«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

jueves, 21 de agosto de 2014

GABRIEL GARCÍA: Los cuatro fantásticos de Occidente‏

El mundo contempla horrorizado cómo los islamistas del Estado Islámico asesinan a los cristianos y a los miembros de otras minorías religiosas en Irak.

Gracias a Russia Today sabemos que Estados Unidos e Israel participaron en su creación, los primeros cuando empezaron a financiar a los opositores de Al Assad, algo reconocido por Hillary Clinton y que supone un reconocimiento implícito de su autoría en las “primaveras” que desde hace tres años han llenado los países árabes de islamistas; y los segundos a través de sus servicios secretos (en colaboración con Estados Unidos y Reino Unido), que se encargaron de adiestrar al líder del Estado Islámico, según han revelado los documentos robados por Edward Snowden, por la necesidad que tienen de que existan enemigos que justifiquen su política beligerante. Esta organización criminal también opera en Siria, donde los islamistas fueron armados por Francia.

A simple vista algo no cuadra. Los defensores de la “libertad”, la “democracia” y los “derechos humanos”, los “cuatro fantásticos” de Occidente… ¿armando a terroristas? Pero el algodón no engaña y ya ni ellos mismos pueden ocultarlo. Jhon McCain, el candidato del Partido Republicano que disputó a Barack Obama la presidencia de los Estados Unidos, es una figura clave en este entramado donde la democracia liberal y el terrorismo islamista se funden en un obsceno e hipócrita abrazo. Los mismos que apelaron al patriotismo de los estadounidenses y a la libertad para entrar a sangre y fuego en una nación extranjera en busca de unas armas de destrucción masiva han terminado creando un monstruo muchísimo peor que contra el que decían combatir. 

Tampoco tuvieron vergüenza en vendernos la idea de que el Estado Sionista de Israel era el defensor de los occidentales dentro del mismísimo corazón de los malvados mahometanos que (interesadamente) olvidaron decir que habían creado (aunque Israel no “combate” contra terroristas que le llegan del exterior, sino contra un pueblo al que lleva décadas masacrando y que tiene toda la legitimidad moral para defenderse).

Al final, todos los débiles han salido perdiendo (los palestinos, las minorías religiosas de Irak y los occidentales de a pie que tenemos que sufrir la amenaza islamista dentro de nuestras fronteras). ¿Y para qué? La imagen de los “cuatro fantásticos” ha quedado muy desprestigiada en el plano internacional (y eso que la Organización de Naciones Unidas nunca se atrevería a imponerles una sola sanción). En el caso de Israel tienen poco de que preocuparse, ya que todo lo solucionan acusando a sus críticos de “antisemitas”; pero los otros tres no lo tienen tan fácil, sobre todo el belicoso Premio Nobel de la Paz y Presidente de los Estados Unidos. Entre otras cosas, ¿cómo justifican Francia y Reino Unido que deben enviarse tropas a Oriente para combatir al mal que han creado cuando, además, hay jóvenes con su nacionalidad que, en teoría, tendrían que estar asimilados al mundo occidental pero están yendo voluntarios a Siria e Irak para combatir en la yihad islámica? ¿Y cómo justifica Estados Unidos el derrocamiento del régimen de Sadam Husein, que protegía a la minoría cristiana, cuando ha entrado ahora en Irak con el argumento de que pretende defender a esta pobre gente asesinada por los mismos islamistas que reconoce haber creado?

La política internacional no es algo fácil. Fuera de ese ámbito, poco sentido tendría que rusos “conservadores”, sudamericanos filomarxistas y gobiernos musulmanes compartan objetivos comunes; y lo mismo puede decirse de la colaboración entre occidentales demoliberales e integristas islámicos. Pero la realidad es que los musulmanes que nos han presentado durante años como los más peligrosos para la paz mundial (la Siria de Al Assad, el Irak de Husein y la República Islámica de Irán) no han sido una amenaza para el resto del mundo y, en cambio, sí lo han sido los grupos integristas que en algún momento han recibido el apoyo de los “cuatro fantásticos” en su particular partida de ajedrez (hace unos años Al Qaeda; ahora el Estado Islámico y en menor medida los rebeldes sirios); de la misma manera,  los acusados de pertenecer al “eje del mal” son los que más han hecho por defender a las minorías religiosas de su país mientras los “demócratas” han armado a los terroristas que persiguen a estas minorías. Estos defensores de la “libertad”, la “democracia” y los “derechos humanos” son la verdadera amenaza para la paz mundial y las auténticas armas de destrucción masiva.
Gabriel García Hernández