrucción de la Conferencia Episcopal "Orientaciones morales ante la situación actual de España", no ha pretendido hacer un juicio moral sobre el marco constitucional español. Dejando a un lado las deficiencias y las carencias que la Constitución Española pueda tener, el documento episcopal parte de la aceptación de la Constitución de 1978, como el marco que los españoles eligieron democráticamente. Hablando de la transición española, el documento afirma: "Perdón, reconciliación, paz y convivencia, fueron los grandes valores morales que la Iglesia proclamó y que la mayoría de los católicos y de los españoles en general vivieron intensamente en aquellos momentos. Sobre el trasfondo espiritual de la reconciliación fue posible la Constitución de 1978, basada en el consenso de todas las fuerzas políticas, que ha propiciado treinta años de estabilidad y prosperidad...". Pero, sería ingenuo pensar que todo haya sido color de rosa. Ha habido y, sigue habiendo, dramas terribles, como es el hecho de que el texto constitucional no haya sido capaz de garantizar en la práctica, el derecho a la vida de los más de 80.000 españoles que anualmente son asesinados en el seno de sus madres. La Constitución tiene muchas deficiencias desde el punto de la moral católica, lo cual no obsta para que los católicos acatemos el orden legal y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa bajo este marco constitucional".
D.JOSÉ IGNACIO MUNILLA, OBISPO ELECTO DE SAN SEBASTIÁN en El laicismo que viene

  • "Los obispos de la Iglesia católica estamos desde hace muchos años en honda sintonía con la cultura de la libertad y con la democracia [...] Deseo recordar en este contexto lo que los obispos españoles, reunidos en Asamblea Plenaria, decíamos en particular de la Constitución de 1978, cuando presentábamos un amplio balance pastoral del siglo XX al finalizar el año 1999: Todavía más de agradecer para nosotros es la paz disfrutada por nuestro pueblo en la segunda mitad del siglo. Tanto los conflictos externos como los enfrentamientos internos entre distintas ideologías, grupos sociales, regiones o nacionalidades han dado paso a una creciente concordia social que es casi seguro el mejor legado de nuestra historia reciente para el nuevo milenio; no debemos dilapidarlo. La Constitución de 1978 no es perfecta, como toda obra humana, pero la vemos como fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos. Damos gracias de corazón a Dios por el don magnífico de la paz y le rogamos que nos haga a todos cada vez mejores servidores de ella, recordando que la verdad y la justicia son condición necesaria de la paz. Mirando, pues, a los logros del siglo XX, los obispos señalábamos a la Constitución vigente, la cual, aun siendo perfectible, es un bien político de primer orden, que hay que agradecer, y un instrumento de avance hacia el futuro. Un año antes, en la Instrucción pastoral, también de la Asamblea Plenaria, que lleva por título Moral y sociedad democrática, de 1996, formalizábamos la siguiente valoración de la trayectoria democrática de España: El clima de libertad creado en nuestro país con el paso a la democracia ha tenido muchos aspectos positivos. El aprecio de la libertad, tan propio de la cultura de nuestros días, está fundamentalmente en consonancia con el reconocimiento y el respeto de la dignidad humana. Todos nos podemos sentir legítimamente orgullosos de estos avances. Porque, como afirmábamos más adelante en el mismo texto, nuestro pueblo ha mostrado una gran madurez en los momentos delicados de la transición política y en los años posteriores de convivencia democrática. El esfuerzo realizado para obtener y respetar un consenso sobre las líneas fundamentales de la organización política del Estado y sobre los usos sociales ha dado unos resultados ciertamente positivos]".

D.ANTONIO MARÍA ROUCO VARELA, ARZOBISPO DE MADRID en La Iglesia en España en el siglo XXI

  • Son tiempos extraños los nuestros, pero apasionantes. No tenemos nostalgia de ningún tiempo pretérito, ni prisa de otro tiempo por llegar. Es en el aquí y ahora de nuestra época donde con Dios y ayuda queremos escribir nuestra página. No soy amigo de zulos ni de ca-tacumbas, tampoco de trincheras ni de barricadas. Con gente que de veras sabe y quiere dialogar, dialogaremos. Con aquellos que quieren y saben discrepar, discreparemos. Pero el diálogo y la discrepancia son un arte que requieren talento y apertura, para que no terminen en censura y crispación sin más. No, no somos anti-ellos. Por más que sea patética su jerga, manifiesta su vaciedad y terribles sus pretensiones, nosotros no vamos por ahí haciendo política episcopal. Los únicos que han pedido el voto para una formación política concreta no hemos sido los obispos. Que le pregunten al musulmán.

D.JESÚS SANZ MONTES, OBISPO DE JACA y HUESCA, en Votar o botar: toda una responsabilidad

  • "Es obvio que no estamos en los tiempos de la llamada cristiandad, que se definía por unas especiales relaciones de unidad de las instancias religiosas con los poderes públicos. Estamos en tiempos de pluralismo social y de laicidad estatal; en tiempos de separación de la Iglesia y las instancias políticas, especialmente en Europa. Benedicto XVI ha hablado, en diversas ocasiones, de los valores de la laicidad y ha dicho que la Iglesia católica asume esta nueva situación, caracterizada por el pluralismo, la libertad religiosa y la separación entre Iglesia y Estado".

D.LUIS MARTÍNEZ SISTACH, ARZOBISPO DE BARCELONA, en La difícil presencia de los cristianos en el espacio público

  • "Esta proyección social y política de la fe y de la caridad es capaz de sustentar un orden democrático de convivencia en una sociedad libre y pluralista, con tal de que las religiones, asumidas libremente por los ciudadanos, adopten entre sí una posición respetuosa y tolerante y sean capaces de ampliar estas mismas actitudes hacia los sectores laicos no religiosos. Así es como nos situamos los cristianos. Por eso no podemos aceptar como justo el intento de recluir nuestras convicciones religiosas al ámbito de la vida privada, para imponernos como base y condición para la convivencia democrática unos valores y una interpretación de los textos constitucionales que eliminan nuestra visión religiosa de la vida y la manera de entender el bien común de quienes formamos parte de la sociedad. La convivencia en una sociedad religiosa y culturalmente plural no necesita un apoyo exterior a las religiones, impuesto autoritariamente desde fuera, basta con que los ciudadanos encuentren en sus respectivas conciencias religiosas fundamentos eficaces para el respeto a la libertad de los demás, actitudes claras y abiertas de tolerancia y colaboración. Según esta manera de ver las cosas, la laicidad del Estado consistirá en que el poder político respete y favorezca por igual el desarrollo de cada religión y de la visión laica de la vida, de forma proporcionada a su implantación y significación social, sin discriminar ni privilegiar a ninguna de ellas, dejando que cada grupo viva tranquilo según sus propias convicciones y valores. Si hay dificultades para fundamentar la convivencia, los poderes políticos tendrán que exigir a los líderes y responsables de cada grupo el desarrollo de esta conciencia de convivencia y tolerancia entre sus miembros. Lógicamente esto supone que tanto los ciudadanos religiosos como los laicos quieran convivir pacíficamente, supone también que las religiones sean capaces de desarrollar unos criterios morales capaces de fundamentar la convivencia con otras religiones y con los que no tienen ninguna religión. Como requiere también que los laicos reconozcan a la religión en general y a cada una de las religiones presentes, como elementos positivos de la convivencia. sin alimentar sospechas ni reticencias respecto de su capacidad de fundamentar un comportamiento tolerante y democrático. Desde el año 1971 la Iglesia española ha seguido en este punto un itinerario intachable. Si en la nueva situación de pluralismo religioso incipiente, favorecido por el crecimiento de la inmigración en estos últimos años, aparecen dificultades, tendremos que hacer todos, autóctonos y recién llegados, un esfuerzo de adaptación a la nueva situación".
D.FERNANDO SEBASTIÁN AGUILAR, ARZOBISPO EMÉRITO DE PAMPLONA, en Lectura crítica del manifiesto del PSOE

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Mártires por el Crucifijo? Las Mitras primero, please



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO del Blog "EX ORBE"

"IN MEMORIAM" FRAY ANTONIO DE LUGO, MONJE JERÓNIMO



por SANTIAGO BARCO
Abogado del S.Tribunal de la Rota
Profesor de Historia

Conocí a Fray Antonio de Lugo en la década de los ochenta, cuando yo era un joven estudiante de Derecho y el un viejo monje retirado en el Monasterio de Yuste, ya liberado de todos sus cargos y responsabilidades en la Orden de San Jerónimo. Este hecho me permitió frecuentar con cierta asiduidad su compañía tanto en el Monasterio de Yuste como en los Monasterios de las Salesas o de las Jerónimas de Madrid donde el celebraba la Santa Misa en sus frecuentes visitas al médico.

Cuando me llamaron las Monjas Jerónimas –a las que siempre estuvo tan unido- para comunicarme su fallecimiento –que no por esperado ha dejado de ser un duro golpe- vinieron a mi memoria tantos recuerdos de este monje ejemplar, santo sacerdote y español de bien, a quien tanto debo en mi vida espiritual. No en vano el fue quien ofició en mi boda y bautizó al primero de mis hijos en otro memorable Monasterio madrileño: el de San Ildefonso de las Monjas Trinitarias. Escribimos, pues, con sobrecogimiento y gratitud filial.

Hijo de un oficial de Infantería, vino al mundo nuestro monje en Lugo el 13 de junio de 1918. Siguiendo los destinos de su padre la familia pasa de Galicia a África y de allí a Madrid en 1931 donde Antonio Manuel Rio Vilas realiza su carrera en la Escuela de Periodismo de El Debate.

En 1936 el Alzamiento le sorprende en la Capital, siendo forzado a enrolarse en las filas del ejército republicano, pero –espantado de luchar con quienes profanaban y destruian templos, asesinando a los ministros de Dios- consigue zafarse y se incorpora a la Falange clandestina donde, con riesgo de su vida, trabaja por la victoria de las armas cristianas y logra evadirse de una checa cuando le iban a asesinar.

Llegada la paz y restablecida la libertad para la Iglesia en España, Antonio Vila siente la llamada de Cristo al sacerdocio e ingresa en el Seminario de Madrid en 1939, pero deseando llevar una vida de más íntima amistad con Dios en el silencio y la oración ingresa en 1941 como Monje en el Monasterio de Santa María del Parral de Segovia, donde la restauración iniciada por Fray Manuel de la Sagrada Familia unos años antes estaba a punto de fracasar tras el martirio de este sacerdote en Paracuellos del Jarama.

Cuando, en el lenguaje de los monjes, “deja el siglo” para retirarse al claustro, siguiendo la costumbre jerónima pasa a llamarse Fray Antonio de Lugo. El junio de 1946 recibe la Ordenación sacerdotal y meses después una grave crisis sacude la Orden y Fray Antonio es nombrado Prior. Debe expulsar a un grupo de monjes disolutos que vivían en el Monasterio y hacer frente a una delicada situación financiera.. Son tiempos difíciles de mucho sufrimiento y penuria económica en los que el Padre Lugo no puede ni comprarse las medicinas que le receta el medico, pues ha de hacer frente con esos recursos a otros gastos de la Comunidad monacal.

Como Prior de El Parral debe retomar la refundación de la Orden, empapándose en las fuentes de la tradición jerónima. En esta labor conoce y cuenta con la ayuda de prelados como Herrera Oria, Casimiro Morcillo, García Lahiguera, Marcelo González, Bueno Monreal, Guerra Campos, Laureano Castán… Lo mejor y más granado del Episcopado español.

Como Prior de diversos monasterios primero y como General de la Orden después, obtiene la ayuda de las autoridades para restaurar y abrir nuevos cenobios según se van consolidando las comunidades de monjes. Para tal fin despacha con Franco, Carrero Blanco y otros dignatarios de los que obtiene siempre favorable respuesta y generosa ayuda.

Poco a poca la Orden se va afianzando: abre en Salamanca el Colegio Mayor de Nuestra Señora de Guadalupe para que los monjes que estudian en la Universidad Pontificia puedan llevar vida monacal, funda San Isidoro del Campo en Santiponce (Sevilla), restaura San Jerónimo de Yuste y en 1964 es la fundación de Santa María de los Ángeles en Jávea (Alicante). En 1965 restaura la vida jerónima en el monumental monasterio de San Jerónimo de Granada, que posteriormente fue ocupado por las monjas de la Orden.

Llega el Concilio Vaticano II y el Padre Lugo entiende, como no puede ser de otro modo, que la renovación de la vida religiosa ha de realizarse desde la fidelidad a la Tradición y al Magisterio. Pero soplan malos tiempos para los sacerdotes fieles y Fray Antonio comienza otro nuevo calvario de incomprensiones al negarse a aceptar reformas ajenas al espíritu de la Orden de San Jerónimo y a la Tradición de la Iglesia. Solicita permiso para retirarse a un Monasterio con los monjes que deseen vivir el espíritu tradicional jerónimo, pero no lo obtiene.

En el noble combate por defender la sana Doctrina frente al modernismo surge la Hermandad Sacerdotal Española, que llegó a contar con cerca de 7000 sacerdotes y religiosos en España, con los que Fray Antonio colabora estrechamente mediante artículos y conferencias.

Así, mediando los años ochenta como dijimos antes, Fray Antonio de Lugo pasó a un segundo plano y fue quedando sin cargos en la rama masculina, trasladándose del Monasterio de El Parral –del que era capitular- al de Yuste para evitar participar en ciertas decisiones que no podía compartir.

En esta época, a la crisis general que padece la Iglesia en posconcilio se une la de la Orden Jerónima: comienzan las defecciones, los monjes que quieren mantener el espíritu de siempre y ya no lo encuentran en esos Monasterios salen a buscarlo fuera, cierran Santiponce y Jávea … pero la sangría no para hasta nuestros días, donde apenas un puñado de heroicos monjes visten el hábito de San Jerónimo, de modo que no me parece descabellada la opinión de un correligionario que me decía estos días que con el Padre Lugo, si Dios nuestro Padre no lo remedia, se enterraba la Orden de San Jerónimo.

Un accidente de coche, el hundimiento sobre su cama del techo de un monasterio (le rescataron ensangrentado de los escombros), una operación de columna y diversas dolencias le obligan a trasladarse con frecuencia de Yuste a Madrid. Para ser atendido por los médicos, lo que aprovecha para hacer un fructífero apostolado: conferencias, retiros, dirección espiritual, artículos en Iglesia-Mundo, Roca Viva, Vida Espiritual, El Alcazar etc.

De su prolífica literatura espiritual cabe destacar “María Teresa. Fisonomía de un alma grande” “Martirologio español, Madrid”, escrito en 1974 cuando muchos se avergonzaban de nuestros mártires, “El santo propósito” donde expone la verdadera vida religiosa frente a interpretaciones filoprotestantes, “El precio de una victoria” sobre la Cruzada del 36, “En tierra firme”, “Estirpe de Dios” o “Sexualidad y madurez personal”.

Con Fray Antonio de Lugo se nos va uno de los últimos sacerdotes de esa generación ejemplar y prolífica que tanto bien ha hecho a la Iglesia y que tantas cosas buenas han salvado del huracán. Que desde el cielo –pues escribo esto con la esperanza cierta de que esté ya gozando de la paz del buen Dios a quien consagró su vida- interceda por nosotros, por la Iglesia, por la Orden Jerónima y por España, a la que tanto amó.

viernes, 4 de diciembre de 2009

CAMBIOS EN EXTREMADURA: interesantes reflexiones de Pío Moa

Con motivo de la presentación de mi libro Viaje por la Vía de la Plata, a algunas personas les ha irritado mi afirmación de que Extremadura no había cambiado gran cosa de veinte años acá, salvo en el número de coches. La afirmación requiere sin duda algunas matizaciones. Por "coches" entendía un cierto aumento de la riqueza, visible también en las autovías y otras infraestructuras (que tanto molestan a los nacionalistas catalanes, pues dicen que han sido construidas con dinero que se roba a Cataluña). Pero, en definitiva, estos son simples cambios acumulativos que se han venido desarrollando a partir de los años 60, cuando sí se produjo una evolución mucho más radical: la gente común empezó a tener coches (el mítico "seiscientos"), electrodomésticos, televisores, mucha más gente accedió a la enseñanza media y a la universidad, que empezó también a masificarse, con sus pros y sus contras. Decenas de miles de personas que vivían en un campo que no podía sostenerlos tuvieron la suerte de poder emigrar a las ciudades donde encontraban empleos mucho mejor pagados (un tópico "progresista" siempre ha presentado la emigración como una tragedia, cuando fue una gran fortuna para la mayoría: la tragedia era la de la república y antes, cuando ni el campo daba para más, ni en las ciudades se encontraba trabajo). Aquellos cambios fundamentales fueron los que sentaron la base sobre la que se ha seguido desarrollando la región de forma ya casi espontánea.

Pero hay, naturalmente, otros cambios bien visibles y no tan agradables, desde que recorrí Extremadura de sur a norte hace poco más de veinte años. El botellón, que ya empezaba entonces, se ha extendido mucho más. Ha crecido el alcoholismo, sobre todo entre los jóvenes, así como la circulación de la droga y la delincuencia. Las familias se han desestructurado bastante más, con sus consecuencias de malos tratos, hijos mal atendidos o criados en familias con un solo progenitor, etc. No sé cómo irá el número de abortos, divorcios, embarazos de adolescentes o enfermedades de transmisión sexual, pero me extrañaría que fueran al revés que en el resto del país, donde no cesan de aumentar. La impresión es de más ruido, estruendo y aturdimiento en las fiestas y no solo en las fiestas: he podido comprobar en varios pueblos cómo es difícil dormir por esos ruidos nocturnos supuestamente musicales, sobre todo los fines de semana, que en cualquier país civilizado están estrictamente prohibidos. Hay sin duda más estudiantes, pero en cambio ha bajado notablemente el nivel intelectual de la universidad (con las excepciones de rigor), y también se ha extendido notablemente la pornografía. Ha aumentado mucho el número de funcionarios, sospecho que en mayor medida de lo necesario. En ciertos ambientes se han resucitado artificialmente antiguos odios que llevaron a la guerra civil, a base de falsear constante, deliberada y subvencionadamente la historia. Hay muchos más antifranquistas ahora que ya no existe el franquismo. No sé cómo irá el índice de suicidios, pero imagino que al alza también.

Estos y otros son indicadores de salud social. A mí me parece que indican un cambio a peor, pero, por lo que se ve, son muchos los políticos y otras personas que los ven como una mejora, incluso como una "modernización" o "liberalización" y procuran estimularlos por todos los medios, usando para ello el dinero de todos, el dinero público, que, según una pensadora socialista "no es de nadie".

Claro está que esta clase de "modernización" no es exclusiva de Extremadura, sino que ocurre por todo el país, y quizá esta región vaya incluso algo más "atrasada" que otras. Supongo que los extremeños tendrán que decidir si ese es un buen camino o no.

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/archivo-2009-11.html

martes, 1 de diciembre de 2009

A MONSEÑOR REIG: ¡LAUS DEO!


RETIRO DE MI BLOG EL ENLACE A UN INMERECIDO ARTICULO EN ALABANZA A MONSEÑOR REIG POR LA MISA QUE CELEBRÓ EN PARACUELLOS DEL JARAMA EL PASADO DOMINGO Y QUE LE HA LLEVADO A RESPONDER A LAS ACUSACIONES DE LA IZQUIERDA CON LA SIGUIENTE CARTA.

ESPERO QUE PUBLIQUE OTRA CARTA PARA PEDIR DISCULPAS A LOS FIELES A LOS QUE HA PODIDO OFENDER CON ESTE NUEVO COMUNICADO

viernes, 27 de noviembre de 2009

DE “PICOLETOS” Y "MARINES"



Hispanicus
me manda este artículo que reproduzco:

No es un trabalenguas.


La relación es sencilla: ambos son iguales, o peores estos últimos, a la hora de atacar la bandera de España.


De todos es sabido que los infantes de marina de su graciosa majestad --que poca gracia tiene la pobre/rica-- hacen prácticas de tiro sobre los colores nacionales en Gibraltar, de cuyas aguas se permiten expulsar a la Guardia Civil, que dicho sea de paso sale corriendo sin el menor pudor; a la Armada ni se la conoce ni se la espera.


Pero no es este el único punto de relación entre los “picoletos” y nuestros impagables “aliados” los guiris británicos, porque la Guardia Civil también ofende la Bandera Española cuando ha ordenando su retirada y denunciado a los que pretendieron pasarla --además y tan sólo en forma de simple lazo con los colores nacionales y sin escudo de ningún tipo, unido a un ramo de flores-- al interior de la basílica del Valle de los Caídos el pasado 21 de Noviembre.

Así están las cosas. A la citada deshonra de la enseña nacional y al presunto abuso de autoridad, dado que la “ley de la memoria histórica” esgrimida para justificar tal acto de deshonra, no ampara ni por asomo tamaña aberración, se une el que el Instituto Armado, cuyo honor dice ser su principal divisa, ataca y denigra a la Bandera cuyos miembros han jurado defender a toda costa.

A continuación se ponen dos referencias legales al tema antedicho, de forma que ustedes mismos puedan formase adecuado juicio:

-
El artículo 8.1 y 8.2 de la Ley Orgánica 12/2007, de 22 de Octubre, de régimen disciplinario de la Guardia Civil, según los cuales constituye falta grave (i) la comisión de actos que atenten a la dignidad de los símbolos del Estado, (ii) la observancia de conductas gravemente contrarias a la dignidad de la Guardia Civil y (iii) el abuso de autoridad en el ejercicio del cargo.

La Bandera es el primero de los símbolos del Estado.

- Ley de memoria Histórica. Art. 16 sobre el Valle de los Caídos:

1. El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.

2. En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política, ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo.

Por el contrario, ninguna de las múltiples banderas republicanas –y por ello manifiestamente anticonstitucionales pues por ahora España es una “monarquía”- que se exhibieron a la entrada del Valle de los Caídos, delante de las narices de los “honrosos” guardias civiles allí desplegados con gran alarde de fuerza, fue retirada por ellos; es decir, igual que con los británicos en aguas de Gibraltar.

Por todo lo ocurrido, hoy es de completa aplicación la frase de los defensores de los cuarteles de Gijón “El enemigo está dentro, disparad sobre nosotros”, pues estamos invadidos... no sólo por los británicos.

Y es que desde que Alfonso Guerra “descubriera la Guardia Civil” en los años ochenta, ha llovido mucho… y siguen encantados de conocerse, con los resultados que vemos cada día más patentes.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Carta abierta a D. Benigno Blanco



Carlos Ibáñez Quintana

Secretario Acción Política de la Comunión Tradicionalista Carlista

Hojeando el semanario “Alfa y Omega”, número correspondiente al día 19 de noviembre, me encuentro con párrafo suyo, pronunciado en el curso de una entrevista, que dice: “Hay todavía algún católico fundamentalista de cabeza que no ama la libertad, como ama la verdad y un buen católico defiende ambas, no se queda en el tradicionalismo”.

Los tradicionalistas amamos en primer lugar, y sin reservas, la Verdad. Porque hubo Uno que nos dijo que “la Verdad os hará libres”. Se podrán hacer frases muy bonitas distinguiendo la libertad de la Verdad, como si fuese factible separarlas. Y no es eso. Como nos ha recordado recientemente S. S. Benedicto XVI, la Verdad es lo primero. Sin ella la Caridad se convierte en sentimentalismo. También aquí; sin Verdad no puede haber libertad, sino las opiniones de cada uno, que cada uno impone a los demás sin respetar ninguna libertad. Esto es lo que estamos viendo, viviendo y padeciendo.
Es muy bonito eso de presentarse en la palestra pretendiendo que los enemigos de la Verdad y de la libertad les acepten. Para ello no se limitan a resaltar que son defensores de la libertad, sino que les conceden que, entre los amantes de la Verdad los hay quienes no aman la libertad y nos cargan el “mochuelo” a los tradicionalistas. Me recuerda Vd. a un tipo de mi pueblo quien, cuando le llamaban “hijop..”, contestaba “yo no soy; el hijop. es mi hermano”. Su hermano había nacido antes del matrimonio de su madre.
Del mismo modo, ante los que han osado decir que “la libertad os hará verdaderos” Vd. se presenta con cara amable y les dice: “yo también amo la libertad, los que no la aman son los tradicionalistas fundamentalistas”. Se cree, inocentemente, que así le admitirán a un diálogo democrático. Así no hace Vd. más que perder el tiempo.
Los tradicionalistas amamos la libertad como el que más. Y no separamos la Verdad de la libertad. Porque ¿puede Vd. mencionar un caso en que, mandando los que niegan la existencia de la Verdad, se haya respetado algún tipo de libertad? Me refiero a las libertades auténticas, las que elevan al hombre y no las que le hacen esclavo de sus pasiones.
La lucha que los tradicionalistas llevamos desde hace ciento setenta y cinco años es una lucha por la libertad. Cuando hemos sido vencidos, las libertades concretas, las que de verdad interesan al pueblo, han perdido fuerza. Cuando hemos triunfado, la libertad no fue respetada porque con el poder se hicieron los mismos que separaban la Verdad de la libertad. Esa es la historia. Y los tradicionalistas de hoy seguimos proclamando que sin Verdad no hay libertad. Y se lo decimos, sin complejos, a los que hoy mandan. Y no nos importa que por dar a la Verdad toda la importancia que se merece, que nunca será suficiente, nos traten de enemigos de la libertad. Lo harán de todas formas porque su arma, su única arma, es la mentira. Además, estamos seguros que esos mismos se ríen de los que, “defienden ambas”, al modo que Vd. lo ha manifestado.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Hasta la prensa de extrema izquierda lo reconoce



Los falangistas, molestos porque se manche el nombre de Primo de Rivera

Defienden que la Ley de Memoria Histórica discrimina a su partido

Entrevista a Norberto Pico en Público

sábado, 21 de noviembre de 2009

ESPAÑA EN LA MEMORIA; JOSÉ ANTONIO


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA VER EL PROGRAMA DE INTERECONOMÍA TV

Oración por los Caídos


Señor, acoge con piedad en tu seno a los que mueren por España y consérvanos siempre el santo orgullo de que solamente en nuestras filas se muera por España y de que solamente a nosotros honre el enemigo con sus mayores armas.

Víctimas del odio, los nuestros no cayeron por odio, sino por amor, y el último secreto de sus corazones era la alegría con que fueron a dar sus vidas por la Patria. Ni ellos ni nosotros hemos conseguido jamás entristecernos de rencor ni odiar al enemigo, y tú sabes, Señor, que todos estos caídos mueren para libertar con su sacrificio generoso a los mismos que les asesinaron, para cimentar con su sangre joven las primeras piedras en la reedificación de una Patria libre, fuerte y entera.
Ante los cadáveres de nuestros hermanos, a quienes la muerte ha cerrado sus ojos antes de ver la luz de la victoria, aparta, Señor, de nuestros oídos las voces sempiternas de los fariseos, a quienes el misterio de toda redención ciega y entenebrece, y hoy vienen a pedir con vergonzosa ingencia delitos contra los delitos y asesinatos por la espalda a los que nos pusimos a combatir de frente.

Tú no nos elegiste, Señor, para que fuéramos delincuentes contra los delincuentes sino soldados ejemplares, custodios de valores augustos, números ordenados de una guardia puesta a servir con amor y con valentía la suprema defensa de una Patria. Esta ley moral es nuestra fuerza. Con ella venceremos dos veces al enemigo, porque acabaremos por destruir no sólo su potencia sino su odio. A la victoria que no sea clara, caballeresca y generosa preferimos la derrota, porque es necesario que, mientras cada golpe del enemigo sea horrendo y cobarde, cada acción nuestra sea la afirmación de un valor y una moral superiores.

Aparta así, Señor, de nosotros, todo lo que otros quisieran que hiciésemos y lo que se ha solido hacer en hombre de vencedor impotente de clase, de partido o de secta, y danos heroísmo para cumplir lo que se ha hecho siempre en nombre de una Patria, en nombre de un Estado futuro, en nombre de una cristiandad civilizada y civilizadora. Tú sólo sabes con palabra de profecía para qué deben estar” aguzadas las flechas y tendidos los arcos” (Isa. V, 28). Danos ante los hermanos muertos por la Patria perseverancia en este menosprecio hacia las voces farisaicas y oscuras, peores que voces de mujeres necias. Haz que la sangre de los nuestros, Señor, sea el brote primero de la redención de esta España, en la unidad nacional de sus tierras, en la unidad social de sus clases, en la unidad espiritual en el hombre y entre los hombres, y haz también que la victoria final sea en nosotros una entera estrofa española del canto universal de tu gloria.

Rafael SÁNCHEZ MAZAS (Oración por los caídos de Falange en FE, 22 de Febrero de 1934).

viernes, 20 de noviembre de 2009

Ojalá Fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles...


Testamento que redacta y otorga José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, de treinta y tres años, soltero, abogado, natural y vecino de Madrid, hijo de Miguel y Casilda (que en paz descansen), en la Prisión Provincial de Alicante, a dieciocho de noviembre de mil novecientos treinta y seis.

Condenado ayer a muerte, pido a Dios que si todavía no me exime de llegar a ese trance, me conserve hasta el fin la decorosa conformidad con que lo preveo y, al juzgar mi alma, no le aplique la medida de mis merecimientos, sino la de su infinita misericordia.

Me acomete el escrúpulo de si será vanidad y exceso de apego a las cosas de la tierra el querer dejar en esta coyuntura cuentas sobre algunos de mis actos; pero como, por otra parte, he arrastrado la fe de muchos camaradas míos en medida muy superior a mi propio valer (demasiado bien conocido de mí, hasta el punto de dictarme esta frase con la más sencilla y contrita sinceridad), y como incluso he movido a innumerables de ellos a arrostrar riesgos y responsabilidades enormes, me parecía desconsiderada ingratitud alejarme de todos sin ningún género de explicación.

No es menester que repita ahora lo que tantas veces he dicho y escrito acerca de lo que los fundadores de Falange Española intentábamos que fuese. Me asombra que, aun después de tres años, la inmensa mayoría de nuestros compatriotas persistan en juzgarnos sin haber empezado ni por asomo a entendernos y hasta sin haber procurado ni aceptado la más mínima información. Si la Falange se consolida en cosa duradera, espero que todos perciban el dolor de que se haya vertido tanta sangre por no habérsenos abierto una brecha de serena atención entre la saña de un lado y la antipatía de otro. Que esa sangre vertida me perdone la parte que he tenido en provocarla, y que los camaradas que me precedieron en el sacrificio me acojan como el último de ellos.

Ayer, por última vez, expliqué al Tribunal que me juzgaba lo que es la Falange. Como en tantas ocasiones, repasé, aduje los viejos textos de nuestra doctrina familiar. Una vez más, observé que muchísimas caras, al principio hostiles, se iluminaban, primero con el asombro y luego con la simpatía. En sus rasgos me parecía leer esta frase: "¡Si hubiésemos sabido que era esto, no estaríamos aquí!" Y, ciertamente, ni hubiéramos estado allí, ni yo ante un Tribunal popular, ni otros matándose por los campos de España. No era ya, sin embargo, la hora de evitar esto, y yo me limité a retribuir la lealtad y la valentía de mis entrañables camaradas, ganando para ellos la atención respetuosa de sus enemigos.

A esto tendí, y no a granjearme con gallardía de oropel la póstuma reputación de héroe. No me hice responsable de todo ni me ajusté a ninguna otra variante del patrón romántico. Me defendí con los mejores recursos de mi oficio de abogado, tan profundamente querido y cultivado con tanta asiduidad. Quizá no falten comentadores póstumos que me afeen no haber preferido la fanfarronada. Allá cada cual. Para mí, aparte de no ser primer actor en cuanto ocurre, hubiera sido monstruoso y falso entregar sin defensa una vida que aún pudiera ser útil y que no me concedió Dios para que la quemara en holocausto a la vanidad como un castillo de fuegos artificiales. Además, que ni hubiera descendido a ningún ardid reprochable ni a nadie comprometía con mi defensa, y sí, en cambio, cooperaba a la de mis hermanos Margot y Miguel, procesados conmigo y amenazados de penas gravísimas. Pero como el deber de defensa me aconsejó, no sólo ciertos silencios, sino ciertas acusaciones fundadas en sospechas de habérseme aislado adrede en medio una región que a tal fin se mantuvo sumisa, declaro que esa sospecha no está, ni mucho menos, comprobada por mí, y que sí pudo sinceramente alimentarla en mi espíritu la avidez de explicaciones exasperada por la soledad, ahora, ante la muerte, no puede ni debe ser mantenida.

Otro extremo me queda por rectificar. El aislamiento absoluto de toda comunicación en que vivo desde poco después de iniciarse los sucesos sólo fue roto por un periodista norteamericano que, con permiso de las autoridades de aquí, me pidió unas declaraciones a primeros de octubre. Hasta que, hace cinco o seis días, conocí el sumario instruido contra mí, no he tenido noticia de las declaraciones que se me achacaban, porque ni los periódicos que las trajeron ni ningún otro me eran asequibles. Al leerlas ahora, declaro que entre los distintos párrafos que se dan como míos, desigualmente fieles en la interpretación de mi pensamiento, hay uno que rechazo del todo: el que afea a mis camaradas de la Falange el cooperar en el movimiento insurreccionar con "mercenarios traídos de fuera". Jamás he dicho nada semejante, y ayer lo declaré rotundamente ante el Tribunal, aunque el declararlo no me favoreciese. Yo no puedo injuriar a unas fuerzas militares que han prestado a España en Africa heroicos servicios. Ni puedo desde aquí lanzar reproches a unos camaradas que ignoro si están ahora sabia o erróneamente dirigidos, pero que a buen seguro tratan de interpretar de la mejor fe, pese a la incomunicación que nos separa, mis consignas y doctrinas de siempre. Dios haga que su ardorosa ingenuidad no sea nunca aprovechada en otro servicio que el de la gran España que sueña la Falange.

Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia.

Creo que nada más me importa decir respecto a mi vida pública. En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico. Cumplido lo cual, paso a ordenar mi última voluntad en las siguientes

CLÁUSULAS

Primera. Deseo ser enterrado conforme al rito de la religión Católica, Apostólica, Romana, que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz.

Segunda. Instituyo herederos míos por partes iguales a mis cuatro hermanos: Miguel, Carmen, Pilar y Fernando Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, con derecho de acrecer entre ellos si alguno me premuriese sin dejar descendencia. Si la hubiere dejado, pase a ella en partes iguales, por estirpes, la parte que hubiera correspondido a mi hermano premuerto. Esta disposición vale aunque la muerte de mi hermano haya ocurrido antes de otorgar yo el testamento.

Tercera. No ordeno legado alguno ni impongo a mis herederos carga jurídicamente exigible; pero les ruego:

A) Que atiendan en todo con mis bienes a la comodidad y regalo de nuestra tía María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja, cuya maternal abnegación y afectuosa entereza en los veintisiete años que lleva a nuestro cargo no podremos pagar con tesoros de agradecimiento.

B) Que, en recuerdo mío, den algunos de mis bienes y objetos usuales a mis compañeros de despacho, especialmente a Rafael Garcerán, Andrés de la Cuerda y Manuel Sarrión, tan leales durante años y años, tan eficaces y tan pacientes con mi nada cómoda compañía. A ellos y a todos los demás, doy las gracias y les pido que me recuerden sin demasiado enojo.

C) Que repartan también otros objetos personales entre mis mejores amigos, que ellos conocen bien, y muy señaladamente entre aquellos que durante más tiempo y más de cerca han compartido conmigo las alegrías y adversidades de nuestra Falange Española. Ellos y los demás camaradas ocupan en estos momentos en mi corazón un puesto fraternal.

D) Que gratifiquen a los servidores más antiguos de nuestra casa, a los que agradezco su lealtad y pido perdón por las incomodidades que me deben.

Cuarta. Nombro albaceas contadores y partidores de herencia, solidariamente, por término de tres años, y con las máximas atribuciones habituales, a mis entrañables amigos de toda la vida Raimundo Fernández Cuesta y Merelo y Ramón Serrano Súñer, a quienes ruego especialmente:

a) Que revisen mis papeles privados y destruyan todos los de carácter personalísimo, los que contengan trabajos meramente literarios y los que sean simples esbozos y proyectos en período atrasado de elaboración, así como cualesquiera obras prohibidas por la Iglesia o de perniciosa lectura que pudieran hallarse entre los míos.

B) Que coleccionen todos mis discursos, artículos, circulares, prólogos de libros, etc., no para publicarlos –salvo que lo juzguen indispensable–, sino para que sirvan de pieza de justificación cuando se discuta este período de la política española en que mis camaradas y yo hemos intervenido.

C) Que provean a sustiuirme urgentemente en la dirección de los asuntos profesionales que me están encomendados, con ayuda de Garcerán, Sarrión y Matilla, y a cobrar algunas minutas que se me deben.

D) Que con la mayor premura y eficacia posible hagan llegar a las personas y entidades agraviadas a que me refiero en la introducción de este testamento las solemnes rectificaciones que contiene.

Por todo lo cual les doy desde ahora las más cordiales gracias. Y en estos términos dejo ordenado mi testamento en Alicante el citado día dieciocho de noviembre de mil novecientos treinta y seis, a las cinco de la tarde, en otras tres hojas además de ésta, todas foliadas, fechadas y firmadas al margen.

martes, 17 de noviembre de 2009

CAPITULARES DE CORIA, VÍCTIMAS DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA



Publicado en Iglesia en Coria-Cáceres; 15-noviembre-2009

 El pasado 6 de noviembre se ha celebrado por segundo año consecutivo la conmemoración litúrgica de los Mártires Españoles del siglo XX consagrada a las víctimas de la persecución religiosa sufrida por la Iglesia en nuestra Patria entre 1931 y 1939. El Papa Benedicto XVI, en su Carta Apostólica con ocasión de la beatificación de 498 de estos mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma fijó dicha fecha para la memoria, conjunta al igual que su beatificación.
En las diócesis relacionadas con los nuevos beatos —todas las de España menos seis, más algunas de Cuba, México y Francia— es memoria obligatoria y el resto de las diócesis de España y de otros países pueden también hacer propia dicha conmemoración litúrgica.
Esta ocasión resulta especialmente apropiada para recordar a dos miembros del Cabildo Catedral de Coria que murieron víctimas de la misma persecución religiosa. Nos referimos a D.Gabriel del Cueto y Cueto, Doctoral de la Santa Iglesia Catedral y D.Ruperto Piñero Mena, Canónigo de la misma. A ellos se podría añadir otros dos sacerdotes muy vinculados con Coria: el también canónigo D.Fausto Cantero Roncero (con proceso de beatificación abierto en la Archidiócesis de Toledo) y el Capellán de la Armada D.Cástor Rodríguez Andrés, nacido en esta ciudad.
El primero de los citados, D.Gabriel del Cueto y Cueto, había nacido en Santa María de Taranes-Ponga (Asturias) y en el verano de 1936 se encontraba en su tierra natal; provincia que sufrió tan ásperamente la actuación de los revolucionarios ya comenzada en octubre de 1934. Fue detenido en Gijón y estuvo encarcelado en la Cárcel del Coto de dicha ciudad durante bastantes meses. Finalmente le llevaron a construir fortificaciones en el frente en una de las llamadas “Brigadas Penales” en las que los presos realizaban trabajos forzados en condiciones durísimas, entre amenazas y castigos y en las cuales fueron asesinados muchos de ellos. Las circunstancias de su muerte el 12 de octubre de 1937 en San Esteban de las Cruces las relata D.Ángel Garralda en su documentado estudio sobre la persecución religiosa en Asturias:
«Se pusieron a trabajar en el chalet de Villafría, llevando piedras en cadena. Ese día habían muerto varios milicianos en combate. En el momento en que precisamente estaba moviendo una gran piedra junto con Juan Bautista Fernández Díaz (hoy párroco de Cangas de Onís), éste nos añade el detalle de que pasó el cabo Félix y le llamó diciendo: "Gabriel, venga conmigo".
Al poco tiempo, continúa Manuel Astorga, vi cómo pasó el teniente con unos zapatos en la mano que a mí me parecieron los de Gabriel del Cueto.
Efectivamente, al término del trabajo se nos dijo que había muerto; era el canónigo de Coria al que se llevó en unas parihuelas y se le dio tierra».
D.Ruperto Piñero Mena había nacido en 1893 y llegó a Madrid pocos días antes del Movimiento para pasar las vacaciones con sus padres que servían como porteros en el Convento de Madres Mercedarias. En los primeros días de la revolución se vieron obligados a abandonar dicho lugar y a refugiarse en casa de unos vecinos; debido a su condición sacerdotal tuvo que esconderse en diversos lugares pero no siguió los consejos que le daban para que se procurara un carnet comunista alegando que de nada le serviría si es que el Señor le había elegido para mártir. Felipe Gil redactó las siguientes notas para la Revista Mater Clementissima del Pontificio Colegio Español de San José en Roma, donde había sido alumno entre 1915 y 1922:
El 13 de noviembre de 1936 fueron los milicianos a hacer un registro en aquella casa con el pretexto de que salían tiros de ella. Aunque le avisaron que se escondiera, no quiso hacerlo, y al pedirle los milicianos la documentación, les presentó lo único que tenía: su cédula de sacerdote. Le dejaron con su padre diciendo que a los dos días volverían. Empero a los pocos instantes se presentaron de nuevo con el siniestro coche de la muerte. Al ser arrancado del lado de su padre, éste, llorando y abrazándole exclamó: “¡Hijo, no te vuelvo a ver!...” y él repuso: “Padre, sea lo que Dios quiera”.
Junto con él fue conducido un vecino suyo, a quien los rojos perdonaron la vida, y que informó después a la desconsolada madre de Ruperto cómo llamados los dos en la noche del 14 de Noviembre para declarar viole en aquellos momentos con una tranquilidad y serenidad que admiraban.
Ignoramos los detalles de su muerte. Enterrado junto con otros dieciocho, que corrieron la misma suerte, en el Cementerio de Fuencarral, al ser exhumado, encontraron su cuerpo incorrupto con once disparos en la cabeza y diversos miembros del mismo. Los milicianos mismos se encargaron de consignar la causa de su muerte poniéndole este epitafio: “Fascista y Jesuita”, “Fascista y Párroco, U.H.P.”»

Ángel David Martín Rubio