«M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: "Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología". Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas» (Donoso Cortés).

domingo, 19 de octubre de 2014

ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO: San Pedro de Alcántara

San Pedro de Alcántara: iglesia sobre su casa natal, Alcántara (Cáceres)
Celebramos hoy la Solemnidad de San Pedro de Alcántara, patrono de la diócesis de Coria-Cáceres y proclamado patrono de Extremadura junto a la Virgen de Guadalupe el 22 de febrero de 1962 por el papa Juan XXIII.

Nació en Alcántara (Cáceres) en 1499. Ingresó en la Orden franciscana en la que promovió una observancia más fiel a la Regla, llevando una vida de penitencia y austeridad, en intensa oración y en la guarda estricta de la pobreza. Llevado por el celo de las almas, se dedicó a la predicación con gran fruto. Con sus consejos prestó ayuda a Santa Teresa de Jesús para la reforma del Carmelo y escribió obras en que expuso su propia experiencia ascética, fundada sobre todo en la devoción a la pasión de Cristo. Murió en Arenas de San Pedro (Ávila) en 1562. 


Al celebrar hoy su fiesta, podemos recordar que un santo es un héroe máximo cuyo modelo no es otro que Jesucristo. Dios, autor de cuanto existe, ha escrito las páginas más brillantes de la Creación en las vidas de los santos. En ellos recobra el hombre la santidad primera; Dios los ha re-creado, y se recrea en ellos.

1. Un héroe máximo…
¿Quiénes son los héroes de nuestro tiempo… ídolos con pies de barro que hoy arrastran multitudes y mañana nadie se acuerda de ellos… ¡Eso no son héroes! Sin embargo, la historia la han hecho verdaderos héroes: Covadonga, San Fernando, los conquistadores contemporáneos de San Pedro de Alcántara…

Tu pusiste en la España de Teresa,
de Ignacio y de Javier
el sello soberano de tu empresa,
los que saben así saben vencer

Un santo es héroe, pero así, a lo divino. No ocasional, por casualidad, casi a la fuerza o en un momento de exaltación… sino que un santo es un héroe porque ha sabido triunfar en la más grande de las guerras: contra sí mismo (venciendo el egoísmo y amor propio) y contra los enemigos más terribles (mundo, demonio y carne).

San Pedro de Alcántara conoció el peligró, descubrió al enemigo y tomó las armas contra él, recurriendo a la oración, a la frecuencia de Sacramentos, a la devoción a la Santísima Virgen, a la fuga de las ocasiones; pero singularmente al ejercicio de la más rigurosa penitencia.

2. El modelo y la referencia de su heroísmo: Jesucristo
Un santo es otro Cristo Al que buscó apasionadamente (tesoro escondido… perla preciosa). Al encontrarle le siguió con docilidad y confianza… se entregó a Él… fue como barro blando en las manos del divino alfarero Se unió a Él hasta poder decir: No vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20).

San Pedro de Alcántara fue otro Cristo.

Por su humildad:

  • Renuncia a un porvenir humanamente brillante: hombre de letras y de leyes.
  • Vive en la más estrecha pobreza.
  • En la vida de comunidad desempeña todos los oficios, hasta los más bajos y humildes. Toda la vida anduvo con los ojos bajos. De manera que nunca supo si el coro o el dormitorio eran de bóvedas, ni de que materia era el techo de su celda y a los religiosos del convento los conocía solamente por la voz.

Por su predicación: 

No enseñaba lo que sus oyentes querían oír sino la Verdad. Precisamente por eso acudían a él reyes, nobles, religiosas y frailes, y el pueblo cristiano que encontró en él un guía seguro en el camino de la perfección.

Por sus milagros portentosos

Basta recordar el que ocurrió cuando tomó la decisión de entrar en el convento de los Majarretes y, no encontrado barca para atravesar el río, se halló de repente a la otra orilla por ministerio de un Ángel.

3. El santo penitente
La generosidad con la que San Pedro se abrazó a la pobreza real y a la cruz de una increíble mortificación fue tanta, que ha pasado a calificarle como el santo penitente por excelencia y recordarnos a todos los cristianos la necesidad que tenemos de vivir esta virtud.

La virtud de la penitencia, es aquella virtud moral que hace a la voluntad propensa a apartarse interiormente del pecado y a dar a Dios satisfacción por él. Esta virtud consiste en el dolor del alma por haber pecado, porque el pecado es ofensa de Dios, dolor que va unido con el propósito de enmendarse. Ejercicios externos de la virtud de la penitencia son la confesión de los pecados y la realización de toda clase de obras de penitencia: oraciones, ayunos, limosnas, mortificaciones, aceptación paciente de las adversidades y sufrimientos...

*
Aprendamos todos la gran lección que nos da este santo, decididos a imitarle en su amor a Jesucristo y en su entrega total al cumplimiento de la voluntad de Dios que nos hará felices en este mundo y dichosos por toda la eternidad en el Cielo.


Ángel David Martín Rubio