«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

lunes, 29 de septiembre de 2014

GABRIEL GARCÍA: La "rebelión" de los obispos

Hace unos días nos sorprendió la carta publicada por el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, ante la decisión del Gobierno de dar marcha atrás en su anunciada reforma de la Ley del Aborto.

Y digo que nos sorprendió porque, desgraciadamente, en los últimos años la Conferencia Episcopal no se ha pronunciado de una manera tan tajante como debería en varios asuntos que incumben al gobierno de los españoles y a la participación de éstos en la política.


No obstante, en apoyo a Juan Antonio Reig Pla sí debe reconocerse que ha sido de los obispos más “políticamente incorrectos” de los últimos años. Su carta ya ha sido muy comentada y debatida en los últimos tres días y sólo es suficiente recordar un par de párrafos:

Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que el Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado”, como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada “gobernanza global” al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un “retroceso” inadmisible en materia abortista.

El Partido Popular con esta decisión, se suma al resto de los partidos políticos que, además de promover el aborto, lo consideran un derecho de la mujer: una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo. Dicho de otra manera, a fecha de hoy ‒ y sin juzgar a las personas ‒, los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas “estructuras de pecado””.

Hoy se ha sumado el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla. En otra carta, expone cuestiones como las siguientes:

Los hechos demuestran que la supuesta “izquierda” es la que termina marcando el camino a la supuesta “derecha”. Cada vez existen menos diferencias ideológicas reales entre los partidos políticos, dado que han asumido todos ellos los valores del neocapitalismo, el relativismo y la ideología de género. Alguien dijo que el pensamiento políticamente correcto de nuestros días, se caracteriza por ser teóricamente marxista, prácticamente liberal, y psicológicamente freudiano

¿Qué tipo de presencia deben de tener los católicos en la vida política? ¿Es coherente que los católicos se integren en partidos políticos que acogen en sus programas propuestas diametralmente contrarias a los valores evangélicos? ¿Pueden los católicos votar a partidos políticos que están en esta situación, basándose en el principio del “mal menor”? El tiempo ha demostrado que por el camino del “mal menor” se termina llegando al “mal mayor”. La opción del “mal menor” solo puede ser acogida por un cristiano de forma circunstancial y transitoria; sin caer en la tentación de hacer de ella su “santo y seña””.

Los creyentes tienen un serio problema: en el arco parlamentario actual no existe ningún partido de ámbito estatal capaz de representar al voto católico. Para decirlo claramente: un católico que aspire a ser fiel a los principios de la Doctrina Social Católica, no puede votar en coherencia a los partidos políticos de ámbito nacional presentes en el actual Congreso de Diputados”.

De estas cartas sacamos dos conclusiones: el mundo moderno (ya sea en su vertiente liberal o en la marxista) es un cáncer para el hombre y los católicos deben ser consecuentes con lo que dicen defender mientras participan en la política. No sólo son incongruentes los católicos que votan al Partido Popular, aun sabiendo que es abortista, y que se declaran partidarios del liberalismo y de los recortes sociales que hacen pagar la crisis a los sectores más desfavorecidos; tampoco son católicos consecuentes aquellos que apoyan los programas políticos del Partido Socialista e incluso de Izquierda Unida y Podemos, no teniendo reparos en declararse partidarios del aborto y del gaymonio.

Todo esto ha estallado ahora por la indignación que sienten algunos al comprobar que el “mal menor” ni siquiera va a tomarse la molestia de maquillar la legislación abortista, sustituyendo lo de “derecho” por “conducta despenalizada en determinados casos”. En el caso de la autodenominada “sociedad civil”, dudo que pase de una rabieta (es lo que tiene entonar lemas como “Un aborto más, un voto menos”, que al final terminan negociando su apoyo a un partido en concreto); lo de los obispos, en cambio, sí podría suponer el comienzo de algo más serio, de una nueva etapa donde la Conferencia Episcopal deje de ser un aliado del Partido Popular (al estilo de los sindicatos mayoritarios con el Partido Socialista) pero para eso tienen que estar dispuestos a cambiar y no permitir cosas como la presencia de dos abortistas confesos, María Dolores de Cospedal y Emiliano García-Page, junto al Arzobispo Primado de España.

Es pronto para saber si esta “rebelión” de Reig Pla y Munilla va a quedarse en un conato o significará el comienzo de una etapa donde los católicos sean consecuentes y participen en la actividad política sin tener que taparse la nariz y sin justificar lo injustificable. Todo queda en manos de los obispos y de los católicos españoles; en su mano está decidir entre seguir colaborando con la prostituta de Babilonia que encarna la democracia liberal o escoger el desprecio con el que el mundo moderno condena a quienes nos salimos del guión de lo “políticamente correcto”. 

Gabriel García Hernández