«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

viernes, 27 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día noveno y fiesta, "Reinaré en España"



1.    “REINARÉ EN ESPAÑA”


El 30 de mayo de 1919, España se consagró públicamente al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles. Allí se grabó, debajo de la estatua de Cristo, la promesa que hizo al padre Bernardo de Hoyos, S.J., el 14 de mayo de 1733, mostrándole su Corazón y diciéndole: «Reinaré en España con más Veneración que en otras muchas partes».

Vemos pues, la estrecha vinculación que existe entre el Reinado del Sgdo.Corazón y nuestra Patria. Ello nos obliga a pensar cómo hemos de vivir nuestra condición de españoles y si en ello tiene algo que decir nuestra condición de cristianos, más aún si nos hemos consagrado al Corazón de Jesús y a la extensión de su reino.

2.    EL PATRIOTISMO


El patriotismo es el amor y la piedad hacia la Patria en cuanto tierra de nuestros mayores o antepasados. Además de otros títulos como la justicia legal, la caridad y la gratitud, el principal fundamento teológico del patriotismo es la virtud de la piedad.

La palabra piedad se puede emplear en muy diversos sentidos. Siguiendo a Sto.Tomás de Aquino, considerándola como virtud especial, derivada de la justicia, puede definirse como un hábito sobrenatural que nos inclina a tributar a los padres, a la patria y a todos los que se relacionan con ellos el honor y servicio debidos (II-II, 101,3). Por lo tanto, el objeto material de esta virtud lo constituyen todos los actos de honor, reverencia, servicio, ayuda material o espiritual, etc. que se tributan a los padres, a la patria y a todos los consanguíneos.

Esos deberes para con la patria pueden reducirse a uno solo: el patriotismo, que no es otra cosa que el amor y la piedad hacia la patria en cuanto tierra de nuestros mayores o antepasados. El patriotismo bien entendido es una verdadera virtud cristiana y sus principales manifestaciones son cuatro (cfr.Royo Marín, Teología Moral para seglares, Tomo I, p.681):

2.1. Amor de predilección, sobre todas las demás naciones; perfectamente conciliable, sin embargo, con el respeto debido a todas ellas y la caridad universal que nos impone el amor al mundo entero.

2.2. Respeto y honor a su historia, tradición, instituciones, idioma, etc. que se manifiesta incluso ante los símbolos que la representan, principalmente la bandera y el himno nacional.

2.3. Servicio, como expresión efectiva de nuestro amor y veneración. Consiste principalmente en el fiel cumplimiento de sus leyes legítimas, sobre todo las relativas a tributos e impuestos, en el desempeño desinteresado y leal de los cargos públicos que el bien común nos exija y otras cosas por el estilo.

2.4. Defenderla contra sus perseguidores y enemigos interiores o exteriores: en tiempo de paz, con la palabra o con la pluma; en tiempo de guerra, empuñando las armas y dando generosamente la vida si es preciso por el honor o la integridad de la Patria.

3.    PECADOS OPUESTOS AL PATROTISMO


Al sano patriotismo se oponen dos pecados:

3.1. Por defecto se opone el internacionalismo de los hombres sin patria, que desconocen la suya propia con el especioso pretexto de que el hombre es ciudadano del mundo.

3.2. Por exceso se opone el nacionalismo exagerado, que ensalza desordenadamente a la propia patria como si fuera el bien supremo y desprecia a los demás países con palabras o hechos, muchas veces calumniosos o injustos.

Este sentimiento ha ido adquiriendo en la segunda mitad del siglo XIX y en el XX formas más particulares dentro de cada nación. Se han fomentado nacionalismos cada día más estrechos a los que cabe aplicar con propiedad el nombre de separatismos. Con lo cual se ha perjudicado a grandes entidades formadas por la historia. Rozando en ocasiones extremos racistas, se ha acentuado la nota separatista en tal forma de desconsideración y desestima a otros pueblos o naciones, que en el fondo se ha incurrido en auténticos vicios farisaicos.

Con razón advirtió el insigne Menéndez Pelayo de las raíces de este separatismo en el caso de España: «España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arevacos y de los vectones o de los reyes de taifas».

Y el Cardenal Gomá condenaba a este nacionalismo afirmando que surge contra el Estado y sacude el yugo común que aunaba en la síntesis de la Patria única a varios pueblos que la Providencia y la historia redujeron a un denominador común. Y recordaba que la doctrina católica predica a los pueblos la justicia y la caridad, también en el orden político y es la justicia y la caridad la que, dentro de un mismo Estado, impone el respeto a vínculos derivados de los hechos y principios legítimos que forman de varios pueblos una gran Patria (cfr. Catolicismo y Patria, VI)

4.    CRISTO, APRESURA EL CUMPLIMIENTO DE TU PROMESA

«Reinaré en España y con más veneración que en otras partes». En pocos momentos de nuestra historia como en este, hemos podido creer más lejano el cumplimiento de esta consoladora promesa.

Y sin embargo, tienen aplicación a nuestros días las palabras de la Beata María Patrocinio Giner, misionera claretiana: «Qué nubarrones tan negros nos cubren, pero como nuestra confianza está puesta en Aquel que ha dicho “triunfaré de mis enemigos y reinaré en España” (...) en medio de tanta persecución nuestra fe se robustece, el corazón purga y la voluntad se dispone a sufrir todo lo que el Señor permita nos venga, que todo sea para nuestro bien» (diciembre-1932).
Pidamos luz y valentía. Renovemos nuestra Consagración. Reavivemos tres grandes afirmaciones:
  • Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.
  • Sagrado Corazón de Jesús, haced nuestro corazón semejante al Vuestro
  • Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu Reino
Así, también se cumplirá la promesa de Jesús y nuestra España volverá a ser, en palabras del cardenal Gomá: «Una, con la unidad católica, razón de toda nuestra historia; grande, con la grandeza del pensamiento y de la virtud de Cristo, que han  producido los pueblos más grandes de la historia universal; y libre “con la libertad con que nos hizo libres Cristo” porque fuera de Cristo no hay verdadera libertad» (Gomá, ibid.VII).

jueves, 26 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día octavo, la gran Promesa

Sagrado Corazón de Jesus: Otura (Granada)
En 1673, Santa Margarita María de Alacoque ve a Jesucristo mostrándole su Sagrado Corazón. Las apariciones se suceden y en la tercera (1674) le comunica la Gran promesa

1. LA PROMESA


«Yo prometo, en un exceso de misericordia de mi Corazón, conceder a todos los que reciban la Sagrada Comunión nueve primeros viernes de mes consecutivos:
-         la gracia de la penitencia final
-         no morir en mi desgracia, sin recibir los Sacramentos
-         tendrán en mi Divino Corazón un asilo seguro en el último momento».

Promete tres gracias:

-         Morir en estado de gracia
-         La recepción de los Sacramentos que sean necesarios en aquel momento
-         Asilo seguro en su Corazón, es decir, seguridad de no ser rechazado por Él

La promesa es absoluta y exige la comunión bien hecha según la intención del Sagrado Corazón y precisamente nueve viernes de mes, los primeros, seguidos

Jesucristo no dice que se salvarán los que hagan exteriormente la práctica pero sigan pecando con obstinación. Si no que dará una gracia especial para vivir y morir cristianamente:

-         Que exige nuestra colaboración especial.
-         No acaba con nuestra libertad cristianamente pues la certeza moral que da esta promesa no excluye el temor prudente que recomienda S.Pablo: «Con temor y temblor trabajad por vuestra salud» (Flp 2, 12).
  

2. ¿CUÁL FUE LA INTENCIÓN DE JESUCRISTO AL HACER ESTA PROMESA?  

 

2.a. Mostrarnos la importancia que Él da a la devoción a su Corazón y a la Comunión reparadora. 

2.b. Tranquilizar a algunas almas escrupulosas con la certeza moral de su salvación.

2.c. Abrir a los pecadores una puerta de salvación:

- Esto no quiere decir que un pecador que rehúse convertirse durante su vida se salvará de todas formas a la hora de la muerte.

- Lo que ocurre es que un pecador que haya cumplido bien los requisitos de esta devoción, emprenderá a partir de ella una vida auténticamente cristiana que le asegurará cada vez más la gracia de la perseverancia final.

2.d. No son nuestros méritos los que nos alcanzan la gracia. La perseverancia final es gratuita.

*

Este es el sentido de la Gran Promesa, prueba elocuente, de la desbordante misericordia del Corazón de Cristo.

miércoles, 25 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día séptimo. Segunda parte de la consagración: ser apóstol del Reinado del Sagrado Corazón

Iglesia de San Miguel (Villanueva de Córdoba)
 

1.VIVIR CONSAGRADOS

Consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús es cosa fácil y al alcance de todos, cualquiera, en cualquier circunstancia de la vida en que se sienta movido a ello puede hacerlo pronunciando privadamente una fórmula de consagración.

Pero otra cosa es vivir la consagración, vivir entregado al Corazón  Divino. El vivir plenamente entregado a Él supone estar pronto a dar más. A hacer más para transformarnos en Él. Esto se consigue practicando el apostolado de acuerdo con la segunda parte del pacto que supone la consagración: Cuidar del Corazón de Jesús y de sus cosas. Pero podemos preguntarnos, ¿Quién soy yo para hacer esto? ¿Cómo podré hacerlo? Las cosas del Corazón de Jesús todas se reducen a una: su Reinado.

2.  EL REINADO UNIVERSAL DEL SAGRADO CORAZÓN


2.a. Lo afirma la Sagrada Escritura en numerosos pasajes: «Y dominará de mar a mar; desde el río hasta los confines de la tierra... Y doblarán sus rodillas ante Él todos los reyes de la tierra; todas las gentes le servirán» (Ps 71,8.11) «Y se convertirán al Señor todos los confines de la tierra; y se humillarán ante Él todas las familias de las gentes» (Ps 21, 28).

2.b. Es una de las peticiones del Padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino»

2.c. Lo afirma con gran alegría Santa Margarita: «reinará este amable corazón a pesar de Satanás». Y en una de sus cartas pone en boca del Corazón de Jesús estas palabras: «Yo reinaré a pesar de mis enemigos y de todos aquellos que se opusieran a ellos».

«Cuántos corazones, oh Señor, te esperan. Cuántas almas se consumen por apresurar el día en que solo Tú vivirás y reinarás en los corazones. Ven ¡oh Señor Jesús! Hay tantos indicios de que tu vuelta no está lejana...» (Pío XII, Pascua 1957)

3.  TRES MANERAS DE SER APÓSTOL


Además de la oración y la reparación, podemos fijarnos en otras tres maneras de ser apóstoles de este reinado: las buenas obras, la mortificación y el apostolado.

3.a. Las buenas obras

Ofreciendo uno al Señor por la mañana todo cuanto bueno piense, diga y haga y haciéndolo todo con la mayor perfección posible, como recreándose en hacerlo bien por que reine, no sólo es apóstol de su reinado, sino que continuamente le está dando culto, trabajando y orando para que reine el Sagrado Corazón.

3.b. La mortificación pasiva y activa

Diariamente se nos presentan a todos contrariedades penas, dolores y cruces, sin poderlas evitar y que hemos de llevar queramos a o no. Venido todo de la mano de Dios directa o indirectamente ¿por qué no lo aceptamos y soportamos con gusto, para que reine el Corazón Divino? Es de fe que nada sucede, excepto el pecado, sin la voluntad de  Dios. Hagamos, pues, de la necesidad virtud.
Además, ¿quién no puede ofrecer diariamente al Señor para que reine, un gran número de mortificaciones pequeñas, sobre todo de los sentidos: de la vista, del oído, de la lengua, del gusto...?

3.c. El apostolado externo

Este debe ser del buen ejemplo, de la palabra y de la propaganda
  • ¡Cuánto bien hacen, sin darse cuenta, las personas que obran con rectitud! Por el contrario, ¡cuánto mal hace a las almas el mal ejemplo!
  • La fe nos entra por el oído (Rom 10,17) ¡Cuánto bien, pues, se puede hacer hablando de cosas buenas, catequizando, instruyendo, promoviendo conversaciones piadosas...
  • Una hoja, una estampa, asociaciones que promuevan el culto al Sgdo.Corazón....

martes, 24 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día sexto. Primera parte de la consagración. La entrega



Decíamos que la primera parte de la Consagración al Sgdo.Corazón de Jesús supone entregarle aquello que es nuestro: el alma, el cuerpo, las buenas obras y todo lo que de algún modo nos pertenece.

Como sin duda, el alma es lo más importante, vamos a detenernos el significado que tiene para un cristiano el hacer consagración de ella al Sagrado Corazón. En primer lugar hemos de entregarle el alma, y al decir el alma se entienden cuatro cosas: el asunto de la salvación eterna, el progreso en la vida espiritual, la libertad y las faltas.

1.  EL ASUNTO DE LA SALVACIÓN ETERNA


La ansiedad que todos tenemos respecto de la otra vida, la preocupación que toda alma piadosa siente de vez en cuando de si estará en gracia de o no; de si se salvará... Esto quiere el Señor que lo dejemos todo en sus manos; no lo podemos poner en otras mejores. Habiendo comprado tan caro con su pasión y muerte nuestra redención, Él tiene vivo interés en que nos salvemos, mucho más que nosotros mismos. Además quiere que pongamos en Él esa confianza; quiere que practiquemos la virtud teologal de la esperanza, con la cual deseamos y esperamos la vida eterna que Dios ha prometido a los que le sirven y los medios necesarios para alcanzarla.

2.  EL PROGRESO EN LA VIDA ESPIRITUAL


Tantos propósitos y tantos fallos, siempre levantándose y siempre cayendo... No progreso nada... ¿Es que yo no puedo ser santo? Estas y otras preocupaciones semejantes, nos invita el Corazón de Jesús a dejarlas en sus manos: Haz todo lo que puedas, pide lo que te falta... y descansa en el Señor. No hacerlo así es oculta soberbia. Dios da a cada uno las gracias que quiere, cuando quiere y como quiere; querer nosotros más es falta de humildad.

Bien está que tengas grandes deseos pero no olvidemos que la santidad consiste en la conformidad al querer divino, manifestada en el cumplimiento constante y exacto de los deberes del propio estado. «Hermanas mías, que no hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen; y como hagamos lo que pudiéremos, hará su Majestad que vayamos pudiendo cada día más y más» (Sta.Teresa)

3.  LA LIBERTAD


Pide la voluntaria y libre entrega  de lo que tenemos más propio que es la libertad. Cristo no violenta el corazón, el amor, el afecto de nuestra voluntad, pero lo quiere, lo desea y nos lo pide con acento paternal: «Dame, hijo mío, tu corazón» (Prov 23,26). Y ¿qué vale mi corazón para que Dios me lo pida con ese requerimiento? Vale la sangre de todo un Dios, que se entregó a la muerte por mí. Dice Sta.Margarita que después que le entregó su libertad, ya no obraba ella, sino que todas sus obras eran como si las hiciera el mismo Divino Corazón. Lo mismo decía San Pablo: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).

4.  LAS FALTAS


¿Para qué? Para mayor ganancia nuestra. Quiere que se las ofrezcamos humillándonos a fin de que las mismas faltas aprovechen para nuestro bien, para convertir en oro nuestra escoria.

En cierta ocasión dijo a Santa Gertrudis: «Bendita mancha que te ha valido el quedar más limpia por tu humildad. En efecto, si tenemos una mancha en la mano, al ir a lavarnos, no lavamos tan sólo aquella mancha, sino las manos por completo, quitando hasta lo que no habríamos quitado si no nos hubiera caído aquella mancha».

5.  NOS LO PREMIARÁ ESPLÉNDIDAMENTE


Además de todo esto, quiere el Corazón de Jesús que le ofrezcas tus proyectos, tus habilidades, tus ministerios, los miembros de tu familia que tanto te preocupan, todo, todo quiere que se lo entregues generosamente. Tienes que ser «de los que no se contentan con menos que con ofrecerlo todo» (Pío XII)

Por el Evangelio sabemos que Jesucristo promete la vida eterna al que cumple sus mandamientos (Mt 19,17) y al que haga obras a las que no está obligado, si las hace por puro amor de Dios, tendrá un gran tesoro en el cielo (Mt 19,21), y recibirá ciento por uno ya en esta vida (Mt 19,29)

Resumiendo la primera parte del pacto: amor al Amor. Si el Corazón de Jesús se entregó a Sí mismo por mí, natural es que yo le pague con la misma moneda, entregándome todo a él. Esto es consagrarse: entregarse al Amor, corresponder con amor al Amor.

lunes, 23 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día quinto. Consagración al Corazón de Jesús



1.  NATURALEZA DE LA CONSAGRACIÓN


Consagración, consagrarse, son palabras usadas en el lenguaje común que significan entregarse uno a una persona, a una afición, ocupación, etc. Así decimos de alguien que es un hombre consagrado al negocio, al estudio... cuando trabaja mucho y no hace otra cosa más que dedicarse a ello.

En el sentido en que nosotros lo empleamos aquí, la Consagración es el acto más grande de la virtud de la religión; al acto de culto más excelso que podemos practicar. Tan grande, que propiamente sólo a Dios puede hacerse pues Él es el único Señor que tiene dominio sobre las cosas.

Consagrarse, pues, es darse, entregarse totalmente, o sea, hacer donación absoluta de la persona con todo lo que le pertenece a Dios, cuyo pleno dominio sobre sí reconoce y gustosamente acepta.

2.  TRES ELEMENTOS DE LA CONSAGRACIÓN


La Consagración, cuando es total, comprende tres cosas: una obligatoria y dos libres.

2.a. Obligatoria: darle a Dios con gusto lo que Él manda: la observancia de sus mandamientos.

2.b. Libre: darle a Dios todo lo que yo quiera hacer en su honor, según Él me inspire, aunque no tenga obligación de dárselo, porque lo deja a la iniciativa de mi actividad. Esto lo expresa a la perfección S.Ignacio en esta oración: «Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad..., [he aquí el libre reconocimiento]; disponed a toda vuestra voluntad..., [he aquí la libre renuncia de las iniciativas personales en manos del Señor]».

2.c. También libre. Darle a Dios mis méritos presentes, pasados y futuros, poniéndolos todos en sus manos. Darle a Dios lo que Él reconoce como de mi propiedad, que yo he ganado, aunque con su gracia.

Es, pues, la Consagración una entrega total, completa, de todo lo nuestro a Dios. Un acto excelso de culto y de fe. Mejor dicho, no es un acto, es un estado; es pasar del estado común a todos los hombres, al estado de ser especial propiedad de Dios, por reconocimiento y donación voluntaria, consciente y generosa. Estar consagrado es el estado de una persona que pertenece a Dios por un título sagrado y que en honor suyo va inmolando poco a poco toda su vida.

3.  FUNDAMENTO DE LA CONSAGRACIÓN


Dios tiene plena soberanía, absoluto dominio sobre todos los hombres. Pero no ha querido ejercer despóticamente este dominio; o sea, no quiso nuestros servicios a la fuerza. Por eso nos hizo libres y racionales para que entendiendo sus derechos, pudiéramos libremente reconocerlos y acatarlos cumpliendo fiel pero libremente su voluntad.

Puesto que nos ha hecho libres, y después de cumplir sus mandamientos, deja a nuestro arbitrio un gran margen de libertad con que podemos atesorar muchos méritos, en ese margen de libertad está el fundamento de la Consagración.

4.  ¿EN QUÉ CONSISTE LA CONSAGRACIÓN PERSONAL AL SGDO.CORAZÓN DE JESÚS?


Hermosamente se expresa con estas palabras reveladas por el Sgdo.Corazón a Sta.Margarita: «Cuida tú de mi honra y de mis cosas, y Yo cuidaré de ti y de las tuyas»

Y esto tiene aplicación -como veremos- a dos grandes terrenos:

4.a. La entrega al corazón Divino del alma, el cuerpo, las buenas obras y todo lo que de algún modo nos pertenece. Él cuidara espléndidamente de nuestras cosas.

4.b. El segundo ideal de la Consagración es cuidar del Corazón de Jesús y de sus cosas; y todas sus cosas se reducen a una: su reinado. La segunda parte de la Consagración supone dedicarse por entero al apostolado a favor del reinado del Sagrado Corazón de Jesús.

domingo, 22 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día cuarto. Segundo acto propio

Santuario Nacional de la Gran Promesa (Valladolid)

1.    ¿QUÉ ES REPARAR?


En el orden natural, hablando en general es contrarrestar una pérdida por una ganancia, es devolver a una persona los bienes o el honor arrebatados.

En el orden sobrenatural es devolver a Dios la gloria vulnerada por el pecado

2.    ¿POR QUÉ DEBEMOS REPARAR?


Cristo es el primer Reparador. Toda su vida está orientada a reparar el pecado: nace pobre, muere en cruz. Reconquistó para nosotros la gracia santificante. Somos de nuevo hijos de Dios.

Pero en el plan de Dios, quiso contar con nuestra cooperación. Falta algo a la Pasión de Cristo: «Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24). La reparación, es por tanto, una exigencia para corresponder al amor hacia Cristo que se entregó por nosotros y nos amo hasta el fin recibiendo, en muchas ocasiones de nosotros y de los demás, solamente menosprecios y pecados. «Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame».

3.  ¿CÓMO DEBEMOS REPARAR?


3.a. Con el deseo
  • Señor, aunque todos te abandonen, yo no quiero hacerlo. Pero ayuda Tú mi flaqueza.
  • Quiero conocerte y darte a conocer; amarte y hacer que todos te amen.
  • Rogaré por todos como Moisés, como los profetas, hasta alcanzar misericordia del Cielo.
3.b. Con las obras
  • No se requieren grandes cosas externas, sino más bien una profunda renovación interior, una rectificación constante de intención.
  • Celebrar con espíritu reparador la fiesta del Sagrado Corazón, la comunión de los Primeros Viernes, la Hora Santa, Oír Misas por los que no las oyen...
3.c. Como Cristo
  • Ante la rebelión del pecador: obediencia y sometimiento total a la voluntad de Dios.
  • Ante el orgullo: humildad, oscuridad, desprecio.
  • Ante el afán de placeres sensibles: mortificación.
  • Ante los excesos: privarse incluso de cosas lícitas, huir de las comodidades.
*
«Al menos tú, dame el gusto de suplir en cuanto te sea posible las ingratitudes de los hombres» (decía el Señor a Sta.Margarita). Que el amor al Corazón de Cristo nos mueva a ser a partir de ahora almas reparadoras.

sábado, 21 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día tercero. Primer acto propio. Amar al Corazón de Jesús



En el Primer Mandamiento de la Ley de Dios: Amarás a Dios sobre todas las cosas, se nos ordena que le reconozcamos, adoremos, amemos y sirvamos a Él sólo, como a nuestro supremo Señor. El amor que debemos a Dios podemos sintetizarlo en el amor al Sagrado Corazón de Jesús.

«Mira el corazón que tanto ha amado a los hombres».
«Este es el fin principal de esta devoción: convertir las almas a su amor» (Sta.Margarita)

1.  ¿SERÁ POSIBLE QUE DIOS PIDA NUESTRO AMOR?


En cuanto Dios no necesita de nosotros: es infinitamente feliz en la gloria de la Trinidad. Busca nuestro amor porque busca nuestra salvación: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mt 22,37). Cumpliendo el precepto del amor llegaremos a la vida eterna.

2. ¿POR QUÉ HEMOS DE AMAR AL CORAZÓN DE JESÚS?


2.a. Porque lo merece: es el Corazón del Verbo Encarnado, al cual, como Dios, se debe todo amor y adoración. Es el Corazón del Redentor que se ofreció al Padre por la salvación del mundo.

2.b. Porque nos amó primero
  • Nos ha amado como Dios. Desde la eternidad.
  • Nos ha amado también como Hombre: «Nadie amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15, 13).
  • Jesús no ha amado solamente a la humanidad en genera sino a cada uno de nosotros en particular. Como dice San Pablo: «Me amó y se entregó por mí» (Gal 2, 20).
2.c. Porque nos ama actualmente con el mismo amor
«Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 20). Nos ha dado toda clase de bienes y continúa aplicándonos por amor los frutos de su Pasión y de su Cruz.

3. PRÁCTICA DEL AMOR A JESÚS


Mostrar nuestro amor al Corazón de Jesús:

3.a. Con sentimientos (práctica del amor afectivo): Contemplando sus perfecciones y gozándonos de su gloria. Ansiando vivir sólo para Jesús y aprovechando todos los medios que nos permitan unirnos más a Él.

3.b. Con obras (práctica del amor efectivo).
  • Evitar cuanto desagrada al Corazón de Jesús: el pecado y no resistirse a las gracias con las cuales nos llama a una vida mejor y más santa.
  • Hacer cuanto agrada al Corazón de Jesús. Guardar sus preceptos, seguir sus inspiraciones y consejos, obrar con la intención de glorificarle.
  • Prácticas particulares: la Comunión de los Nueve Primeros Viernes y la Consagración: acto plenamente consciente por el que, con el don total de nosotros mismos, damos al Corazón de Jesús absoluta posesión de nuestro ser y nuestra vida, para que disponga libremente de nosotros; y nos comprometemos por nuestra parte a vivir conforme a su voluntad y a buscar su gloria.
*

«Venid a mí». «Quien tenga sed, venga a Mí y beba» (Jn 7, 37). ¡Venga a nosotros, dulcísimo Corazón, tu reino y cesen nuestros temores! ¡Brille el sol de tu caridad, que a todos nos haga hermanos bajo la mirada de nuestro Padre Dios!

viernes, 20 de junio de 2014

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día segundo. Los símbolos del Corazón de Jesús



Los rasgos de la devoción al Corazón de Jesús están explicitados en los símbolos con los que se apareció a Sta.Margarita María de Alacoque y con los que suele representarse en sus imágenes.

1. LAS INSIGNIAS: CRUZ, CORONA DE ESPINAS Y HERIDA DE LA LANZA


1.a. Cruz

Cristo aún continúa con la Cruz. No fue sólo en el Calvario. Hoy se vuelve a crucificar a Cristo.

•    No hay estabilidad religiosa. Muchos hombres no viven la fe porque carecen de una convicción vigorosa, sincera de Dios.

•    Otros le atacan con saña y odio encarnizado. Otros se sienten avergonzados de seguir sus pisadas porque ven que la mayoría no piensa en cosas de religión.

El Corazón de Cristo está deseando incendiar los corazones. Pero muchos, por culpa propia, le vuelven la espalda. Las cosas del mundo, más tangibles y prometedoras en apariencia les llenan más. Cristo no puede menos que resentirse ante estas ingratitudes. Ve que su Pasión a estas almas les resulta inútil.

1.b. Corona de espinas

Gran parte de los cristianos viven muy superficialmente la vida de la gracia: La tibieza de las almas. «Yo sé por tus obras que no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, mas porque eres tibio y no eres caliente ni frío estoy para vomitarte de mi boca» (Ap 3,15-16).

No sienten los latidos del Corazón de Cristo ni en la oración, ni en la recepción de los sacramentos, ni en su vida de contacto con los demás; olvidan fácilmente a Dios y sus obligaciones para con Él. No se esfuerzan en corregirse de sus defectos ni en superar su vida insustancial y frívola

1.c. Herida de la lanza

Cristo, su cruz, es signo de contradicción. Hay gente satánica. Son apóstatas y pretenden que los demás corran su misma suerte. Por eso atacan de mil maneras. Pero ante la impotencia surge el desprecio, la blasfemia.

La reacción del corazón sangrante: El desprecio hiere su majestad divina, su dignidad de Rey y Señor de todo. Pero sobre todo sufre porque se lesiona con ello el bien de las mismas almas. Nos ha creado para el bien, para gozar, y sufre ante el desprecio que el mundo hace a este regalo.

2. LA RESPUESTA A ESTAS TRES INSIGNIAS DEL CORAZÓN DE JESÚS HA DE SER AMOR Y REPARACIÓN


Amor por los que no aman y por los que le ofenden; amor por lo que cada uno no le ha amado.
Reparación y consuelo por la pena y tristeza que siente al verse abandonado, injuriado, crucificado de nuevo, odiado, perseguido...
  • En la Eucaristía (Cuerpo físico).
  • En la Iglesia (Cuerpo místico).
3.  Hemos de ir al Reinado del amor por el medio que el mismo Amor hecho Corazón nos ha dado. Este medio es el Culto y la Devoción a su mismo Corazón, herido de amor y coronado con corona de desamor.

Cuando vivamos de amor por el que murió de amor, entonces nuestras vidas encontrarán su centro y su descanso feliz.

jueves, 19 de junio de 2014

Meditación en la fiesta del Corpus Christi



La fiesta propia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía debería ser el Jueves Santo, o día de su institución por Cristo. Aquella noche: «Habiendo amado Jesús a los suyos que estaban en el mundo, al fin les amó extremadamente» (Jn 13,1). Y para dejarles una prenda de este su admirable amor, viendo que llegaba «la hora de pasar de este mundo al Padre» (Jn 13,1) y queriendo permanecer con ellos siempre hasta la consumación del mundo (Mt 28,20), realizó con inefable sabiduría un misterio que trasciende toda humana posibilidad y comprensión.

Pero a aquel Jueves de Gloria sigue el Viernes de la Pasión y de la Muerte de Cristo. Por eso la Iglesia traslada la solemnidad de dicha fiesta al día de hoy, para poder honrar ese misterio con pleno regocijo. Y no solamente en los templos sino también con las procesiones eucarísticas que recorren las calles de nuestros pueblos y ciudades.

Decadencia del culto eucarístico en nuestros días


Desde los primeros tiempos, la Eucaristía no ha sido una posesión pacífica para la Iglesia; también en ella se ha cumplido la profecía de Simeón: Puesto está... para blanco de contradicción y las propias palabras de Cristo: no he venido a traer paz, sino guerra. Recordemos el escándalo de los discípulos en Cafarnaum: «Duras son estas palabras ¿quién puede oírlas?» (Jn 6,60ss).

Pero quizás nunca como en nuestros días se puede hablar de una auténtica crisis en la vida eucarística de la Iglesia, de la que encontramos numerosos indicios:

●   Un debilitamiento de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía que ha llevado a descuidar la práctica de las normas acerca de las condiciones en que se ha de recibir la Comunión: cada vez son más numeroso los fieles que no tienen inconveniente en comulgar con relativa frecuencia y, sin embargo, no suelen acercarse al Sacramento de la Penitencia (CEpEs, 4-marzo-1999).

●   Una gravísima disminución y en ocasiones la total desaparición de la adoración al Santísimo y del  culto eucarístico fuera de la celebración de la Santa Misa; el olvido del silencio y la veneración ante su augusta presencia (cómo entramos y estamos en la Iglesia).

●   La degradación de lo sagrado silenciando la naturaleza esencialmente sacrificial de la celebración de la Santa Misa que se convierte en una simple expresión humana de condolencia o alegría. Esas “Misas” en las que se pisotea el sentido de lo sagrado y se vulnera la orden expreso de la Iglesia: «nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia» (SC 22).

Único remedio: la fe de la Iglesia en la Eucaristía


La Eucaristía está íntimamente ligada a la vida de la Iglesia. En la Santa Misa hace presente la Iglesia sobre sus altares el sacrificio de Cristo, fuente de nuestra redención y por la santa comunión se unen los fieles a Cristo y transforman su vida en la de Él; nacidos a la vida de la gracia en las aguas del bautismo, se alimentan de la Eucaristía con un pan celestial, un alimento espiritual.

Por eso, una crisis como la que afecta a la Iglesia desde hace ya tantos años, se traduce automáticamente en un detrimento de la vida eucarística de los cristianos. ¡Cuántas veces lamentamos ver a nuestras familias sin hijos, a nuestros seminarios y casas religiosas sin vocaciones y a nuestras iglesias sin conversiones...! Pero no se puede uno lamentar de los efectos y no poner remedio ante las causas. Y seguramente, no es de las menos importantes esta pérdida de la fe en el misterio de la Eucaristía tal y como la ha confesado la Iglesia durante siglos y la ha expresado en su liturgia tradicional.

Pidamos hoy para siempre la gracia de una fe eficaz en el misterio de la Santísima Eucaristía que nos lleve a reconocer a Jesucristo oculto bajo las apariencias de pan y vino, a descubrirle presente en el Santísimo Sacramento del Altar; a confesar que en la Sagrada Hostia está el mismo Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, con su Cuerpo, sangre, alma y Divinidad... Y que esta fe oriente de tal manera nuestra vida que, al morir, podamos contemplarle eternamente en la Gloria.

Ángel David Martín Rubio

Novena al Sagrado Corazón de Jesús: día primero. Devoción al Corazón de Jesús

Sagrado Corazón de Jesús - Otura (Granada)

1.  DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS.


Todos sabemos que la Devoción al Corazón de Jesús, es el culto que tributamos al Corazón de carne del Hijo de Dios hecho Hombre para agradecer su gran amor por nosotros y repararle de nuestra indiferencia y pecados. Por eso a los que quieren acercarse a ese misterio, les dice como a Santa Margarita: «He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres».

Ya se entiende que el culto va dirigido a la Persona de Nuestro Señor Jesucristo con su cuerpo, alma y divinidad, aunque sólo digamos Corazón de Jesús.

La Devoción al Corazón de Jesús puede ser parcial o total

1.1. Devoción parcial: consiste en hacer algo en su honor: asistir a una novena, hora santa, rezar las letanías, el acto de consagración... Hacer algo de esto es devoción magnífica, muy buena; pero no es a esta devoción a la que están vinculadas las innumerables promesas que el Corazón de Jesús ha hecho a sus devotos. Para alcanzarlas es necesaria la:

1.2. Devoción total. En resumen, devoción parcial es tributar algún culto, y a ratos al Corazón divino; mientras que devoción total es tributarle culto continuamente, a todas horas, toda la vida...

2.  EXCELENCIA DE ESTA DEVOCIÓN


«Es la suma de toda la religión y la norma de vida más perfecta» Y esto por una doble razón: «pues lleva las mentes a conocer más profundamente a Cristo Nuestro Señor y las voluntades a amarle con más intensidad y a imitarle con más perfección» (Pío XI).

Norma de vida más perfecta. Porque da:

2.1. Mayor facilidad en el conocimiento total de Cristo. La Persona del Señor ofrece múltiples aspectos (como taumaturgo, legislador, maestro...) pero no llegamos a comprender la vida interna del Dios hecho hombre si no conocemos su amor.

2.2. Mayor eficacia en el amor más apasionado de Cristo. Lo que más nos mueve a amar a una persona es sentirse amado de Él. Hace más grande el amor al considerar que no hemos respondido a él más que con desprecio.

2.3. Mayor eficacia en la imitación. No se ama lo que no se conoce, y cuanto más se conoce más se ama y cuanto más se ama más se imita. El amor nos lleva a identificarnos con Cristo: «Es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20).

3.  ¿EN QUÉ CONSISTE ESA “DEVOCIÓN TOTAL” AL CORAZÓN DIVINO?


“Devoción total” al Corazón de Jesús significa darle culto continuamente. Esto es posible por medio de la Consagración personal, por la que ofrecemos a este Divino Corazón nuestras personas y todas nuestras cosas, reconociéndolas recibidas del amor eterno de Dios.

«La consagración es un acto de amor a Jesús... Es ofrecimiento de uno mismo, de lo que se es, de lo que se tiene, de lo que uno es capaz de hacer. Por ella acepta el hombre libremente el dominio absoluto de Dios y se manifiesta pronto a secundar cualquier indicación suya» (Pío XII)

Entregándole, pues, todo lo que yo piense, diga, haga y sufra durante toda la vida, y renovando esta intención todos los días, estoy siempre dando culto al Corazón de Jesús. En virtud de esa entrega o Consagración todos mis pensamientos, palabras, obras y sufrimientos quedan convertidos en oración y culto al Corazón Divino.

«¡Señor, haz que yo vea!», le pediremos con el ciego de Jericó, y que cuando abras mis ojos, se claven en tu divina persona, descubran tu Corazón encendido, comprendan la altura infinita de tu amor y al entregarte todo mi ser, pueda decir con el apóstol S.Pablo: «Sé muy bien a quién me he confiado».

martes, 3 de junio de 2014

Cuando el barco se hunde...

Por la deslealtad que representa, una vez más, ante el legado histórico asumido en 1969 ante las Cortes  españolas y ante el Generalísimo Franco, de quien dijo recibir la legitimidad política nacida del 18 de julio.

Por la inoportunidad de tomar esta decisión en un momento de crisis institucional, moral y económica; cuando los escándalos salpican a toda la casta política, empezando por la familia del propio dimisionario.

Por éstas y otras razones que podrían aducirse, desde Tradición Digital expresamos nuestra más sincera repulsa ante la decisión de D.Juan Carlos de Borbón de abandonar la jefatura del Estado.

Desde noviembre de 1975 hemos venido asistiendo al sistemático vaciado de contenido de la institución monárquica que dejó de ser tradicional, católica, social y representativa para reconvertirse en constitucional y parlamentaria, ajena a cualquier legitimidad, sometida -como acabamos de ver- a los vaivenes de la opinión pública. La obra del ahora renunciante ha convertido a la Corona en un mero apéndice de la clase dirigente, a la que ha respaldado en todos sus desafueros contra la dignidad humana, el derecho a la vida, la unidad de España, la defensa de nuestra identidad nacional y la conservación de nuestro patrimonio económico

Somos conscientes de la necesidad de que D.Juan Carlos de Borbón y quienes se identifican con su obra y su persona abandonen cualquier puesto de responsabilidad pero no estamos dispuestos a que eso se haga, como ya hicieron sus nefastos antepasados, a costa de la dignidad y de la identidad de nuestra Patria, y menos aún, a que los grupúsculos de ultraizquierda aprovechen para sembrar su agitación republicana frentepopulista al amparo de la impunidad que les permiten los ocupantes del Gobierno.

Aunque tenemos pocas esperanzas en la capacidad de reacción de nuestros compatriotas, en esta triste hora, elevamos nuestras oraciones para que Dios no le demande a España la obra de D.Juan Carlos de Borbón y para que éste se re-encuentre, en el silencio de su retiro, con la verdad de los valores que un día juró defender.

Y hacemos nuestra la esperanza de que el reinado de "Felipe VI" sea un breve paréntesis que deje paso al período de regeneración y restauración nacional que España necesita.

Editorial publicado en Tradición Digital

ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO: Ascensión del Señor

La vida de Jesús en la tierra no concluye con su muerte en la Cruz, sino con la Ascensión a los Cielos. Es el último misterio de la vida del Señor aquí en la tierra. La Iglesia católica confiesa como dogma de fe que Jesucristo subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.

Cristo resucitado tiene un cuerpo real, ciertamente glorificado y transformado por el Espíritu, pero verdadero y en su sustancia última el mismo que nació de la Virgen María, fue clavado en la Cruz y depositado en el sepulcro. Y es ese cuerpo, con la señal de su Sacrificio redentor (Cfr. Ap 5, 6), el que, ante los ojos de los Apóstoles, se elevó hacia los cielos.