«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

viernes, 6 de diciembre de 2013

Un diálogo sobre Fascismo, Modernidad y Tradición

"Fasci di Combattimento", antecedente del Partido Fascista
DOMINGO GONZÁLEZ: Hay dos libros muy importantes para entender la común ascendencia moderna de las ideologías totalitarias revolucionarias (fascistas y comunistas). Su natural inclinación a las prácticas terroristas y genocidas, como forma suprema de higiene social, no fue un accidente sobrevenido ni puede justificarse por la contingencia histórica de una época violenta. Antes al contrario, dichas ideologías revolucionarias encarnan, cada una a su modo, la misma aspiración prometeica, típicamente moderna, dirigida a la construcción (racionalista o mitológica) de un Orden Nuevo y de un Hombre Nuevo.

Se trata de Modernismo y Fascismo (La sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler) , de Roger Griffin (Madrid: Ediciones Akal, 2010). El otro libro es de Zygmunt Bauman, Modernidad y Holocausto (Madrid: Ediciones Sequitur, 1997).

JAIME MORA: Habría que determinar en qué consistieron las prácticas terroristas y genocidas del fascismo italiano, el único fascismo en realidad.

HISTORICUS: La tesis de los libros es muy sugerente y seguramente acertada. Como siempre, late la cuestión que apunta Jaime: determinar qué se entiende por fascismo y si puede considerarse un concepto universal. Así como si hay "fascismos" nacidos en contextos anti-modernos y contrarrevolucionarios o estos elementos son simples adherencias.

DOMINGO GONZÁLEZ: Sin duda la acusación es injusta con algunas expresiones de lo que se han venido considerando "movimientos fascistas", empezando por su matriz italiana, y especialmente con las manifestaciones en un marco católico (la Falange, especialmente). Los fundadores y pensadores de esas variantes del "fascismo" emitieron reservas serias y profundas frente al modernismo fascista (panteísmo estatal, nacionalismo, colectivismo socio-cultural, antipersonalismo, etc). Creo, en este sentido, que el pensamiento de José Antonio es fiel reflejo de esta tensión, seguramente nunca resuelta del todo. Fuera de este marco católico, los "fascismos" (con todas las cautelas con que debamos emplear esta expresión, sin duda forzada por el interés teórico de la generalización abusiva) cada vez se me aparecen más como una reacción mimética frente al comunismo, que trocaría el internacionalismo economicista por el particularismo nacionalista mitológico, pero arrastrando necesariamente la deuda con una modernidad fuerte y revolucionaria (eso sí, sometida a revisión). Esto incluye, por supuesto, el uso de los mismos métodos y formas de organización políticas.

Creo que esta es la tesis de Nolte, que tal vez sería necesario afinar (por ejemplo con las teorías de René Girard, que permitirían enriquecerla notablemente). Atención a estas palabras de Hitler: "Mucho es lo que he aprendido del marxismo, lo confieso abiertamente. No, quizá, esa aburrida enseñanza social y de la concepción histórica materialista, de esas cosas absurdas...Pero sí he aprendido de sus métodos. Sólo que yo he tomado en serio lo que esos espíritus de tenderos y secretarios habían iniciado tímidamente. Todo el nacionalsocialismo está aquí inmerso. Fíjense exactamente...Esos nuevos medios de lucha política hacen referencia, en los fundamental, a los marxistas. Yo sólo necesité hacerme cargo de ellos y desarrollarlos (...) El nacionalsocialismo es lo que el marxismo hubiese podido ser si se hubiese desligado de la unión absurda, artificial, con una ordenación democrática". ¿Cuántos dirigentes fascistas se educaron ideológica y políticamente en las filas del socialismo o el comunismo? Creo que eso dice mucho.

JAIME MORA: Ya, Domingo, pero el fascismo italiano no fue ni terrorista ni genocida, y eso hay que recordarlo. Podemos discutir por qué motivos no lo fue, pero no podemos hablar de prácticas genocidas en sistemas políticos que no lo fueron. Y la tesis de Nolte está limitada, estrictamente, al nacionalsocialismo.

HISTORICUS: Por algo, Ramiro Ledesma Ramos solamente daba acreditación de fascistas a los que habían nacido de la matriz revolucionaria y se mantenían en ella. Los demás eran simplemente "fascistizados". Creo que la tensión a la que alude Domingo está más presente en la Falange como organización (sobre todo al integrar al jonsismo del citado Ledesma) que en el propio José Antonio. Éste entra en la corriente del pensamiento tradicional español.

DOMINGO GONZÁLEZ: No pretendo atribuir ningún sentido polémico a la idea del terrorismo. Por ejemplo, está fuera de duda que la represión en la Italia fascista fue muy inferior a la de la España franquista (claro que ésta se explica en gran medida por las consecuencias de una guerra civil y por la respuesta a otras ideologías terroristas, como el comunismo). No, prefiero hablar en un sentido más crítico sobre el terrorismo.

El Terror comienza con la revolución francesa. Y todas las ideologías revolucionarias son, potencialmente al menos, terroristas. Ésos son sus métodos. Métodos modernos de hacer política. Y por no hablar del tema sensible de la violencia, podemos fijarnos también en la cuestión de la propaganda, entendida como la mentira sistemática, con ambición cratológica. Esto es maquiavelismo, y todas estas ideologías rivalizaron miméticamente en el cinismo propagandístico. Todo esto es moderno y revolucionario. Por supuesto, la ética cristiana de José Antonio está radicalmente fuera de este marco. De ahí en gran parte su desengaño hacia el fascismo, que lo hubiera sido en mayor medida de haber conocido mejor, con mayor perspectiva histórica, la naturaleza de estas nuevas ideologías.

JAIME MORA: ¿Terrorismo sin violencia, sin exterminio físico del adversario (ideológico, de clase, de raza)? No le des más vueltas, el fascismo italiano será una ideología, en parte, moderna, pero no fue terrorista en la práctica (no tengo ni idea de si lo era en potencia) y mucho menos fue genocida.

DOMINGO GONZÁLEZ: ¿Fascismo sin violencia, dices? ¿No lo estarás confundiendo con el franciscanismo? Ahora va a resultar que Mussolini era un pacifista vergonzante… Creo que ese fascismo pacifista sólo lo practicó Gandhi…

HISTORICUS: Creo que Jaime no dice "sin violencia". Con el manganello y el ricino puede haber violencia pero no genocidio…

DOMINGO GONZALEZ: Es obvio que el fascismo italiano no fue genocida. Y también es obvio que no se puede reducir el fascismo a la violencia, Pero no creo que tampoco se pueda dudar del hecho de que el fascismo no sólo utilizó los métodos violentos que imitó de la izquierda, sino que desarrolló toda una ética de la violencia, de la voluntad y del sentimiento".

La tesis del libro de Griffin, que yo acepto de antemano, es que el fascismo fue moderno y revolucionario. Para mí es una prueba de su naturaleza, si no perversa sí, al menos, pervertida. Pero entiendo que para los que se sienten modernos, la modernidad del fascismo sea un título glorioso de su legitimidad.

Corneliu Zelea Codreanu
HISTORICUS: O sea que el problema es doble. No se trata únicamente de determinar qué es el fascismo sino qué no lo es. Y puestos a admitir la existencia de los diversos "fascismos" ¿solamente son fascismo auténtico los elementos modernos y revolucionarios? Es decir, los fascistizados (en terminología de Ledesma Ramos): Acción Española, Calvo Sotelo, Pradera, Maeztu... o el propio José Antonio ¿eran reaccionarios con un barniz fascista? O todos ellos basculaban hacia un punto de convergencia común. Y, fuera de España, ¿Era Codreanu "moderno y revolucionario"? Otra pista para profundizar en la cuestión sería el intento católico, en la línea de Il Frontespizio, de contrarrestar al neo-idealismo gentiliano como filosofía inspiradora del régimen.

DOMINGO GONZÁLEZ: Creo que hay que situarse en un prudente término medio: ni aceptar la teoría monolítica de un fascismo universal ni negar las mutuas conexiones y deudas entre los distintos fascismos. Es decir, una teoría del fascismo moderadamente pluralista y prudentemente unitaria.

HISTORICUS: “Término medio” que supone una respuesta positiva a la pregunta acerca del fascismo como un universal…

DOMINGO GONZÁLEZ: Pero los fascistizados no son fascistas. Son la expresión de una simpatía hacia un régimen exitoso que restableció la autoridad y el orden. Pero creo que no entendían bien el fascismo. No me extraña la reacción de Ramiro Ledesma frente a ellos.

HISTORICUS: Probablemente porque él hacía esa lectura unívoca del fascismo que excluye de él cualquier elemento anti-moderno o contra-revolucionario. En realidad, en la medida que los fascistizados convergen hacia el pensamiento tradicional hispano son cada vez menos fascistas. De todas formas creo que el proceso es peculiar de España porque el peso que aquí tenía el pensamiento tradicional (anti-moderno y contrarrevolucionario) era mucho mayor que en cualquier otra nación de la Europa (al menos) Occidental. De ahí el ¿Bandera que se alza? de Víctor Pradera o los hombres de Acción Española que interpretan el fascismo como un neo-tradicionalismo: “Depurada la doctrina tradicionalista en el crisol de la adversidad, e invadido hoy el mundo por un ambiente “fascista”, que en sus principales bases guarda gran analogía con los postulados del tradicionalismo, no es aventurado esperar, para un mañana próximo, el triunfo de los principios fundamentales que representaba la bandera que, ahora hace un siglo, comenzó a cobijar a tantos mártires de la Religión y de España” (Eugenio Vegas Latapié, “Un centenario”, Acción Española, nº 37, 16 de septiembre de 1933, p.15).

DOMINGO GONZÁLEZ: Había un cartel del MSI, creo que de los años 60, en el que aparecía una de las fórmulas simbólicas preferidas de Giorgio Almirante para expresar la esencia del ideal fascista: "Nostalgia del futuro". Me parece una bella imagen poética de gran fuerza evocadora y que explica el gran poder de seducción del fascismo genuino en el marco de una civilización decadente. Pero dicha imagen expresa también las contradicciones internas de la ideología fascista, en particular entre su presunto tradicionalismo y su equívoca modernidad revolucionaria.

Augusto del Noce explicaba el fascismo como un movimiento espiritual de segunda generación, es decir, un movimiento surgido en una época de disolución religiosa y de crisis cultural pero en la que todavía se podían proyectar políticamente metas semi-trascendentes. Me parece que esa es una de las claves para entender el fascismo y su "nostalgia". Creo que esa nostalgia es la nostalgia de la comunidad, y más concretamente, de la Iglesia. Esto es lo que explica la modernidad del fascismo, porque de hecho la fórmula "nostalgia del futuro" no es exclusiva del fascismo. Ese mismo retro-futurismo aparece en algunas distopías de ciencia ficción y es una imagen que incluso se utiliza a menudo para justificar las peores versiones del transhumanismo, hoy especialmente en boga (véase por ejemplo Houellebecq, cuya referencia seguramente aprobará Jaime, y me parece que no por casualidad).

Creo que esta aspiración transhumanista, que expresa esa aspiración prometeica y moderna (un Nuevo Orden para un Hombre Nuevo) refleja el carácter irremediablemente ideológico del fascismo, y lo digo en el peor sentido de la palabra. Por esa razón, creo que el fascismo es inequívocamente moderno, como sugiere Griffin, y que su polo tradicionalista es un mero envoltorio, un simple barniz. Al final, como en toda nostalgia, no podemos revivir el pasado. Pero si, como los niños huérfanos que acaban de perder a sus padres, creemos que todo tiempo pasado fue mejor (como creyeron y sufrieron los fascistas), podemos proyectar nuestras esperanzas (y nuestros miedos) en una reconstrucción postiza del Hogar paterno que nos recuerde al Hogar de nuestros verdaderos padres. Aun a riesgo de parecer demasiado psicoanalítico, creo que esa es la "nostalgia fascista del futuro"."

Entiéndase, para concluir, que mi crítica al fascismo es reaccionaria, ni liberal ni marxista, ni conservadora ni democrática, ni tampoco fascista (que también existe). Por mi experiencia, la crítica reaccionaria al fascismo es la que más descoloca a los fascistas. A veces me dan la impresión, al escucharla, de sentirse repentinamente más plebeyos de lo que creían.

HISTORICUS: Creo que, al final, apuntas muy acertadamente a la pregunta por la imposibilidad de revivir el pasado y la demanda cuestiona también a los diversos tradicionalismos. ¿Restauración o Apocalipsis? Pero, ésta sería materia para otro debate.

http://tradiciondigital.es/2013/12/06/un-dialogo-sobre-fascismo-modernidad-y-tradicion/